Palabras Finales
Capítulo VIHasta aquí hemos llegado en la búsqueda de antecedentes y rastros para saber qué pasó con estas nueve mujeres chilenas que se encontraban embarazadas al momento de ser detenidas y hechas desaparecer por los servicios de seguridad dependientes de la junta militar chilena, presidida por el General Augusto Pinochet Ugarte.
La justicia chilena, con desidia, obsecuencia, engaños y sometimiento al poder militar, cerró las puertas definitivamente a todas las instancias legales solicitadas para conocer la verdad sobre lo que pasó con ellas y con sus hijos y, lo que es más grave, aún en pleno período de transición a la democracia no sólo no ha tomado ninguna iniciativa sino que sigue negando la posibilidad de investigar. Es decir, la justicia no sólo no ha cumplido con su oficio sino que ha impedido que los ciudadanos de este país conozcamos la verdad dejándonos con una información mínima, a veces tergiversada, la cual, lejos de aclarar los hechos, genera dudas, desconfianzas y escepticismo.
Por lo anterior, y por muchos otros motivos que tocan la esencia misma de la dignidad humana, es que hemos decidido dar a conocer esta investigación. Estamos conscientes que ella es aún incompleta y es posible que contenga inexactitudes de fechas y circunstancias. Con todo y a pesar de ello la damos a conocer tal cual está.
Estamos conscientes además, de que su contenido está compuesto principalmente por datos emanados de una sola de las vertientes de la realidad. Tenemos la esperanza que el profundo cuestionamiento humano que provoca lo sucedido con estas nueve mujeres ayude en el futuro a construir parte por parte toda la verdad. Esperamos también, que los que hasta ahora han justificado, ocultado hechos, actuando en la sombra y al amparo de la impunidad, se decidan a hablar, a revelar lo que ellos creen es la otra verdad.
Esta investigación la hemos hecho desde y para el campo de la memoria histórica, de la justicia y de la salud mental. Los antecedentes recopilados los hemos sistematizados, las entrevistas con las madres de estas nueve mujeres, con sus familias, compañeros y con testigos de su secuestro y detención las hemos realizado con prudencia y rigurosidad científica. Estamos convencidos que el fortalecimiento de estos tres campos constituye la base fundamental para lograr el desarrollo de las cualidades y capacidades humanas. De modo que quienes piensan que hay que dar vuelta la hoja y mirar sólo al futuro, están profundamente equivocados. No ha habido nunca avances reales en el desarrollo de las ciencias del hombre, que no estén basados en la memoria, la verdad, la justicia, en la transparencia de las relaciones humanas, en la concordancia de las representaciones mentales. Estas representaciones mentales, base de las creencias y de los comportamientos, se construyen con los recuerdos, con las imágenes, con las vivencias; si ellas son falsas, porque la realidad se oculta o se trastoca, no puede existir concordancia y transparencia en las comunicaciones humanas y por ende no habrá avances en el desarrollo de las cualidades inherentes a las personas.
Hemos querido hacer constataciones, recuperar vidas y hechos pasados, queremos reinsertar la historia en una historia generada en la verdad y en la justicia.
La justicia, síntesis de un proceso de normas y valores, construida a lo largo de la historia de la humanidad, no sólo significa castigar, sino principalmente, evaluar conductas y valores, y obtener por sobre todo reconocimiento y reflexiones, por parte de la persona juzgada, que la lleven a modificar sus sentimientos y comportamientos. Los cristianos hablan de arrepentimiento. Este sería una parte de la reparación silos responsables tomaran conciencia que sus acciones implican un crimen contra la humanidad.
Los profundos trastornos en el ámbito de la salud mental evidenciados en los sentimientos, vivencias y comportamientos de las madres y familias de estas nueve mujeres, que percibimos a través de sus relatos, sus palabras y sus gestos, representan apenas una muestra de lo que han sufrido cientos y cientos de familiares de detenidos desaparecidos de cuya sobrevida jamás se ha sabido.
Estos trastornos en la salud mental no han significado sin embargo enfermedad en el sentido clásico de su acepción. En efecto, no se trata de personas enfermas; enfermas serían si con todo lo vivido hubiesen permanecido indiferentes y sencillamente hubiesen dado vuelta la hoja.
