Fotos: Alejandro Olivares
F., la joven de 17 años que el lunes detalló el funcionamiento de la red de prostitución infantil de Lira 910, se ha convertido en una testigo clave. Su relato es una de las pruebas estrellas con las que el Ministerio Público pretende acusar a los 16 formalizados por los delitos de servicios sexuales de menores de edad y facilitación y promoción de prostitución infantil.
La importancia de su testimonio para el desarrollo del caso no se condice con la inseguridad en la que se encuentra. Prueba de ello, es que si la Fiscalía hubiera hecho bien su trabajo, nosotros no deberíamos haber llegado a ella. Pero una simple cruza de datos de su declaración sirvieron para dar con la dirección de su casa.
F. y su madre están enojadas con todo el equipo que maneja el caso, desde el fiscal hasta el sicólogo que está prestando ayuda a las víctimas. Han sido torpes en el tratamiento de la información, se quejan. A la joven le prometieron que ni su nombre ni su testimonio serían divulgados por la prensa, y a su madre le mintieron sobre la detención. El jueves, cuando F. declaró, los fiscales le dijeron que le mintiera y le contara que había sido víctima de un robo y que por eso estaba ante la justicia. Sólo el lunes en la tarde, cuando el video donde aparece la joven se hizo público, la mamá se enteró de la verdad. Hasta ese momento ninguna autoridad le había dicho que su hija, con 17 años, era víctima de la red de prostitución infantil que estaba en los diarios y la televisión.
F. luce como una niña. A su corta edad es madre de dos hijos: uno de un año y medio y una de tres meses que nació prematura, con poco más de cinco meses de embarazo. El martes en la mañana, ella y su pololo pegan lentejuelas en una cartulina. Hacen un Pino de Navidad para que su hijo le mande una carta al Viejo Pascuero. Su madre y su pololo escuchan por primera vez el relato de su calvario.
¿Cómo llegaste al prostíbulo?
-Antes trabajaba de garzona. El papá de mi hijo no me ayuda, a mi mamá no le va bien, mi papá tampoco me ayuda… Entonces, igual como que estaba fome. Una vecina, a la que le cuidaba la hija, me llevó no más, no me dijo nada.
¿No te dijo dónde iban?
-No, en el camino me explicó que estos eran privados y cuando llegué me di cuenta de lo que era.
¿Quién te recibió?
-Una señora que se llamaba Sandra, que no está dentro de las detenidas. Ella se fue a trabajar con otra niña haciendo lo mismo.
¿Qué te dijo cuando llegaste?
-Me saludó, me dijo que era bonita, que iba a ganar harta plata y que tenía que mentir. Yo me quería ir y me cerraron la puerta. Después empezaron a llamar gente y llegaron más niñas que me miraban feo.
¿Qué más te dijo?
-Que tenía que ir todos los días, que tenía que ir con tacos, con los labios pintados, bien peinada, que si no me portaba bien ellos se iban a portar mal conmigo. También me pedían niñas, si tenía amigas de 12 años. Todas llevaban amigas, pero yo nunca llevé a nadie.
¿A quiénes llamó Sandra?
-A unos chinos y unos viejos. Yo les decía que quería irme, pero no me dejaron porque ya había entrado. Después me puse a llorar.
EL CLUB
El departamento de Lira 910 estaba regentado por Julia López (“Mariela”) y Marisol Mejías (“Maritza”). Funcionaba desde aproximadamente 19 años, como un club al que sólo podían entrar los clientes de confianza. Si alguien nuevo quería ser miembro, debía ser presentado por otro. Por eso la PDI nunca pudo infiltrar esta organización.
Habitualmente, el departamento estaba lleno de chinos y viejos, y el horario de funcionamiento era de 15:00 a 20:00 horas, previa coordinación telefónica de los asistentes y las niñas. El procedimiento era simple: el cliente llamaba a Maritza o a Mariela para saber qué jóvenes estaban disponibles. Si llegaban niñas nuevas, el procedimiento era al revés. Las regentas las ofrecían. Eso hicieron con F.
¿Quiénes llegaron el primer día a verte?
-El caballero de la tele…
¿Jaime Román?
