Gisela Silva Encina, autora del libro "Miguel Krassnoff prisionero por servir a Chile", enzalsa la figura del militar y afirma que "este oficial se jugó la vida por su patria adoptiva y está prisionero por delitos que jamás cometió". 144 años de presidio por violaciones a los Derechos Humanos demuestran lo contrario
"Miguel Krassnoff prisionero por servir a Chile" es el título del libro escrito por Gisela Silva Encina, donde relata toda la historia del militar en retiro está detenido en el Penal Cordillera por más de sesenta asesinatos y desapariciones de personas y procesado por las más crueles torturas, que incluyen a mujeres embarazadas.
Esta es la génesis de la dura polémica dada a conocer en exclusiva por Cambio21, donde el alcalde UDI de Providencia, Cristián Labbé invita a rendirle un homenaje al brigadier en retiro que está preso en el Penal Cordillera, una cárcel hecha especialmente para militares violadores de derechos humanos.
Esta es la génesis de la dura polémica dada a conocer en exclusiva por Cambio21, donde el alcalde UDI de Providencia, Cristián Labbé invita a rendirle un homenaje al brigadier en retiro que está preso en el Penal Cordillera, una cárcel hecha especialmente para militares violadores de derechos humanos.
El libro cuenta la historia familiar de Miguel Krassnoff Martchenko, desde sus antepasados en Rusia, hasta sus días en Chile. La escritora, de manera minuciosa, relata cómo la vida este militar y sus antecesores tiene mucho de novelesca, según se puede leer "el nacimiento de nuestro oficial en Lienz, Austria, escenario de una inmensa tragedia, y su posterior llegada a Chile tiene mucho de inverosímil y de providencial".
Krassnoff es supuestamente cosaco, militar ruso de caballería que usaba la fuerza y la agilidad, condición que saca a relucir cada vez que puede. La escritora saca a la luz todo el historial militar, relata la historia de su abuelo, el atamán Piort Nicolaievich Krassnoff, según consta el relato, quien tuvo como una brillante carrera militar además de haber sido guardia personal del Zar. Mientras que el padre de Miguel, llamado Simón, también fue general de ejército, por ende el peso de la tradición familiar, no era menor.
Según el texto, el 11 de septiembre de 1973, Miguel Krassnoff lo esperaba sumido entre la angustia y la fe, al parecer no estaba muy convencido de lo que ocurría. En diciembre de ese mismo año, fue destinado en comisión de servicio a la comandancia en jefe del Ejército, para asumir como oficial de seguridad del Presidente de la Junta de gobierno, Augusto Pinochet.
En junio de 1974, el entonces teniente Krassnoff es destinado en comisión de servicio a la recién creada Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), según publica Silva, organismo ideado para enfrentar el problema del terrorismo que subsistía en Chile.
Krassnoff trabajó en el cuartel principal de la DINA, ubicado en calle Belgrado, según menciona el libro, recuerda haber acudido a otros recintos cada vez que se le ordenaba. Por ello visitó las dependencias de calle Londres (una vez), José Domingo Cañas (varias veces) y el Cuartel Terranova (muchas veces) "según él, vino a saber años después que era conocido como Villa Grimaldi. Estos fueron los únicos cuarteles cuya existencia supo en esos años y que según la información que él tenía, eran cuarteles tránsito, donde los detenidos permanecían 4 o 5 días, para ser después derivados a recintos como Tres y Cuatro Álamos, que dependían del Ministerio de Interior, o bien puestos en libertad ", afirma la escritora.
Tercera parte: ganar la guerra y perder la paz
La vergüenza, se titula el primer capítulo de esta tercera parte, donde mencionan la primera vez que Krassnoff fue citado a los tribunales de justica. El ministro en visita Servando Jordán lo citó como testigo por la "desaparición de cerca de cincuenta terroristas", dice textual el libro.
Esta citación, fue la iniciación, según la autora, de un permanente requerimiento por parte de diferentes representantes del Poder Judicial, que se ha prolongado por 28 años.
Así, Miguel Krassnoff fue acusado y procesado por su participación en el llamado "Caso Conferencia" oportunidad en que desaparecieron todos los integrantes del Comité Central del Partido Comunista en la clandestinidad.
En el texto se menciona cada uno de los casos por los que ha sido "injustamente" culpado, relatando las "numerosas sentencias arbitrarias que han recaído sobre el brigadier Krassnoff que son las condenas por presuntas desapariciones o crímenes ocurridos cuando él se encontraba en otra ciudad o incluso en otro país". Todo lo que está entre comilas, es parte del relato de la autora.
Sin duda este libro es la muestra más clara de una de las caras de la moneda, donde Gisela Silva, relata con lujo de detalle, todo lo que a esta altura su amigo, Miguel Krassnoff Martchenko, quiso contar. Así termina este relato: "...que Miguel Krassnoff es un idealista, no cabe duda. Tampoco cabe dudar que el mundo actual no aprecia esa virtud que, en otras épocas, fue símbolo máximo de grandeza de alma. Por eso he querido plasmar en estas páginas el perfil de un hombre íntegro, capaz de permanecer fiel a sus convicciones, en la injusticia, la ingratitud y la adversidad. Quien posee esa fortaleza sigue siendo libre, aunque su cuerpo esté sometido a los rigores de la prisión".
"Las horas oscuras como las nuestras son justamente las que más necesitan de los reductos de excelencia, de los ejemplos de dignidad, de la fe en los valores nobles de la vida".
En este texto, la autora muestra su anticomunismo de manera radical, donde además deja a Miguel Krassnoff como una blanca paloma, inocente de todas las acusaciones y condenas que pesan en su contra, todas ellas comprobadas por la justicia chilena, pero negadas por Gisela Silva Encina.
Por ello, dentro del libro se puede leer: "El comunismo, al menos en muchos países, ha perdido la facilidad con que antes ahorcaba, asesinaba y condenaba a morir de hambre. Pero, en cambio, ha ganado enormemente en su poder mundial para destruir personas mediante la mentira y la calumnia. Y como justamente en Chile no le permitieron asumir su papel sanguinario ¡ay de quienes se opusieron a ello!"
Gisela Silva dice que "el brigadier Krassnoff, entre otros, paga esta culpa en nombre de todos nosotros.
Esta es una de las razones por las cuales me he decidido a escribir este libro. Como chilena, me siento moralmente solidaria de su difícil destino".
http://www.cambio21.cl/cambio21/site/artic/20111117/pags/20111117164128.html
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