Este problema de salud mental nos compromete a todos. Qué pensamos, qué sentimos, cómo percibimos o eludimos este problema de la vida y de la muerte o, más grave aún, cómo enfrentamos esta no-vida y esta no-muerte que representa el desaparecimiento.
Como especialistas nos inquieta la salud mental de los familiares. Este ha sido nuestro afán. Pero desde hace mucho tiempo nos preocupa más aún la salud mental de los ideólogos y de los victimarios. Pues sabiendo que no se trata de psicópatas es difícil explicar, desde un punto de vista psicológico, como fué que idearon y ejecutaron estos crímenes. Este problema sí que es de extrema gravedad y atañe a toda la sociedad.
Si los responsables que hemos señalado: Augusto Pinochet Ugarte, Manuel Contreras Sepulveda, Pedro Espinoza Bravo, Marcelo Moren Britto, Miguel Krasnoff Marchenko, Conrado Pacheco, José Manzo Durán, siguieran negándose a construir la verdad y continuaran, con la ayuda de la justicia y bajo el amparo dé la impunidad, en el silencio y en el ocultamiento, tal vez aquellos que las detuvieron, que las secuestraron, que las subieron a los automóviles, que las registraron al llegar o al ser sacadas de las casas de la calle Londres, José Domingo Cañas, Villa Grimaldi, Cuatro Álamos, pudieran ayudar. Esta vez el gobierno tendría que proteger sus vidas para que no pase lo que pasó con Juan Muñoz Alarcón.
Creemos que los antecedentes aquí entregados sobre estas nue-ve mujeres que se encontraban embarazadas e inermes frente a sus aprehensores y torturadores es una interpelación a los ideólogos y responsa-bles de sus desaparecimientos. Es también una interpelación a las prácticas sociales, políticas, militares y culturales de nuestro país que permitieron que tales hechos sucedieran, o lo que es más grave, que sigan sucediendo si no logramos imponer la verdad y la justicia.
Tal vez sea cierto que los momentos que mejor nos permiten conocer la naturaleza humana sean los momentos de crisis sociales y políticas, de enfrentamientos y confrontación. Esperamos que a pesar del dolor de esta etapa de la historia que nos ha tocado vivir como chilenos salgamos de ella fortalecidos y no disminuidos ni humillados. Es con esa esperanza, como dijimos en las palabras iniciales, que entregamos esta investigación.
Epílogo
Cuando teníamos este trabajo en proceso de edición encontramos nuevos antecedentes sobre Gloria Ximena Delard Cabezas y Michelle Peña Herreros.
Los padres de Gloria Ximena y de Carmen Delard viven actualmente en París, Francia. Allí los encontramos al igual que a sus 3 nietos, hijos de ambas hermanas, que viven con ellos desde hace 13 años. Victoria Lucía, hija de Carmen, había nacido en Buenos Aires y tenía 4 meses y medio cuando su madre la deja al cuidado de una familia chilena que vivía en Cipoletti, Provincia de Neuquén, y Roberto y Paula -hijos de Gloria Ximena- quienes luego del secuestro de sus padres fueron entregados por los asustados vecinos a un orfelinato. En Francia supimos también del posible destino de Gloria y del hijo que debía nacer en julio de 1977, o sea el tercer hijo de Gloria y Roberto Cristi.
El padre de Gloria es médico. Ejerció primero como médico de Ovalle hasta 1959, allí nacieron sus 4 primeros hijos.
Su esposa Carmen, según su marido "siempre aportando cariño, afecto al hogar; a sus 5 hijos a quienes cuidó a! igual que ahora a sus nietos con extraordinaria paciencia y suavidad". La casa en París es una casa abierta, acogedora. En las caras de sus nietos, en sus miradas y risas está la presencia de Carmen y Gloria.
Orlando Delard se recibió de médico en la Universidad de Chile en el año 1953. Al momento del golpe trabajaba en el hospital Barros Luco en el Servicio de Ginéco-Obstetricia y en el Hospital de la FACH. Luego del 11 de septiembre la Fuerza Aérea le hace un proceso por ser "simplemente un hombre de ideas de izquierda, de ideas libres. No un militante". No fue detenido pero no pudo seguir trabajando.