-Sí. Él se quedó con cuatro niñas juntas. Preguntó si yo era nueva y qué edad tenía. La vieja me decía que a él siempre tenía que decirle que era chica, porque le gustaban las niñas.
¿Estuviste con él?
-No. Estuve una vez, pero no hice nada. Me echó de la pieza. A él le gustaba estar con las niñas sin preservativo y me podía pegar algo. Me dijo que me daba una propina, pero le dije que no, que con las 20 lucas no me iba a pagar una operación si se me pegaba algo. Era como sádico ese caballero. Las niñas hablaban todo lo que hacía. Le gustaba que le hablaran cuestiones… siempre decía que quería niñas chicas, escolares, de 12 o 13 años.
¿Qué cuestiones?
-A él le tenía mala. Cuando llamaba preguntaba si las niñas estaban excitadas o si habíamos tenido relaciones con los chinos, si estábamos mojadas. Yo siempre lo atacaba. Cuando llegaba decía: “ya viene este viejo caliente”. Todas las niñas se presentaban, pero yo no lo pescaba. Hablaba ordinarieces.
¿Conociste a Guido Vallejos?
-Sí, pero él nunca hizo nada. Conversaba con las niñas, eso era lo único que hacía, y tomaba Coca Cola y café.
¿De qué conversaban?
-Decía que tenía un hotel, que había viajado, hablaba puras cosas de su vida. Él nos trataba bien.
En la formalización se dijo que le gustaba que le modelaran en ropa interior.
-Sí, nos pedía que modeláramos, que camináramos. Pero a mí nunca me dijo que lo hiciera en ropa interior. Me hablaba de que tenía hijos y yo creo que ellos sabían a qué iba, porque lo venían a buscar.
¿Iba todos los días?
-La vieja lo llamaba todas las tardes. Le decía que tenía niñas nuevas, pero como era viejito le llevaban todos los días a las mismas niñas y él juraba que éramos todas nuevas.
¿Qué les decían sobre cómo comportarse con él?
-Que teníamos que hablarle y a veces nos aburría, porque nos tenía como una hora conversándonos y hablaba y hablaba, y nosotros sentadas escuchándolo.
¿Cuánto rato hablaba?
-Cómo una hora. No sé a qué iba, a puro gastar plata, si no hacía nada.
¿Y les pagaban por eso?
-Nos daban 15 mil pesos.
CLIENTES
F. cuenta que las niñas se peleaban los clientes. Las citas casi siempre eran de a cuatro y ellos elegían con quién estar. A F. le cuesta hablar de lo que le tocó hacer en el burdel. Dice que estuvo más de cuatro meses allí, pero que no iba todos los días. Hoy se siente avergonzada y se tapa los ojos cuando habla de sexo. Su madre la escucha enumerar los clientes con los que estuvo, mientras pica cebolla para preparar el almuerzo.
¿Quiénes eran tus clientes?
-El Daniel Opazo.
¿Cuántas veces estuviste con él?
-Como dos. Todos trataban de buscarme el amor, pero a mí no me gustaban. No les hacía cariño, no los tocaba, me quedaba tiesa.
¿Él sabía que eras menor de edad?
-No, la vieja le decía que no, pero también le gustaban las niñas chicas. Él se preocupaba de las niñas, les compraba pastillas anticonceptivas, óvulos, las llevaba al médico. Cuando alguien estaba de cumpleaños, les llevaba regalos y torta.
¿Estuviste en algún cumpleaños?
-En el de la Mariela (Julia López). Le llevó una torta de café, panes de cóctel, bebidas, jugos, papas fritas.
¿Quiénes más estaban?
-La Fernanda, la Sonia, la Vicky, yo… no me acuerdo quién más. Habían invitado al Jaime Román, pero no fue. El Opazo siempre estaba. Cuando una niña no tenía plata, porque no había trabajado, él le prestaba plata. O una niña le decía: “sabí que mi hijo no tiene pañales”. Y él le compraba.
¿Todo eso a cambio de nada?
-Se ponían a conversar y con varias niñas se fue en el auto. Con la Fernanda, por ejemplo. A ella le compraba las pastillas, los óvulos… Ella es mayor de edad, pero por lo que sé trabajaba hace cuatro años allí.
¿Te regalaban cosas a ti?
