20 Junio 2009
LA AMANTE DE PINOCHET Y EL HIJO OCULTO
Por ARTALEX
SI ALGO HEMOS aprendido los chilenos es que en política y en maldad todo es posible, lo que no significa necesariamente que lo político sea malo per se. Aunque se acerca.
Al terminar el largo período dictatorial luego del histórico plebiscito de octubre de 1988, mediante el cual Augusto Pinochet hubo de aceptar llamar a elecciones presidenciales libres, democráticas e informadas, pocas personas en Chile imaginaban cuán turbia había sido la ruta recorrida por el tirano en esos diecisiete años de poder omnímodo y sanguinario. Menos aún podíase sospechar algún desaguisado ‘juvenil' cometido por el duro general de un país donde "no se movía una hoja sin que él lo supiera". Es que el terror defenestra incluso a las azucenas y las rosas.
Mucho tiempo después, avanzado el siglo veintiuno, dos periodistas chilenos -Claudia Farfán y Fernando Vega- resumieron su investigación en un libro de 221 páginas titulado "La familia: historia privada de los Pinochet". Lo que en esa obra creyeron develar, la verdad es que no constituía golpe noticioso ninguno, ya que en Ecuador decenas de profesionales de la prensa llevaban décadas intentando dar con el paradero del posible ‘sexto hijo del dictador chileno', nacido de largo y oculto romance sostenido por Pinochet con una dama de la sociedad quiteña.
La historia se remonta al año 1957, cuando Pinochet, siendo oficial del ejército chileno (con el grado de Mayor) pero aún lejos del generalato, fue asignado por el gobierno de Santiago a la República del Ecuador, específicamente enviado en misión militar a Quito, luego de haber sido seleccionado junto a un grupo de oficiales para potenciar la Academia de Guerra de Ecuador.
Tres años y medio en que Pinochet fue parte de la socialité quiteña, pero en los que tuvo que lidiar con la atosigadora presencia de su esposa, Lucía Hiriart Rodríguez, con quien ya había contraído matrimonio en 1943.
En la hermosa capital ecuatoriana, con el volcán Chimborazo como magnífico telón de fondo, Pinochet conoció a Piedad Noé, distinguida dama perteneciente a la aristocracia quiteña, eximia pianista y dueña de hermosos ojos claros que encandilaron al duro militar sureño. El romance surgió vertiginoso y Lucía Hiriart, desencantada y furiosa, regresó a Chile con sus tres hijos -Augusto, Lucía y María- dispuesta no a terminar su matrimonio sino, por el contrario, a salvarlo y atarlo férreamente a su propia vera...como finalmente ocurrió.
Pero, a fuerza de ser sincero, debemos decir que el militar chileno se apasionó de tal modo de la hermosa ecuatoriana que el matrimonio con Lucía Hiriart estuvo a punto de quebrarse, de disolverse. Sin embargo, la tradición hiper conservadora -casi ultramontana y fundamentalista católica- del ejército chileno, impidió el quiebre, con lo que la Historia pudo seguir cimentando en sus bases el futuro genocidio que desataría el oficial Pinochet Ugarte entre sus propios compatriotas luego de engañar, incluso, a quien siempre fue su principal (y tal vez único) ‘recomendador', el asesinado general Carlos Prats que creyó ingenuamente en la lealtad constitucionalista de un militar débil, de un general proclive a bajar el moño ante la presión de sus pares, de sus hijos y de su esposa.
Hace algunos años, el periodista ecuatoriano Byron Rodríguez, sumido durante décadas en una investigación que constituyó el ‘tout faire' de su existencia profesional, logró indagar algunos pasajes memorables del romance sostenido por el futuro dictador chileno con la hermosa dama quiteña a finales de la década de 1950.
Es Byron Rodríguez quien nos habla y nos confidencia lo siguiente:
""Ahí también nos enteramos que fue a bordo del buque italiano ‘Marco Polo' en el que se embarcan en Valparaíso Pinochet y los suyos hacia Ecuador, no sin antes detenerse en el puerto del Callao, en Lima, para luego continuar hacia la isla Puná, en el golfo de Guayaquil, donde abordan la lancha ‘Rosita', que navegará el río Guayas hasta dar con el puerto de Guayaquil, junto al monumento a Bolívar y San Martín, el primer gesto sentimental que tendrá Pinochet en Ecuador, cuadrándose e inclinando la cabeza ante los héroes americanos.
""Pero su más sentido vínculo se gatillaría el 27 de febrero de 1957, cuando ya se había consolidado como un respetado profesor de la Academia de Guerra ecuatoriana, docente de las cátedras de Geografía Militar y Geopolítica, en el viejo Círculo Militar de Quito, de calle Venezuela. Tras ingresar del brazo de Lucía a ese lujoso salón que destellaba por la luz de las lámparas araña y los espejos de marco dorado. Luego de bailar con gracia chilena valses y pasodobles, siempre en dupla con su elegante mujer, escuchó un loure de Bach en las manos de Piedad Noé. La presencia dominante de Lucía por fin se volvió lábil.