El doctor Orlando Delard nos cuenta que él y su esposa protegen á Carmen y Gloria al igual que a José Luis Appel y Roberto Cristi cuando ellos logran llegar a Santiago. En la casa de la calle José De Moraleda Carmen y José Luis Appel se casan el 15 de noviembre de 1973, los padres del novio asisten al matrimonio. Una semana antes se habían casado Roberto y Gloria. Los 4 habían decidido salir hacia Argentina pues los buscaban para detenerlos.
Un amigo de la familia del doctor Delard, el señor Rene Gajardo Torres se ofrece para ayudar en esta salida del país a Gloria, Carmen y a sus respectivos cónyuges. René Gajardo era militar de las fuerzas armadas chilenas, retirado meses antes del 11 de septiembre de 1973.
Diligentemente prepara la salida, primero de Carmen y José Luis, finalmente los lleva a Mendoza dejándolos en la casa de un ex militar argentino. Carmen y José Luis abandonan rápidamente esta casa, no sin dificultades. Gloria y Roberto viajan directamente a Buenos Aires unos días después.
Allí, como sabemos, obtienen residencia.
En febrero de 1974 Orlando Delard sale de Chile, primero va a Brasil, finalmente decide ir a Argentina a reunirse con sus hijas. El 19 de mayo de 1974 su esposa llega con los otros tres hijos a Buenos Aires. En ese tiempo Carmen, José Luis, Gloria y Roberto vivían en una pensión. "Los cuatro eran muy unidos" y rechazan una y otra vez la petición de los padres de viajar a Europa.
"Tenían la esperanza de que la dictadura en Chile no duraría mucho tiempo". Finalmente el doctor Delard viaja el 14 de diciembre de 1974 al extranjero a buscar trabajo. Obtiene un buen puesto en Argelia y hasta allá viaja su esposa Carmen con sus 3 hijos menores. Carmen y Gloria quedan en Argentina.
A fines de enero de 1977 la familia Delard recibe un telegrama de un joven chileno residente en Argentina avisándoles que viajen urgentemente a buscar a sus hijas y a sus 3 nietos. Empiezan las averiguaciones y los contactos. Organismos de Derechos Humanos franceses y las mismas Naciones Unidas inician las gestiones para encontrar a las hermanas Delard, a sus esposos y recuperar a los hijos de ellas: Roberto, Paula y Victoria Lucía.
Finalmente, tras 6 meses de búsqueda en Argentina (sometida en ese tiempo a la dictadura instaurada en 1976) sólo logran recuperar a los 3 niños. Roberto y Paula en un orfelinato, Victoria Lucía bajo la protección del Obispo de Neuquén. Es la hermana de Roberto Cristi la que viaja a Francia con los 3 niños. "Asustados, pálidos, tristes sus ojos de niños no tenían brillo, comían con las manos y con ansiedad se abalanzaban sobre la comida. Paula lloraba permanentemente, Roberto casi no hablaba. Paula tenía diarreas frecuentes y tardó mucho en volver a contener sus esfínteres, igual que Roberto que tuvo enuresis, micción nocturna, hasta muy grande, además de sentir fobia a las planchas eléctricas".
Meses después de la llegada de los niños, que fue el 16 de julio de 1977, René Gajardo Torres, con oficina en MacIver 376 les escribe avisándoles que Gloria Ximena había tenido una niña, agregando antecedentes sobre el peso y estado de salud. ¿De dónde obtuvo él estos antecedentes?. Un sacerdote llamado Carlos Brunet de la orden Mercedaria, Capellán Militar con residencia en la calle Reconquista 163 de Buenos Aires, habla informado que Gloria Ximena había tenido una hija, la cual estaba en un convento de las monjas Pasionistas de la Argentina.
Los esfuerzos por confirmar estos datos son asumidos por un amigo y colega de Oscar Delard, el doctor Alfonso Chelen, quien el 19 de abril de 1980 escribe a la familia Delard diciendo "el sacerdote Carlos Brunet es depositario de todos los antecedentes".
Diez años después nada se sabe. Las abuelas de la Plaza de Mayo de la Argentina están en permanente comunicación con la familia Delard. Ellas les informan que un ex prisionero argentino, a quien ellas ubicaron había estado con Gloria y Roberto en la Escuela de Mecánica de la Armada, transformada en cárcel en Argentina. Gloria estaba embarazada aún y se encontraba "anímicamente muy mal. Roberto intentaba animarla siempre".
Roberto, Paula y Victoria Lucía han crecido junto a sus abuelos a quienes llaman padres. Las dos niñas se parecen extraordinariamente a la foto que nos dieron de Carmen y Gloria.