-Una vez llegó el Ignacio, que se ilusionaba con las niñas, y me trajo un vestido y una colonia, pero no se las recibí.
¿Se enamoró de ti?
-No, siempre le llevaba cosas a las niñas, pero nadie lo pescaba. Como que iba a puro dormir. Llegaba, se fumaba un cigarro en el sillón, y se acostaba.
F. se ubica en la escena del crimen desde el lugar de la víctima, pero le da vergüenza reconocer todos los clientes que la fiscalía le atribuye. Es lógico, su madre y su pololo -que la ha apoyado en todo momento- escuchan su relato. Según se divulgó en la formalización de los detenidos, F. habría estado con al menos siete de los 12 clientes involucrados. Su belleza infantil atraía a estos pervertidos.
¿Te daban asco los viejos?
-Sí, cuando me tocaban me quedaba quieta. Varias veces me retaban y me echaban de la pieza. Yo les decía que tenían que pagarme, porque igual me habían entrado.
¿Iban hartos chinos?
-Sí, los chinos eran barsúos. Había uno que nos cantaba: “corre, corre, corre, corazón”. O también ponían Justin Bieber. Iba un chino que era como mafioso, tenía cualquier plata. Andaba de Louis Vuitton, de Armani, de Calvin Klein, de puras marcas caras. Una vez un chino apretó del brazo a una niña y quedó morada, porque no quería ir a la pieza. Otra vez, un caballero chino me metió a la pieza y traté de irme y me quemó con un cigarro.
¿A quiénes preferían los chinos?
-A la Fernanda. No era tan bonita, era flaca, y a los chinos les gustan las niñas así. Era plana, una tabla.
¿Qué buscaban estas personas en las menores de edad?
-Creo que abusan. Te obligaban a hacer cosas que no querías. Acá hay maldad, por algo piden niñas chicas. Imagínese cómo quedan esas niñas. Varias veces lloré en la pieza. Los clientes me miraban no más.
EL ASESOR PRESIDENCIAL
El dato que más llamó la atención de la declaración de F. en la audiencia de formalización fue el que involucraba a un “asesor del presidente”. Hasta ahora, sin embargo, el Ministerio Público no ha podido determinar la veracidad de la acusación. Tirar este dato sin tener al inculpado sentado en el banquillo ha sido interpretado como una irresponsabilidad de los persecutores y abre un flanco con La Moneda. Luego del caso Spiniak, esta es la prueba de fuego para la fiscalía.
En tu declaración hablas de un funcionario del gobierno que iba al prostíbulo.
-Sí, nos dijo que era asesor del Presidente y nos preguntó por qué hacíamos esto, que él sabía que nosotros éramos menores. Nos contó una infinidad de cuestiones, que yo quedé blanca.
¿Qué te decía?
-Que el Presidente valía callampa, que no estaba en el gobierno por la gente, sino que para que lo recordaran como a Bachelet. Decía que le importaba la pura plata y que no había vendido las cosas que tenía porque se las había traspasado a su señora.
¿Estás segura que era un asesor del Presidente?
-Sí. Andaba con terno, corbata, bien peinado, un maletín y un prendedor en la chaqueta, que no me acuerdo de qué era.
¿En qué lo asesoraba?
-Él veía la vestimenta del Presidente y qué tenía que decir. No era un periodista. Dijo que era asesor del Presidente.
¿Cómo se llama?
-Si no me equivoco se llamaba Hernán, pero no me acuerdo del apellido. Era viejo, bajito y medio canoso. Ese día estaba con otra niña más y nos dijo que estudiáramos, que éramos el futuro de Chile.
¿Él se metió con una niña?
-No, nunca lo vi. No le gustaban las menores parece, porque esa vez se quedó esperando a una mujer y nos empezó a conversar. Después se despidió, nos compró una bebida y se fue.
AMENAZAS
F. trató de salirse varias veces de este perverso negocio. Estaba embarazada cuando iba a atender a los clientes. En la formalización -luego que el fiscal mostró su testimonio- una mujer de 22 años que se prostituía en ese lugar y que la conocía declaró que pocos días antes de que a F. se le adelantara el parto, ella había atendido a siete clientes. La joven desmiente eso y asegura que su hija nació prematura porque salía mucho a discotecas y tomaba bebidas energéticas.
