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lunes, 18 de noviembre de 2019

“No virar a la izquierda” del libro de A. Allamand

Nos parece importante colgar estos extractos del libro escrito por el actual Ministro de Defensa Andres Allamand, (un cargo dado gracias a su colaboración para derrocar al Gobierno de la Unidad Popular) ya que como todos hemos sido testigos que las ultimas manifestaciones y hace ya rato se vienen dando enfrentamientos con carabineros, así también se han realizado otro tipo de acciones, como los cortes de calles en distintos puntos de la capital a tempranas horas, lo que a provocado que los medios de comunicación de la burguesía, no han demorado en criminalizar a quienes realizan estas acciones, llamándolos de diversas maneras delincuentes, anarquistas, violentistas, lumpen, etc.

Esperamos que esos buenos ciudadanos y también algunos compañeros se saquen la venda de los ojos y comprendan que la violencia es criminalizada cada vez que los trabajadores y el pueblo la utilizan en defensa y lucha por sus derechos, pero cuando ésta es ocupada contra el pueblo trabajador, contra sus organizaciones y contra sus sueños es legitimada y avalada por medio de la prensa al servicio de los explotadores.

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“No virar a la izquierda”, y la dedicatoria Esta experiencia es la que recoge Allamand por escrito en su libro “No Virar Izquierda”, mezcla de novela y testimonio, apología de la lucha violenta e insurreccional que la derecha desarrolló contra Salvador Allende y su Gobierno. Apareció a fines de 1974, cuando Allamand cursaba Derecho enla Universidadde Chile y recién habían cesado de humear las pilas de libros que con tanto entusiasmo los militares quemaban en los días siguientes al golpe. El texto muestra claros elementos autobiográficos, y aparece como una auténtica radiografía del espíritu de rabiosa violencia que se apoderó de los que luego serían triunfadores en septiembre de 1973. El libro está encabezado por un “Saludo a Andrés Allamand en el Nacimiento de su Primer Libro”, firmado por Nina Donoso, quien entre otras cosas señalaba: “¡Que triste fue esa guerra, esos mil días negros donde cayó el tambor de la azul cacerola y ustedes, nuestros hijos, se tomaron el cielo como si se tomaran en la calle una rosa! Andrés, fuimos Quijotes de una causa sagrada, luchábamos contra monstruos, disparando palomas”…

