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miércoles, 13 de junio de 2012

Los “Jueces de Izquierda" que Procesaron a Pinochet




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DD.HH.
Escrito por Eduardo Contreras   

Personajes esperpénticos como Hermógenes Pérez de Arce, Márques de la Plata o Juan González, representantes de lo más cavernícola del fascismo criollo, han levantado entre tantas falsedades que Pinochet nunca fue juzgado, o que los que se atrevieron fueron sólo “jueces de Izquierda”. Bien vale la pena refrescar la memoria a todo aquel que quiera ignorar, u olvidar, la verdad tal como es.

1.- El proceso en Londres

La querella que Gladys Marín presentó con sus abogados, en enero de 1998, en representación del Partido Comunista comenzó a avanzar en manos del Ministro de la Corte de Santiago don Juan Guzmán Tapia más rápido que lo previsto; al punto que pocos meses después ese mismo año se dictaba procesamiento contra el general Sergio Arellano Stark y otros implicados por el caso “Caravana de la muerte” .

Para entonces el dictador se había transformado en flamante senador vitalicio para vergüenza del país y en especial del gobierno de la época que permitió tal fraude antidemocrático. Presionado por doña Lucía que quería ir de compras a Europa y previa consulta con sus asesores de seguridad que le garantizaron que no le ocurriría nada, emplumó vuelo al viejo continente.

Todo ello pese a conocer de la existencia de un proceso judicial abierto en su contra en España el año 1996 por violaciones a los derechos humanos en contra de ciudadanos de origen español y otros. Ese expediente era tramitado a la fecha por el juez Baltasar Garzón.

Durante días el dictador y su comitiva vitrinearon de lo lindo, posaron para fotógrafos y gastaron algunas monedas de la cuantiosa fortuna mal habida en costosas tiendas londinenses. El periplo se vió interrumpido por una dolencia que llevó a Pinochet hasta la lujosa London Clinic.

Hasta que una mañana de octubre el general traidor tuvo un amargo despertar.

Fue cuando un sargento de Scotland Yard le susurró “Señor, está usted detenido, tiene derecho a nombrar un abogado”.

La resolución, acogida por la justicia británica, emanaba de una orden dictada por el juez español a solicitud de los querellantes y la había suscrito horas antes, a punto de abordar en la estación de Atocha en Madrid el tren que le llevaría hasta Jaen, en donde el magistrado andaluz pasaría el  fin de semana.

La señal fue clara : los terroristas no podrían ir de compras por el mundo tan sueltos de cuerpo. El Derecho Penal Internacional, el Derecho Humanitario, los Tratados y Convenios empezaban a cumplirse. Habían trascurrido 9 meses desde la querella en Chile del 98, una suerte de parto de la historia aunque fuere en suelo ajeno.

La cosa se le complicó de veras al tirano porque desde otros países de Europa, Italia, Francia y Bélgica también se le reclamaba para juzgarle.

Pocas horas después que el militar golpista fuera detenido se iniciaba en Santiago un Congreso del Partido Comunista, Esa mañana Gladys, emocionada, dio la noticia que nos había trasmitido el abogado madrileño de Izquierda Unida y del PC, Enrique Santiago. El evento fue transitoriamente suspendido y todos salimos a las calles de Santiago a celebrar este triunfo de la Justicia con mayúsculas.

¿Quiénes fueron entonces los “jueces de izquierda” que decidieron que por ser autor de crímenes de lesa humanidad, Pinochet debía permanecer detenido y luego ser extraditado a España? Pues nada menos que los miembros de la Cámara de los Lores. Es decir, la crema de las instituciones monárquicas del viejo Imperio Británico.

Los lores ingleses no son precisamente de Izquierda. Su veredicto fue rotundo: “¡Culpable!” Sólo las gestiones de la entreguista Cancillería chilena, invocando peregrinos argumentos aldeanos, salvó al dictador de ir a parar a las cárceles de España de donde nunca saldría.

Una vez más quienes negociaron con la dictadura esta malhadada transición cedían a las presiones de los poderes fácticos y se colocaban en contra de las víctimas del genocidio. En la sucia maniobra política tuvieron como cómplices al gobernante Tony Blair (el de la tercera vía) y su canciller Jack Straw.

Estos “compasivos” personajes no tuvieron la misma lástima cuando poco después apoyaron al Pentagono y la Casa Balnca en los bombardeos e  invasiones contra Afganistan e Irak.

2.- El desafuero:

El 3 de mayo de 2000, tras año y medio encerrado en la mansión de Virginia Waters, Pinochet aterrizó en Santiago donde le esperaba el alto mando del ejército que le brindó honores militares. No lo olvidemos, es el ejército que tenemos. Pero su levantada de la silla de ruedas, el brazo en alto y la sonrisa sarcástica le duró muy poco; acá se le tenía reservada una sorpresa: el juez Guzmán decretó su desafuero para procesarle por los crímenes de “Caravana de la muerte”.

La Corte de Santiago ratificó el fallo el 8 de junio de ese año y la Corte Suprema dictó histórica sentencia la fría mañana del 6  de agosto.

¿Quiénes le desaforaron?¿jueces de izquierda?

No hay nada más lejano al pensamiento de izquierda que el poder judicial de nuestro país y en particular los miembros del más alto tribunal, la Suprema Corte. Pero si es la misma que pocos años después con burdos pretextos logró sacar al juez Guzmán de la carrera judicial. Tal como hoy hace el tribunal Supremo de España con el juez Garzón.

Como sabemos, la defensa de Pinochet a cargo de ex miembros de la patota fascista “Patria y Libertad” vinculada a diversos crímenes, había alegado “la falta de un debido proceso”, ya que el dictador no podía ser juzgado a causa de la demencia de la que padecería.

El fallo de la Corte desestimó absolutamente esa triquiñuela.

El 1º de diciembre  de 2000 el juez Guzmán procesó a Pinochet y ordenó su detención. Pero su resolución fue apelada. Con todo, entre avances y retrocesos, tras una larga serie de escaramuzas, exámenes médicos, volteretas judiciales, presiones políticas e incluso graves amenazas sobre el juez Guzman, finalmente el 29 de enero de 2001 el magistrado dictó otra histórica resolución, posteriormente ignorada en general por los medios de comunicación, mediante la que procesaba a Pinochet como autor de crímenes de lesa humanidad.

Dos días después, como consta a fojas 5892 del proceso 2182 – 98 daba orden de ingreso en prisión contra el criminal. Es cierto que no a una cárcel, era mucho para Chile. Fue prisionero en su parcela 998, sitio 24 conocida como Los Boldos, sector El Convento, comuna de Santo Domingo donde permaneció meses en

cerrado y con vigilancia en la puerta. Pero como dice la canción mexicana, “aunque la cárcel sea de oro, no deja de ser prisión”.

Nadie en su sano juicio puede seguir sosteniendo que el dictador no fue juzgado. No fue condenado, porque murió antes. Pero su calidad legal antes de partir al infierno, si éste existe, fue la de un procesado por crímenes de lesa humanidad y en prisión preventiva. Y no fue precisamente por obra de jueces de izquierda. No lo son ni los Lores de Inglaterra ni la Suprema de Chile.

El mérito es de las agrupaciones de familiares, de las fuerzas democráticas y de un pequeñísimo grupo de colaboradores del campo del Derecho..



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