¿Después de tener la guagua, volviste?
-Sí, mi hija estaba en el hospital y volví, porque el papá de mi hijo no me ayuda. Después, cuando me quería salir, me amenazaban. La señora me llamaba y me llamaba, y yo apagaba el teléfono.
¿Te sentiste presionada?
Sí, po’. A veces salía con mi pololo y me llamaban. Yo decía que no iba a ir y ella respondía: “tení que venir no más, o si no va a quedar la cagá”.
¿Quién te amenazaba?
-Todas. Adentro las cabras se ponían a pelear, se agarraban a puñalás.
¿Qué te pasaba cuando llegabas a tu casa?
-Lloraba. Mis amigas me preguntaban por qué andaba desordenada, por qué no me pintaba, estaba pálida, flaca… una vez no fui como en una semana y la vieja me llamaba todos los días.
¿A qué le tenías miedo?
-A que vinieran pa’ la casa, que le hicieran algo a mi hijo. Ellos tenían tanta plata que pensaba que podían pagarle a cualquier persona para que me hicieran algo malo.
¿Qué hacías con la plata?
-Le compraba ropa a mi hija y a mi hijo, los pañales, los útiles del jardín, cargaba el teléfono, compraba cosas para la casa, le daba plata a mi mamá. Ella nunca supo. En mi casa, nadie sabía. Ellos creían que yo me la ganaba cuidando unos niños.
¿Hasta cuando te llamaron?
-El último llamado fue dos días antes de que reventaran la casa. Pero ya no les contestaba, tenía todo el día el teléfono apagado. No quería volver, no me gustaba estar allí.
¿Tus compañeras no tenían problemas con lo que hacían?
-No, las más viejas trabajaban allí y en la noche se iban a los topless.
ERRORES DE LA FISCALÍA
¿Cómo te detuvo la PDI?
-Me vinieron a buscar a la casa por prostitución infantil. Me puse a llorar. Tuve que salir con mi hijo y me llevaron al cuartel que está en Rosas. Allí me hicieron declarar. Estaban todas las niñas allá.
¿Qué dijiste?
-Todo. Yo lloraba mucho, porque tenía miedo que mi mamá me echara de la casa cuando se enterara. La sicóloga me dijo que le inventara algo. Le conté que en el auto de la PDI se me había perdido el celular. Ella me dijo: “entonces digamos que te asaltaron y que te tenemos que tomar declaraciones”. Después llamaron a mi mamá y le dijeron.
¿Quién le dijo eso?
-El fiscal y la sicóloga.
¿Hay más gente involucrada que no esté detenida?
-Sí, hablan de mí no más, soy la única que ha salido en la tele. Faltan caleta, si a veces esa cuestión se llenaba de niñas.
¿Tienes apoyo de la fiscalía?
-Me dijeron puras mentiras, porque se supone que no iba a salir nada en la tele. El viernes declaré en una sala y eso lo mostraron. No salió mi cara, pero salió mi nombre.
¿Estás enojada con la Fiscalía?
-Me mintieron porque dijeron que no iba a salir nada y salió todo en la tele. Dijeron el nombre de mi hijo, mi nombre, dónde vivía. Acá en la población todos me conocen.
¿Qué te han dicho tus vecinos?
-Todos saben. Los cabros andan poniendo en el Facebook: “ahh, la sidosa culiá, la pelá culiá”. Ayer mi hermana me llamó llorando para contarme esto. Y ahora me llamaron para que vaya a la fiscalía y arregle todo después que dejaron la media cagá.
¿Te fallaron?
-Sí po’, el fiscal, la sicóloga y el juez me dijeron que no iba a salir mi nombre en la tele. ¿De dónde sacaron la foto de mi carné? Ellos la pasaron.
¿Cómo has estado en estos días?
-Lloro, veo las noticias y lloro.
¿Estás deprimida?
-Todo me afectó. Cuando me bañaba me daba asco tocarme, quería puro morirme. Llegaba, lavaba a mi hijo, lo acostaba, miraba a mi mamá, que nunca me dio ejemplo de eso, y me encerraba. Todos los días lo mismo, me encerraba.
¿Estás avergonzada?
-Sí, lo he pasado horrible. Estoy preocupada de que cuando salga toda la gente me trate mal.