La izquierda no cree que Allamand fue una “paloma”. “No Virar Izquierda” contiene no pocos ejemplos de la clase de “palomas” que solían disparar los jóvenes opositores en su afán de “tomarse el cielo”. Así por ejemplo, se describe la participación de los protagonistas en manifestaciones antigubernamentales en el barrio alto de Santiago: “Partimos corriendo hacia donde estaban armando una barricada. Nos integramos rápidamente al grupo. En un par de minutos las llamas tenían más de dos metros e iluminaban la calle. Las viejas hacían sonar las cacerolas sin parar (…) En eso, un inocente chofer de micro dobló por Los Leones hacia Providencia. Grave error. “–¡Krumiro, krumiro! –insultaron todos al tiempo que corrían a la micro. Salieron las primeras piedras, que impactaron en las ventanas de los lados. Los pasajeros, adentro, gritaban enloquecidos. “–¡Al chofer, al chofer! –era la orden (…) “El Tata apodaban al que mandaba (…) Bruscamente aparecieron unos lolos corriendo. Eran tres. El mayor tendría a lo más unos dieciséis años. “–Tata –le dijeron anhelantes–, viene un trole en la otra cuadra, ¿lo podemos hacer recagar? –Al Tata se le iluminó la cara. “Los lolos se taparon la cara con unos pañuelos que en un pasado remoto debían haber sido blancos (…) Partieron embalados. En la carrera se les unieron unos cuantos más (…) Lo primero que hicieron fue colgarse de los cables al trole en marcha. Desconectado, el trole se detuvo (…) Los lolos, sin dar tiempo al chofer ni de que se parara de su asiento, se subieron al vehículo, palo en mano. “–¡Ya, huevón, te fuiste, partiste! –le gritaron, amenazándolo con los garrotes en alto. “El chofer puso cara de espanto. Los pasajeros, paralizados, no atinaban a nada que no fuera no moverse… Los lolos demostraban una decisión y una fiereza asombrosas. “–¿Qué no entendís castellano? ¡Ándate, te dicen! –le gritaron de nuevo mientras lo zamarreaban (…) ¡Apúrate, mierda! Chao, pesca’o, chao, pesca’o –y nuevo empujón (…) Una vez que el chofer se hubo bajado, los lolos se dirigieron a la gente, que seguía inmóvil. “–¡Abajo, abajo, vamos bajando! Si no, quemamos el trole con ustedes adentro –advirtieron. “Un viejo de anteojos trató de resistirse. Se paró y avanzó hacia los lolos con claras intenciones de agredirlos. Sin inmutarse, el más chico le hizo comerse un tremendo palo en la cabeza, que de pasada le quebró los anteojos. Antes que se repusiera, de dos patadas lo dejaron sentado en la calle (…) Los de afuera… procedieron a quebrar los pocos vidrios que quedaban intactos. Fue suficiente. Los pasajeros empezaron a bajar, empujándose, atropellándose unos con otros. El viejo de los anteojos imploraba, lloroso, que lo dejaran subir a buscar su portafolio… “Lo cruzaron en la calle (al trole) y trataron de quemarlo. No prendía. ¡Los troles no usan bencina, que es la que se inflama! Hizo su aparición entonces el engendro criollo de ‘Misión Imposible’. Le conectó un suspensor al vehículo, sacó unos cables, arrancó otros, abrió unas tapas, cuidadosamente hizo contacto entre dos polos opuestos y se produjo la explosión. Saltaban millones de chispas, producto del tremendo cortocircuito. El objetivo lo logró sólo a medias… “El Tata desesperadamente buscaba cómo solucionar el impasse. Se fijó entonces en una vieja parada en la vereda del frente, que observaba detenidamente el proyecto de incendio. Tenía a su lado un bidón azul. El Tata corrió hacia ella (y procedió a robarle la parafina)… Sin detenerse, le sacó la tapa al bidón. Llegó hasta el trole y le vació el contenido equitativamente entre las distintas ruedas. Un segundo más tarde, el trole ardía por los cuatro costados. “–Nuevamente, muchas gracias, señora.La Patriase lo agradecerá –le dijo, mientras le devolvía el bidón sin una gota del, en esos días, apetecido combustible”.Estos fragmentos están extractados de las páginas76 a83 . Más adelante, Allamand caracteriza a estos personajes como “cabros choros, valientes, decididos y que no tenían nada que ver con leseras” (página 87 :No virar izquierda Andrés Allamand 1974 EDIMPRES.Santiago de Chile).

En pleno enfrentamiento conla UP. Tambiénes de antología el pasaje que describe el levantamiento de una barricada enla Plaza Italia, a manos de los estudiantes opositores: “Cuando llegamos a la esquina, justo nos dieron la luz roja. Nos metimos a la calle velozmente, ante la mirada atónita de los automovilistas. En breves segundos, cada uno botó su neumático al suelo, y los encargados los rociaron con grandes cantidades de parafina… Al solo contacto con las antorchas, la parafina encendía y los neumáticos luego de una violenta llamarada empezaban a quemarse. “En breves y contados segundosla Alamedaera un infierno. Gran cantidad de pequeños volcanes surgían del suelo. Como esperábamos, se levantó un humo espeso y negro (…) El tacto se armaba y crecía a cada minuto. Los autos que subían o bajaban por Alameda sólo veían el tráfico y a lo más una humareda. Cuando los conductores advertían lo que ocurría, recién entonces se les venía a la cabeza girar en U. Ya era tarde: otros autos les habían cerrado el camino. Las bocinas no sonaban de pitear. Uno que otro grito iracundo se dejaba oír… Como al cuarto de hora, con las llamas en su punto más alto, se produjo el primer problema. “Un camionero, upeliento y krumiro, que estaba en segunda fila y que nos había insultado hasta cansarse, en audaz maniobra se subió a la vereda y se lanzó rajado, para tratar de pasar entre los neumáticos. “–¡Piedra con él, mierda! –gritó alguien (…) “Todos corrimos hacia el camión, lanzándole todo lo que tuviéramos a mano. Cuando ya traspasaba el límite, derrotándonos, un lolo corrió frente a él. Blandía un trozo de cañería en la mano (…) Saltó impulsado por un resorte invisible y se colgó del espejo lateral, afirmado en una puerta de la pisadera. Le descargó el fierrazo en medio del parabrisas, destrozándolo (…) La valiente y aguerrida actitud nos encendió el espíritu (…) Ver al camión detenerse fue la expresión cabal de nuestra victoria. El camionero abrió la abollada puerta despacito y se bajó con las manos en alto. “–No me peguen, por favor –imploraba. “Lo sacaron de los límites de la barricada entre una ensalada de combos. Su cuerpo se sumergió en una pila de puños que lo golpeaban sin misericordia. El camionero no se defendía, apenas se cubría. A nadie los que le pagaban le importó. Empujamos el camión fuera de la barricada, que fue a estrellarse a un poste, peligrosamente cerca de los automovilistas del frente” (páginas 156–159 “No virar izquierda” Andrés Allamand. 1974.EDIMPRES.Santiago de Chile).

