Contreras
(el de la DINA) insiste en que el coronel Gerardo Huber no solo fue
asesinado por saber demasiado de los contrabandos de armas del ex
dictador, si no también por conocer la producción de cocaína negra en
Talagante.
Por Orlando Silva Lagos
Las
acusaciones del asesino Manuel Contreras Sepúlveda, quien fue jefe del
escuadrón de la muerte institucional llamado DINA, quien sostiene que la
dictadura y el tráfico de drogas fueron yuntas, son acusaciones ciertas
y esta colusión delictiva datan del año 1974, afirma el abogado Eduardo
Contreras, uno de los principales querellantes en contra de Augusto
Pinochet.
Agrega
que esto no es extraño “porque estamos en presencia de un delincuente
que no es menor….Hacia fines de 1974 ya en la prensa de Panamá se
publicaron artículos relativos a la vinculación” de Pinochet con el
tráfico de cocaína. Los hechos posteriores son de dominio público, como
que en instalaciones químicas del Ejército, se destilaron drogas, la
participación del asesinado químico de la DINA, Eugenio Berríos en esta
actividad criminal y el establecimiento de redes de distribución por
canales cuasi oficiales”.
El
abogado no tiene dudas de que “la fortuna de Pinochet se amasa con la
venta de drogas”, por lo que estamos ante “un delincuente que no sólo
cometió violaciones a los derechos humanos, si no que también mantuvo
cuentas secretas en bancos extranjeros”, sin embargo en conversación con
ClariNet, aclara que este ingente patrimonio tuvo “su origen en el robo
de los bienes de los presos políticos y de los detenidos desaparecidos,
en el uso para su enriquecimiento de los fondos reservados y luego,
acude al tráfico de armas y al tráfico de drogas. Es decir, Pinochet es
un delincuente de tomo y lomo”.
En
tanto, el fiscal contra el narcotráfico, Héctor Barros, interrogó el
martes a Contreras Sepúlveda, en el penal Cordillera, donde este cumple
condena, en el marco de la “denuncia calumniosa” interpuesta por Marco
Antonio Pinochet, hijo del ex dictador, contra de quien fue jefe de los
servicios secretos dictatoriales entre 1974 y 1978.
Contreras
se vio involucrado en esta intrincada y sórdida madeja judicial, la que
comenzó con afirmaciones de un ex espía del Ejército, el antiguo mayor
Abel Sepúlveda Gutiérrez, quien aseguró que el ex general era amigo y
confidente del coronel Gerardo Huber Olivares, ultimado en 1992, cuando
Pinochet aún era comandante en jefe del Ejército, para evitar que
declarara a raíz del contrabando de armas a Croacia que en ese momento
estaba en guerra con Serbia.
Por
esta razón, el magistrado encargado del caso, Claudio Pavez decidió
tomar una declaración a Contreras en la cárcel de lujo donde cumple
condena por la desaparición del militante del MIR, Miguel Ángel
Sandoval.
El
ex jefe de la DINA habló tanto, que el juez le pidió un informe por
escrito. Allí el asesino en uniforme, dijo que el caso de Huber era
similar al de quien fue químico de la DINA, Eugenio Berríos Sagrado,
muerto para silenciarlo por saber demasiado, como los planes para
envenenar el agua potable de Buenos Aires en 1978 o el homicidio del ex
presidente Eduardo Frei padre. Contreras testificó por escrito que
Berríos era quien fabricaba la llamada cocaína negra, difícil de
detectar, en el Complejo Químico del Ejército en el suburbio capitalino
de Talagante, indicando que la droga era vendida por el hijo menor,
Marco Antonio y por el empresario de origen sirio Edgardo Bathich, y
distribuida en Europa por el tío político de éste, el traficante de
armas y drogas Monser al Kassar. Toda la operación, según Contreras,
contó con la autorización de Pinochet y con el silencio que se le impuso
a Huber, quien habría sido asesinado no sólo por estar vinculado al
tráfico de armas antes mencionado, sino por el conocimiento que tenía de
las operaciones de droga que hacía Marco Antonio Pinochet.