""Desde la velada del Círculo Militar, Pinochet preguntó por la pianista. El oficial encargado de la administración, al parecer, le consiguió su número telefónico. Es posible que al oír la voz del militar, Píedad no ocultara su emoción. En esos años, Quito era una ciudad tan pequeña que cualquier invitación a uno de los hoteles céntricos hubiese sido una temeridad. El militar acaso visitó su casa de calle Calama y Amazonas, una zona de villas, jardines y fuentes de piedra. [...] El mayor Pinochet jamás olvidaría la tarde que habría pasado el umbral de la casa de una sola planta, en cuya fachada ocre crecía una madreselva tupida y fragante.
""En el cerrado ambiente militar, las bolas no tardaron en rodar. Los rumores iban de cuartel en cuartel, de oficina en oficina. Decían que el militar chileno se apasionó tanto que el matrimonio estuvo a punto de romperse. Decían que sólo pasaba suspirando por ella. Es posible que en las clases de la Academia de Guerra se aproximara a una ventana para imaginar a la pianista. Quedaron el rumor y el enigma de que Piedad tuvo un hijo idéntico al padre.
"Otros militares hablaban que él sufría por el dilema de quedarse o viajar a su país al concluir la misión, a finales de 1959. En las unidades castrenses, los chismes persistían. Ella viviría sólo para su hijo, a quien habría llamado Juan, y para su música, detalla la investigación de Byron Rodríguez".
Lo concreto es que Pinochet regresó a Chile, país extremadamente conservador en asuntos de familia, pero jamás dejó de apoyar y ayudar a Piedad Noé en la manutención del hijo que ambos habían procreado.
En Ecuador, desde hace muchos años, circula el rumor de que Pinochet siempre estuvo preocupado por el bienestar y desarrollo de su hijo Juan, el que por cierto, siguiendo el ejemplo paterno, ingresó a la Escuela de Oficiales del Ejército del Ecuador, y desde allí, sin dudas ni titubeos, en una u otra medida y forma sirvió de corresponsal a su padre. Fue, sin lugar a dudas, la mejor forma de espionaje que concluyó finalmente con la participación de ‘Juan' -convertido ya en oficial del ejército ecuatoriano-en la pasada "Guerra del Cóndor" sostenida por el pueblo del Guayas con sus vecinos hermanos del Perú, bello país que en esa época dirigía el corrupto y asesino Fujimori.
Las sospechas de los periodistas ecuatorianos y chilenos (y peruanos), apuntan a que el oficial Juan ‘Pinochet' Noé habría participado el año 1995 en la ‘Guerra del Cóndor', evento caracterizado por algunos violentos entreveros bélicos protagonizados por militares peruanos y ecuatorianos en las cercanías del río Cenepa y que estuvo en un tris de transformarse en un conflicto bélico mayor y total entre ambas naciones.
Pinochet Ugarte tenía experiencia en materias de disociación, ya que años antes -en 1982- constituyó la cabecera cerebral del plan "anti argentino" en la Guerra de las Malvinas apoyando a su amiga británica y ultra conservadora Margaret Thatcher, asunto que hasta hoy los chilenos lamentan y se avergüenzan, aunque por cierto la responsabilidad recayó exclusivamente en la funesta Junta Militar de Gobierno que encabezaba Pinochet, aliado acérrimo de esa loca de patio apellidada Thatcher que no trepidó en movilizar a la totalidad de la poderosa flota británica -con la inclusión de un vago llamado príncipe- para decirnos a los latinoamericanos que la rubia Albión -aunque menoscabada por su hijo putativo USA- seguía siendo tan imperialista, ladrona, pirata, asesina, clasista y racista como en el siglo XVIII.
Las islas Malvinas -ubicadas geográfica e históricamente a la vera de Argentina- seguirían siendo británicas porque, simple y llanamente, al Imperio sajón/anglo/sionista/estadounidense así se le antojaba.
Pero, no nos salgamos del asunto que define este artículo. Augusto Pinochet Ugarte, el ‘defensor del Chile católico opusdeístico y ultramontano', no sólo defraudó a los guarapos de la decimonónica iglesia católica de Pelotillehue, sino que mandó por el alcantarillado a miles de colijuntos feligreses del referente politicastro apapayado que conocemos como Alianza Por Chile...una sumatoria de ‘aprietaglúteos' que sigue creyendo que las cigüeñas traen desde París a las guaguas y que el Viejito Pascuero existe y vive en el Polo Norte, así como también se permite afirmar que la gente debería tener relaciones sexuales "sólo para procrear" (¿habrá alguien más imbécil que estos representantes del ultra conservantismo religioso, inútil y extemporáneo?).
La parada militaroide de estos retrógrados la encabeza un dirigente llamado Carlos Larraín, faraón de los estúpidos y cartuchos, ya que al producirse el desfile anual de los fariseos amermelados él permanece en su asiento, pues desfilan en su honor.
http://elpaskin3.lacoctelera.net/post/2009/06/20/historias-medio-siglo-amante-pinochet-y-hijo-oculto