La “toma” de un Liceo y el destino de la UP. Unode los ejes principales del libro es la historia de la toma del Liceo Benjamín Vicuña Mackenna (aparentemente el Lastarria) donde estudian los protagonistas: “La defensa del liceo se basaba en lo que pudieran realizar los miembros del grupo escogido. Eran exactamente doce. Cuatro de ellos armados. Eran los patos malos del liceo. Inefables camorreros. En caso de producirse un intento de retoma, en cada uno de los lugares preestablecidos había un cajón lleno de bombas molotov, preparadas por los químicos del grupo. Eran botellas vineras, las que mejor se quiebran, con bencina, azúcar y aserrín para mantener las llamas. El resto de los tomadores habrían de arreglárselas a peñascazos y hondazos”(página 133 “No virar izquierda”. Andrés Allamand. 1974. EDIMPRES. Santiago de Chile). Un momento realmente espectacular de la novela se produce cuando los estudiantes descubren a un joven infiltrado de la UP: “Saltamos para atrás levantando las pistolas. “–¡Muévete y te mato! –lo amenazó Gerardo. “Retrocedimos lentamente, en el colmo de la excitación, sin quitarle los ojos de encima. Lo observamos con atención. Alto y moreno. De unos 20 años. Vestía blue jeans y una parca negra. Estaba muerto de susto. Algo intentó balbucear. “–¡No digai ni una huevá! –se le adelantó Gerardo. “–Yo… no… he hecho nada… nada… –tartamudeó. “Se ganó el primer coscacho. Se lo pegó Emilio”. Proceden luego a interrogar al intruso: “–¡Contesta, mierda! –gritó Gerardo, pegándole con el cañón de su pistola en las costillas. Soltó un grito y se retorció de dolor. Se llevó instintivamente las manos a la parte afectada. “–¡Las manos a la pared! –gritó Gerardo de nuevo, golpeándole fuertemente los dedos… Bruscamente el intruso se dio vuelta y trató de correr. Estúpido. Iluso. Emilio lo tumbó de una certera zancadilla antes que diera dos pasos. “Lo patearon de lo lindo. “–No me peguen, no me peguen. Yo no he hecho nada –rogaba, cubriéndose el rostro. Una cantidad mayor de insultos y amenazas, como asimismo una mayor cantidad de patadas, fue la respuesta. Se puso a llorar. Una precisa patada, donde duele de veras, lo dejó sin respiración. De las mechas lo pararon y lo pusieron nuevamente de cara a la pared. “–A la otra no la contai –amenazó Gerardo. No bromeaba. “El intruso prorrumpió en sollozos (…) Las lágrimas le corrían por la cara, que empezaba a hinchársele”. Pero el martirio no cesa: “La inmediata golpiza fue macabra. Al poco rato la cara del intruso era una masa informe, llena de sangre, moretones y polvo. Lo golpeaban sin piedad. Con verdadero rencor. Con franco odio. En medio de la paliza saltaba una que otra pregunta… antes que tuviera tiempo para contestar, nuevos golpes lo remecían. Gerardo los paró. Si no, lo mataban. “–Ta güeno. Ya es suficiente. ¡Empelótenlo y échenlo a la calle! “Apenas se tenía en pie. Le sacaron la ropa. A tirones. Rajándosela. Daba lástima. “–Oye –se dirigió a él Gerardo. Estaba de pie, con frío, con vergüenza y los sentidos algo embotados. La cabeza gacha. Tambaleándose. “–¡Mírame! “Una patada lo hizo levantar la cabeza. Gerardo sacó la pistola, que con anterioridad había guardado en la funda, y se la pegó a la sien derecha. El intruso casi se cae de miedo. “–No te mato pa’ que les digai a tus amigos lo que les espera. Si te veo de nuevo, no te perdono. ¿Entendiste? (páginas 176–186 “No virar izquierda”. Andrés Allamand.1974. EDIMPRESS. Santiago de Chile).