El
fiscal Barros debe investigar si la denuncia hecha por Contreras es
verídica y sobre esa base resolver si continúa adelante con la
indagatoria. Pero, la cosa es más tenebrosa aún, porque Contreras se ha
reservado su papel en todo el embrollo.
Los
datos que van saliendo a luz, indican que a fines de 1973, 19 supuestos
traficantes de cocaína, en realidad delincuentes comunes con un relieve
muy doméstico, fueron entregados a la DEA estadounidense en un montaje
publicitario para dar la impresión que el gobierno de Salvador Allende
había protegido el narcotráfico, que en realidad estaba en pañales. Sin
embargo, en 1974, la DINA aprovecha esas detenciones, toma contacto con
los pocos de los 19 supuestos narcos chilenos que habían sido
encarcelados en Miami y establece sus propias redes de distribución de
droga, tanto es así que en pocos años la DEA encuentra cocaina en un
avión de guerra enviado a Estados Unidos para reparaciones, en un barco
de la Marina que tomó parte en maniobras en el Pacífico frente a
California y en un avión comercial de LAN, en ese tiempo empresa
estatal, que volaba entre Santiago y Miami.
Esto
acaba con el papel de la DINA en el tráfico de alcaloides y tal vez,
por el enojo que le produjo haber sido sacado del negocio, según se
especula, Contreras denuncia que el tema quedó en manos de Pinochet
Hiriart y de su socio Batich, quien ya estuvo procesado por importar
camionetas y camiones usados desde Brasil, en cuyos motores se encontró
coca.
En
el interrogatorio del martes, Contreras ratificó ante el fiscal Héctor
Barros, que la familia Pinochet se enriqueció mediante el narcotráfico.
"Efectivamente, ratificó sus dichos", dijo el funcionario del Ministerio
Público. El abogado explicó que el ex jefe de la criminal Dirección de
Inteligencia Nacional fue interrogado “en su calidad de imputado” por la
querella del hijo menor del ex dictador. Contreras reiteró todo lo que
había dicho por escrito al juez Pavez.
El
jueves el fiscal Barros se constituyó nuevamente en el penal Cordillera
para interrogar a Contreras y recibir un disco compacto con información
que prometió el pasado martes el ex director de la DINA.
De
acuerdo con los antecedentes obtenidos, el CD contiene la entrevista
que prestó el narcotraficante estadounidense Iván Baramdyka a Televisión
Nacional a mediados de los ’90. Este último fue extraditado a EEUU,
debido a las actividades de tráfico de drogas en las que estaba
involucrado. Fue el mismo que vinculó a Bathich y los Pinochet con la
cocaína y el tráfico internacional de armas.
Baramdyka
llegó a Chile en 1985 con un pasaporte falso a nombre de Trinidad
Moreno. Su contacto en nuestro país era un funcionario del consulado
chileno en Los Ángeles, Federico Silva Pizarro. Ex marine, Baramdyka fue
extraditado de Chile en 1993, pero antes de que el FBI se lo llevara,
se preocupó de dejar su historia grabada en video que, entre otras
acusaciones, asegura que los colombianos compraban éter y acetona
producidos en el Complejo Químico del Ejército (CQE) en Talagante.
Manuel
Contreras, asimismo, contraatacó y le indicó al fiscal Barros que
debiera citar al mayor (R) Carlos Herrera Jiménez, autor material del
asesinato del líder sindical Tucapel Jiménez, para obtener más
información sobre las drogas y los Pinochet.
Herrera
Jiménez estuvo clandestino en Uruguay entre 1991 y 1992, al igual que
el químico de la DINA Eugenio Berríos, a quien Contreras sindica como el
fabricante de la cocaína que traficaban Bathich y Marco Antonio en el
CQE.
Pero
no es todo, el ex jefe de la DINA aseguró que otro de los que sabe de
su denuncia es Augusto Pinochet Hiriart, quien a mediados e los ’80
estuvo como agregado consular en Los Ángeles, donde Baramdyka, el narco
estadounidense, inició sus relaciones para entrar a Chile e iniciar su
negocio ilícito.
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