Gladys Díaz Armijo, ex prisionera política, C.I.Nº: 3.520. 153-K de Santiago nos entregó el siguiente testimonio que habla del posible destino de Michelle Peña.
Gladys fue detenida el 20 de febrero de 1975 junto a Juan Carlos Perelman Ide en su domicilio. Allí llegó la DINA, la casa fue brutalmente allanada y ellos golpeados y vejados. Al cabo de un momento los vendan y esposan. Su casa fue saqueada. No quedó nada y en camiones los trasladan a ellos con todos sus muebles. Fueron conducidos directamente a Villa Grimaldi; allí Gladys fue sometida a brutales técnicas de tortura física e incomunicada por meses con privación de alimentos y agua, debiendo permanecer en pequeñas celdas de madera.
El 8 de mayo fue trasladada al pabellón de incomunicados de Cuatro Álamos y luego el 9 del mismo mes a libre plática. Había enflaquecido 15 kilos y se encontraba extenuada. En numerosas oportunidades fue sacada por la DINA desde Tres Álamos y conducida nuevamente a Villa Grimaldi para ser sometida a interrogatorios. Gladys Díaz nos asegura que el jefe de Villa Grimaldi era Marcelo Moren Britto quien personalmente la interrogó innumerables veces, la mandó torturar y también él mismo la torturó. Marcelo Moren seguía siendo el jefe, cuando el día 2 de julio de 1975, encuentra en Villa Grimaldi a Michelle Peña y a Carolina Wiff (Modesta Carolina Wiff Sepulveda, militante del Partido Socialista, quien fue detenida junto a Carlos Lorca el 25 de Julio de 1975. Actualmente desaparecida).
Con precisión Gladys nos relata ese momento: "ese día me sacan temprano de Tres Álamos, Pacheco autorizó mi salida y me entregó a la DINA. Iba sin los ojos vendados pues yo ya conocía ese lugar y a todos los aprehensores. Al llegar me dejaron por horas sentada en una banca en el jardín. Como al mediodía me dijeron que fuera a comer algo y me hicieron pasara otro patio en donde había una mesa con 3 platos, allí condujeron a 2 mujeres que yo había dechado de pie debajo de un árbol con sus ojos vendados. Las hicieron sentarse a mi lado. Les hablé, desconfiaron de mí y guardaron silencio, una era más morena, pelo corto; la otra de tez muy blanca; nariz respingona. Les expliqué quien era y ellas me dieron nombres que percibí eran al azar ambas estaban enflaquecidas tristes y temerosas, especialmente la de tez más blanca. Conversaban entre ellas como ignorándome, pensarían que yo era una delatora; además no podían verme. Hablaban de Julio, decían que Julio (Nombre Político de Carlos Enrique Lorca Tobar Secretario General de la Juventud Socialista, detenido el 25 de junio de 1975, y desaparecido hasta la fecha) estaba muy mal que se quejaba continuamente y que el otro, que supongo sena Exequiel Ponce (Exequiel Ponce Vicencio, dirigente del Partido Socialista. Se en-cuentra detenido desaparecido desde su detención el 24 de junio de 1975), estaba algo mejor. Insistí les dije que era importante que me dieran sus nombres pues yo volvería seguramente a Tres Álamos y que podía informar sobre ellas, que no quería saber más que sus nombres; entonces una, la de pelo corto y morena; me dijo que se llamaba Carolina y la otra Michelle, no me dijeron sus apellidos. Luego siguieron ignorándome y hablando entre ellas; una comentaba que los guardias le habían dado la ropa de Julio, llena de sangre y que tenían que lavarla. En ese momento los guardias apresurada mente vinieron a buscarme. No las vi más".
"Cuatro o cinco días después, encontrándome en Tres Álamos varios presos políticos fuimos interrogados por una persona del Comité por la Paz no sé si era un abogado, quien había entrado en hora de visita y traía ocultas varias fotos de hombres y mujeres. Reconocí sin vacilar a las prisioneras que había visto en Villa Grimaldi. Le di sus nombres, él me dio sus apellidos".
"No supe que Michelle estaba embarazada al momento de su detención el 20 de junio de 1975. Cuando la vi indudablemente ese hijo había nacido. Ella nada me dijo...".
