Carta de un joven miliciano de 17 años de edad, Mauricio Maigret Becerra, combatiente del MIR, caído en combate el 29 de marzo de 1984 en la localidad de Pudahuel, enfrentándose sin vacilar contra las fuerzas policiales (un mes después de emitir esta carta).
Cuando yo era mas chico y veía a algunos viejos y cabros chicos escarbando la basura para encontrar algo de comer, cuando veía a niñas de mi edad que partían al centro a prostituirse por unos pesos, al ver tanto cesante, tanto niño desnutrido, al mirar la tele y ver niños rubiecitos viviendo en un mundo maravilloso al otro lado de Santiago, yo sentía mucha rabia y pena, solo veía lo que me rodeaba pero no sabia porque pasaba (y por supuesto sigue pasando en este país ) toda esa miseria y desesperación.
Pensé que con la limosna y la caridad se podría solucionar algo, pero luego me di cuenta que es un camino falso que solo les sirve a los que tienen el poder. Vi que todo lo que ocurre en este país es motivado por el interés que tiene un grupo muy chico de personas de estrujar al máximo al pueblo para sacar toda la plata posible, que este grupo de financistas y banqueros se apoyan en la violencia y el terror institucionalizado para seguir chupándonos la sangre.
Mauricio Maigret Becerra
Cuando por primera vez fui a una marcha vi aterrorizado como los pacos se lanzaban salvaje y cruelmente contra mujeres y jóvenes, con rabia en los ojos nos pateaban, por pedir un poco de justicia el gobierno mandaba sus perros a masacrarnos. Vi y sentí el miedo, nadie se defendía, todos corrían, parecíamos ratones, esos bestias se sentían muy valientes y hacían lo que querían con nosotros. Ha sido un camino largo el superar el terror, pera ya no es como antes, ahora sabemos que podemos luchar hasta la muerte y los que hemos tenido la oportunidad de pelear contra la represión en igualdad de condiciones hemos comprobado lo cobarde y arrastrados que son los mercenarios de la dictadura.
Solo, nada podía hacer y vi que había que organizarse, entré a un comité juvenil, donde se hacia todo lo posible para denunciar la miseria, crear conciencia en mas gente, agitar la lucha popular. Pero lo que hacíamos era poco y nuestros esfuerzos no muy grandes, sabíamos que podíamos y teníamos que dar y hacer mas, por eso cuando un compañero me propuso incorporarme a la resistencia no tuve dudas y acepte con mucha alegría. Han pasado dos años de trabajo y esfuerzo en la lucha contra estos asesinos, no ha sido fácil y permanentemente dentro de cada uno de nosotros se ha librado una lucha contra el individualismo, el egoísmo, la cobardía y todos los otros valores y lacras que el sistema dejan en nosotros, con mucho sacrificio hemos pulido algunos aspectos de nuestro ser para ser personas más integras dentro de lo que es posible en un sistema tan asqueroso como este.
Ahora que ya tengo 17 me siento orgulloso de haber recorrido todo este camino, ha sido muy difícil, he retrocedido muchas veces, he dudado de lo que pienso, he vacilado y he sentido miedo, pero sobre todo esto ha primado la conciencia de que este sistema brutal y sanguinario, de que lo único que realmente vale en la vida es luchar por un orden mas justo y que cualquiera otra alternativa que uno elija que este dentro del sistema lo convierte en cómplice de la miseria y el terror.
Otra verdad que he asumido es que la lucha del pueblo es una guerra a muerte contra la dominación capitalista, y es a muerte no por que nos guste la violencia ni porque seamos despiadados terroristas como dicen en la dictadura, sino por que la brutalidad del sistema no nos deja otra salida, es decir ellos ya nos declararon la guerra y solo nos queda responder a la violencia opresora y explotadora con la legitima violencia que ocupa el pueblo para liberarse. Los revolucionarios y especialmente nosotros mas jóvenes valoramos infinitamente la vida, amamos a nuestro pueblo y luchamos por un futuro mejor para nuestro hermanos y nosotros mismos. Por ese amor es que estamos dispuestos a entregar lo mejor de nuestras vidas a la causa, por eso no tememos morir en el combate, por eso empuñamos las armas y disparamos a los verdugos del pueblo, siempre evitamos la violencia innecesaria y solo matamos porque el enemigo no nos deja otra alternativa. La sangre de hoy derramada por este pueblo es la paz y felicidad del futuro, por eso estamos aquí, por eso superamos nuestro egoísmo y nuestro miedo, por eso combatimos y por eso nuestro pueblo marcha a la victoria ¿Qué esperas para unirte a la guerra popular contra la dictadura? En la resistencia popular hay un lugar que puedes ocupar.
Un resistente y miliciano de este pueblo
Santiago, 28 de febrero de 1984
Chile
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