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martes, 15 de noviembre de 2011

MARCELA RODRIGUEZ - la mujer metralleta



Marcela Rodríguez (1953 - ) Extremista y revolucionaria chilena que durante la dictadura de Augusto Pinochet se hiciera conocida por su gran habilidad para manejar armas ganándose el apodo de “Mujer Metralleta”
Marcela nace en el ceno de una humilde familia capitalina, todos en su familia eran militantes comunista excepto por su abuela. Su padre un obrero y su madre una activa militante que participó en la campaña de Salvador Allende por la presidencia en 1964 y posteriormente en 1970. Fue durante esos años y siendo una pequeña niña Marcela sintió el amor por un sistema social político que prometía grandes cambios y oportunidades para la clase trabajadora de Chile.
Según ella misma reveló, desde que vio la imagen de Allende por primera vez, se enamoró de él y en el colegio la molestaban con eso. Cuando Allende finalmente llegó a la presidencia por votación popular en 1970 Marcela pensaba que por fin un brillante futuro le esperaba. Por esos años comenzaría a estudiar Pedagogía con Mención en Textil; cuando las fuerzas armadas comandadas por Augusto Pinochet dieron un golpe de estado y Allende perdió su vida en la casa de gobierno, todos los planes de Marcela parecían desplomarse. Su carrera en la por entonces Universidad Técnica del Estado (ahora USACH) fue clausurada, sus amigos y conocidos militantes de la JOTA (Juventudes Comunistas – donde ella militaba) tuvieron que irse del país, ocultarse o cambiar de domicilio para evitar que la nueva dictadura los encarcelara, torturara o matara.
El país se sumergía en una época de dolor y división, que causaron que muchos jóvenes se reuniera y con ansias de revolución y venganza se organizaran para formar grupos armados para enfrentar a la dictadura. Fue así como a mediados de 1983 (en un periodo de gran depresión económica) Marcela se uniría al movimiento MAPU LAUTARO, movimiento que junto al MIR y el Frente Patriótico Manuel Rodríguez serían los principales bloques de acción armada en contra de la dictadura.
Según comenta Marcela, para cuando ella se unió al grupo se encontraba casada y además había perdido a sus dos hijas por complicaciones al nacer. En conjunto con el grupo llevó a cabo una serie de actos extremistas llamados “recuperaciones” que consistía en robar de grandes tiendas cosas o alimentos para luego repartirlos entre los vecinos de las poblaciones más pobres de la capital – su justificativo era que si la dictadura no te daba lo que necesitabas ellos lo tomaban y te lo daban. Fue de esa forma que muchos pobladores pudieron vestirse, comer pollo (todo un placer para esos años), tener juguetes para los niños en navidad e incluso repartir condones y pastillas anticonceptivas en colegios capitalinos.
Durante los 80s y hasta poco antes del plebiscito de 1988 (el cual decidiría si Pinochet debía continuar con su dictadura o entregar el poder para llamar a votaciones democráticas) Las actividades del grupo seguían dando que hablar; los medios se encargaban de encasillar a todos los miembros en una banda de delincuentes y terroristas. Muchas personas murieron, el MAPU terminó con la vida de varios funcionarios de carabineros (la policía chilena) y al mismo tiempo muchos militantes del grupo murieron o fueron torturados. Marcela comenta que el MAPU nunca llegó a ser un verdadero grupo armado, la mayoría eran jóvenes que no querían escuchar nada, sino que conseguir todo por las armas. Del mismo modo para ellos estaban viviendo una guerra. Marcela cree que el gobierno se preocupó tanto de ellos porque no querían que Chile se transformara en una segunda Nicaragua.

Durante el plebiscito el MAPU se preparó, pues esperaban un fraude por parte de los militares; pero no fue así y Pinochet dejaba el poder y con ello la gente se preparaba para por fin vivir una vida “normal” Pero el modus operandi del grupo estaba mal enfocado. En palabras de Marcela “con la salida de Pinochet, el grupo debió separarse” según comenta, ellos no fueron capaces de darse cuenta de que la gente estaba cansada de la violencia, de las muertes y que solo querían estar en paz.
Fue así como con la llegada de la concertación (conjunto de partidos por la democracia unidos para hacer frente a los partidos que estaban a favor de Pinochet) se continuó con la persecución de los integrantes de los diferentes frentes extremistas. Según Marcela, la concertación es una continuación de la dictadura y que muchas de las personas que ellos ayudaron durante los 80s y que ahora estaban en el poder les dieron la espalda y los tildaron de terroristas. Para Marcela la dictadura continua, pero ahora de terno y corbata ya que el modelo económico neo liberal impuesto por Pinochet así como la Constitución de 1981 siguen rigiendo el país.
En 1990 la vida de Marcela cambiaría completamente. En ese año uno de los militantes y amigo de Marcela había sido capturado por la policía y se encontraba en el Hospital Sótero del Río en Puente Alto para ser examinado por los doctores. Marcela encabezaría la misión de rescate de Marcos Ariel Antonioletti. El 7 de junio Marcela entraría al Hospital disfrazada de enfermera, burlando todas las medidas de seguridad se acercó a su blanco y al momento se su señal se produjo una lluvia de balas, esto ocasionó que los funcionarios de gendarmería abrieran fuego. En ese momento la mujer metralleta corría por la calle cuando una bala la impactó en la cuarta vertebra dejándola parapléjica.
Después de este hecho Marcela sería juzgada y condenada a cadena perpetua por sus crímenes y daño a carabineros. Curiosamente, sería la Iglesia Católica por medio de la vicaría de la solidaridad buscaría su salida pacifica del país. Fue así como finalmente fue condenada a una pena de “extrañamiento” la que actualmente cumple en Italia, donde el gobierno le asignó una pequeña casa en donde vive junto a su marido y poeta Julio Araya.
No sabemos si ella querrá volver al país, pero de lo que es seguro es que Marcela vive sus días en Italia escribiendo poemas e historias de sus compañeros caídos y no contando los días que le faltan para poder regresar, sino que vivir el día a día para así sentir que tiene una vida normal

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