Por Teresa Frías K.
En estos negocios, encabezados por su padre Erick, participa con un 15% de las acciones la ex vocera Ena von Baer. Su hermana Karina, directora de la Sociedad Nacional de Agricultura, dirige un holding productor y exportador de avena y raps, y su otra hermana, Ingrid, se dedica a la genética de la quinoa.
El Tribunal Constitucional resolvió no acoger a tramitación el Recurso de Inaplicabilidad presentado por las empresas Monsanto, Erick Von Baer Lochow y otros, con el fin de no transparentar la ubicación de los cultivos transgénicos, información que se mantiene oculta con la complicidad de estamentos públicos desde los gobiernos de la Concertación.
La transnacional agroquímica Monsanto se desistió del recurso de ilegalidad planteado contra el Consejo para la Transparencia en la causa civil N° 3496, el 16 de noviembre ante la Cuarta Sala de la Corte de Apelaciones. Ahora tendrá que romper el secreto sobre la ubicación de sus cultivos transgénicos.
Todo comenzó en 2009 con la demanda por derecho a saber la ubicación de los cultivos transgénicos planteada por María Elena Rozas, a nombre de la Alianza por una Mejor Calidad de Vida/RAP-Chile. El año 2010 el Consejo para la Transparencia, entonces encabezado por Raúl Urrutia, había acogido favorablemente esa demanda en la Decisión N° A59-09. Pero esa medida fue bloqueada por Monsanto con la apelación judicial.
Pero la empresa de la familia Von Baer también deberá finalmente entregar la ubicación de sus predios. Ahora el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) ya no tiene excusas para continuar amparando el secretismo respecto a estos campos ocultos a las miradas extrañas.
¿Y qué pasa con los riesgos de los transgénicos?
Por más de dos décadas, otros sectores agrícolas, tanto orgánicos como convencionales, han estado en riesgo permanente de contaminación por transgénicos. Organizaciones no gubernamentales han realizado análisis que muestran contaminación de maíz convencional por el maíz transgénico. Actualmente, la emergencia que viven los apicultores debido a la contaminación de su miel por el polen de maíz o raps transgénico de estas empresas, ilustra la gravedad de esta situación. Hasta hoy los apicultores no pueden responsabilizar a nadie por el daño inferido.
Cambio21 ha dado a conocer en forma reiterada casos denunciados por contaminación de estos cultivos modificados, como el de exportadores de miel cuyos productos fueron rechazados en Alemania por descubrirse trazas de polen transgénico.
Según explicó el biólogo Iván Santandreu, vocero de "Chile sin Transgénicos", el daño "ocurre porque este tipo de cultivos requiere de importantes cantidades de pesticidas que deben ir aumentándose con el tiempo; se traspasa al agua y de allí a alcanzar a la población hay un paso".
Basándose en un estudio estadístico realizado en Argentina durante diez años, el profesional añadió que "se constató el aumento de abortos espontáneos en un 400 % y de malformaciones congénitas en un 300%. Paradójicamente, esa fue la misma proporción en que creció el uso de pesticidas en la zona".
Para Santandreu "quienes defienden el cultivo transgénico como forma de paliar la crisis mundial por falta de alimentos, recurren a una falacia; esto porque está demostrado que su productividad es, cuando mucho, igual a la del cultivo tradicional y, en muchos casos entre 10 y 15 por ciento inferior".
Adicionalmente, un número creciente de investigaciones científicas muestran que los alimentos transgénicos poseen un nivel de toxicidad que no hace recomendable su consumo. La American Academy of Environmental Medicine (AAEM) aconseja a doctores y consumidores que eviten los alimentos modificados genéticamente por existir una relación causa-efecto entre su consumo y ciertas enfermedades. Entre otros efectos negativos comprobados, la AAEM señala los riesgos de infertilidad, desregulación inmune, envejecimiento acelerado, desregulación de genes asociados con síntesis de colesterol y regulación de insulina, cambios en el hígado, riñones, bazo y sistema gastrointestinal.
"Un dato no menor -agrega Santandreu- es que el cultivo transgénico demanda un alto consumo de petróleo y sus derivados, desde herbicidas, pesticidas, fertilizantes, hasta la cosecha mecanizada, transporte y la cadena de frío. Todo lo anterior lo convierte en insostenible e insustentable".
Basados en estos y otros antecedentes técnicos, Chile sin Transgénicos considera que la resolución del Tribunal Constitucional constituye un acto responsable, cuyo costo social, económico y ambiental será más positivo que el que singularmente habían dimensionando las autoridades de la administración de Sebastián Piñera.
Por su parte la integrante de de Rap-Al Chile, Lucía Sepúlveda explicó que "Monsanto desistió y va a tener que dar a conocer las cuatro mil hectáreas de cultivos transgénicos que tienen en Chile". Sepúlveda recalca que "las consecuencias más graves de los transgénicos es la contaminación de cultivos y que los plaguicidas son altamente peligrosos para la salud".
El negocio familiar de los Von Baer
En la lista de quienes deberán dar a conocer el lugar donde tienen cultivos transgénicos está Erick von Baer, el padre de la actual senadora designada Ena Von Baer.
En 2001 el empresario y genetista Erik von Baer registró a su nombre la quinoa (kinwa para los mapuche, quinua para los aymara) bautizando como Regalona la variedad de una especie que es parte del patrimonio ancestral de los pueblos indígenas. La patente expira el año 2016.
También a nombre de von Baer, vicepresidente de la Asociación Nacional de Productores de Semillas Anpros, y cabeza de Semillas Baer, están las variedades de trigo Bakan, Caluga, Fritz, Impulso Baer, Invento, Maitre, Porfiado, Puelche, Quijote, Quino, además del triticale, un híbrido de trigo y centeno que él llamó Lonko. Generalmente una variedad "certificada" o registrada es impuesta en el mercado a través de alianza con las instituciones del Estado o los bancos, desplazando progresivamente las variedades nativas.
En esos negocios participa con un 15% la ex vocera de gobierno Ena von Baer. Su hermana Karina, directora de la Sociedad Nacional de Agricultura, dirige un holding productor y exportador de avena y raps, y su otra hermana, Ingrid, se dedica a la genética de la quinoa.
Entre todos controlan cerca del 50% del mercado de esa semilla. Pero quieren más. Los von Baer juegan un rol activo a favor de la aprobación del convenio UPOV 91 que aumentará a 25 años la vigencia de las patentes y le permitirá a los "obtentores" que registren semilla híbrida o transgénica, perseguir judicialmente a quienes usen el producto de una cosecha de semilla "mejorada". Ello no está permitido por la ley actual sobre obtentores ni por el convenio UPOV en su versión 1978