Conferencia Episcopal blinda a Infanti y expresa preocupación por clima de violencia en Aysén

16 DE MARZO DE 2012

Luego que Chadwick lo mandara a “rezar” durante encuentro en La Moneda
“Nos parece que el esfuerzo por promover una conciencia compartida de las demandas de las regiones extremas es altamente valorable. No podemos permanecer indiferentes ante el clamor de comunidades que se sienten postergadas, desoídas e incluso ignoradas”, señala el documento de la Iglesia Católica chilena firmado por el arzobispo de Santiago, Ricardo Ezzati.

La semana pasada, el obispo de Aysén, Luis Infanti, llegó hasta La Moneda para advertir que la forma como el Ejecutivo estaba manejando el conflicto podía desencadenar un aumento de la violencia en la zona, recibiendo un verdadero portazo por parte del ministro secretario general de Gobierno, Andrés Chadwick, quien lo conminó a que mejor se dedicara a “rezar”.

Pero este viernes fue la propia Conferencia Episcopal la que tomó cartas en el asunto dando su respaldo a la labor del religioso en apoyo que ha dado a las demandas de la zona. Lo anterior, en momentos que el gobierno se alistaba a aplicar la Ley de Seguridad del Estado contra quienes estarían detrás de las violentas manifestaciones en Coyhaique y Puerto Aysén, que terminaron el jueves con dos vehículos policiales quemados y un avión de Carabineros dañado, lo cual, sin embargo, ocurrió después que efectivos de Fuerzas Especiales lanzaran bombas lacrimógenas a viviendas y dispararan balines a los manifestantes, según denuncias avaladas por los parlamentarios de la zona tanto del oficialismo como de la oposición.

En una declaración de seis puntos firmada por su presidente, el arzobispo de Santiago Ricardo Ezzati, el episcopado manifestó que “los planteamientos del movimiento social no son ajenos a la Iglesia local, y tampoco a la Iglesia del país”.

“Nos parece que el esfuerzo por promover una conciencia compartida de las demandas de las regiones extremas es altamente valorable. No podemos permanecer indiferentes ante el clamor de comunidades que se sienten postergadas, desoídas e incluso ignoradas”, señala el documento de la Iglesia Católica chilena.

Además de señalar que se trata de “demandas sociales que la Iglesia conoce bien”, la Conferencia Episcopal expresó que “apreciamos el esfuerzo que desde las organizaciones sociales y de las autoridades del gobierno se ha impulsado para establecer una mesa de diálogo en que se busque con generosidad un entendimiento. Conocemos también las complejas dificultades para lograrlo”.

Pero enfatizó: “Nos duele y preocupa que la violencia en el accionar y en el discurso termine torpedeando los acuerdos, contra la voluntad mayoritaria de buscar soluciones reales en un clima de paz y respeto”.

Por lo anterior, La Conferencia Episcopal formuló un sentido llamado a “todas las personas e instituciones directa e indirectamente involucradas en este conflicto” que desplieguen “sus mayores esfuerzos para evitar la violencia”.

“Cuando se anteponen al diálogo la presión ilegítima, las amenazas e intransigencias, la fuerza desplaza a la razón y es la comunidad en su conjunto la principal perdedora”, sostuvo.

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