El odio hacia la izquierda En otro pasaje, el protagonista dice, refiriéndose a los militantes dela Izquierda: “¡Cómo los odiaba! De haber podido agarrar a uno lo habría pateado hasta no poder mover las piernas y le habría pegado hasta romperme las manos, hasta no poder levantarlas” (página 67.”No virar Izquierda. Andrés Allamand. 1974. EDIMPRES. Santiago de Chile ). La izquierda habla juzga a Allamand de terrorista…¿lo fue? Frente a los atentados terroristas que se multiplicaban durante el paro de los camioneros, el libro de Allamand dice: “Los atentados eran incontables. Los oleoductos y cañerías volaban en las noches, cortando el combustible a las ciudades, pero incentivando a los fieros camioneros, tonificando el paro” (página 71. “No virar izquierda”. Andrés Allamand. 1974. EDIMPRES. Santiago de Chile). Luego, se describe el aporte de los manifestantes estudiantiles al paro del comercio: “Íbamos cerrando los negocios y quebrando algunos vidrios a quienes no accedían a nuestras caballerosas peticiones” (página 89. “No virar izquierda”.Andrés Allamand. 1974. EDIMPRES. Santiago de Chile ).

Las brigadas civiles. Sobre los incidentes entre propagandistas nocturnos, se cuenta una anécdota sobre un personaje llamado “Grone”, que dispara a un militante de las Brigadas “Ramona Parra” durante un rayado nocturno de los jóvenes dela UP: “El negro se detuvo y fríamente le hizo puntería. Le vació la nuez del revólver (un 38, cinco tiros). El otro saltaba y se retorcía en el pavimento” (página 119.”No virar izquierda”. Andrés Allamand. 1974. EDIMPRES. Santiago de Chile).



https://antagonismosocial.wordpress.com/2011/09/17/no-virar-a-la-izquierda/

Violencia reaccionaria en las calles de Santiago

"Partimos corriendo hacia donde estaban armando una barricada. Nos integramos rápidamente al grupo. En un par de minutos las llamas tenían más de dos metros e iluminaban toda la calle. las viejas hacían sonar sus cacerolas sin parar.

Las barricadas,tan usuales en esos días, se habían transformado en verdaderos puntos de reunión. Para mucha gente era común encontrarse 'a la noche en las barricadas'.

Se me vino a la memoria una frase de los estudiantes franceses usada en los disturbios de mayo del 68, que había leído no sé donde.

'La barricada cierra la calle, pero abre el camino', decía. No pude dejar de pensar en cuantos de los que detenían el tráfico, botaban un par de panderetas, prendían uns maderos y quemaban unas cajas de basura, entendían su acción como algo más trascendente e importante que el hecho mismo.

(...)

En eso, un inocente chofer de micro dobló por Los Leones hacia Providencia. Grave error.
-¡Krumiro, krumiro! -insultaron todos al tiempo que corrían hacia la micro.
Salieron las primeras piedras, que impactaron en las ventanas de los lados. los àsajeros, adentro, gritaban enloquecidos.
-¡Al chofer, al chofer! -era la orden.
Los parabrisas de adelante se desplomaron y fueron a estrellarse contra el pavimento. El chofer, tan rápidamente como se repuso del impacto, puso marcha atrás y se devolvió a toda velocidad.

(...)

Nuevamente se hicieron presente los pacos.
Esta vez con más bronca. las bombas nos sobrepasaron y cayeron adelante.

(...)

Yo estaba bastante ahogado y me costaba respirar. Con la carrera jadeaba como un perro. los ojos me ardían como si me hubieran echado ají.
Un auto gris, harto grande, frenó un poco adelante de nosotros. Se abrió la puerta. Se bajó una rucia. Al principio no la reconocí. Después casi me caigo de espaldas.
-Toma mi pañuelo -me ofreció- ahora lo necesitái tú.
Sin más dio media vuelta, se volvió a subir al auto y partió.
-¿Quién es? -preguntó Gerardo-
-Una amiga mía. La conocí el otro día en la marcha.
-Es bien rica la tonta.
No dije nada. No podía".

La Historia Oculta del Régimen Militar

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