Anexo: Antecedentes Jurídicos
"Los desaparecidos me tienen curco"
La célebre frase atribuida a Israel Borquez, Presidente de la Corte Suprema de Chile, es acaso el mejor reflejo de la actitud del poder que él presidía frente al problema de la desaparición forzada de personas en nuestro país. En realidad, la intervención de Borquez viene a poner el broche de oro a una larga historia de sometimiento a las autoridades militares, omisiones injustificables, complicidad criminal, prevaricación.
Esa actitud evasiva ha llegado a transformarse casi en doctrina de los supremos magistrados. El anterior presidente, José María Eyzaguirre, expresaba a la prensa extranjera en 1976, cuando la Asamblea de la OEA se efectuó en Santiago, que coincidía plenamente con la declaración del Pleno de la Corte Suprema en el sentido que: «-los tribunales ordinarios respetan la competencia exclusiva del Ejecutivo respecto de los detenidos en virtud de un decreto de Estado de Sitio.» (El Mercurio, 15 de Junio de 1976).
La evasión de responsabilidades y el sometimiento al ejecutivo no pueden ser explicados sino suponiendo que el máximo tribunal siempre creyó o simuló creer literalmente la versión oficial de la dictadura militar. Eyzaguirre expresó en marzo de 1976, durante la apertura del año judicial, que "de los informes de los procesos sobre detenidos desaparecidos se desprende que numerosas personas se encuentran en libertad otras han salido al extranjero, otras están detenidas en virtud del estado de sitio, otras procesadas por tribunales militares y finalmente, respecto a algunas, se trata de delincuentes de derecho común".
No es sino una obsecuencia ciega la que llevó al señor Eyzaguirre a declarar en la misma entrevista que ofreció durante el encuentro de la OEA, que luego de visitar distintos lugares de detención y de haberse entrevistado con algunos detenidos, "nadie había denunciado tortura y que a unos le habían solicitado que intercediera para que no los pusieran en libertad por temor a represalias terroristas de algunas compañeros".
Muy al comienzo de la dictadura militar, el 6 de agosto de 1974, el Pleno de la Corte Suprema, haciéndose eco de la preocupación del Ministro del Interior de la época, en el sentido que la gran cantidad de recursos de amparo presentados inducía a la opinión pública nacional e internacional a formarse una imagen desfigurada de la realidad, acordó instruir a las Cortes de Apelaciones para que "examinen previamente, en cada caso, la procedencia de los recursos de amparo", y no dar curso a la denuncia "cuando la respectiva solicitud de presentación se limita a dar cuenta del desaparecimiento de una persona, sin aportar ningún antecedente acerca de su posible detención, privación o restricción de libertad por orden de alguna autoridad o funcionario administrativo o judicial".
Es de amplio conocimiento que todos los recursos de amparo interpuestos en favor de detenidos desaparecidos fueron rechazados. Existe sólo una excepción, que sin embargo no tuvo ninguna consecuencia, el detenido nunca fue liberado y sigue hasta hoy desaparecido.
Es así como la Corte de Apelaciones de Santiago rechazó los recursos de amparo números 1239-74 y 992-75 presentados el 14 de octubre de 1974 y el 21 de agosto de 1975 en favor de Cecilia Bojanic; el recurso No 486-76 interpuesto el 3 de junio de 1976 en favor de Elizabeth Rekas; el recurso No 946-76 presentado el 19 de noviembre de 1974 por Cecilia Labrín; el recurso presentado el 1 de junio de 1976 en favor de Nalvia Mena; el recurso No 1004-74 del 27 de agosto de 1974 en favor de Gloria Lagos; el amparo No 827-75 presentado el 8 de julio de 1975 a raíz de la detención de Michelle Peña; el recurso interpuesto en favor de Reinalda Pereira el 20 de diciembre de 1976; el recurso presentado en favor de Jacqueline Drouilly. Todos los amparos fueron declarados sin lugar con el sólo mérito de la información proporcionada por la autoridad administrativa, en especial por el Ministerio del Interior.
En favor de Cecilia Bojanic, Cecilia Labrín, Gloria Lagos y otros 129 desaparecidos, el Comité Pro Paz presentó un recurso de amparo colectivo, el que fue rechazado por la misma Corte de Apelaciones de Santiago el 28 de noviembre de 1974. Su resolución fue confirmada por la Tercera Sala de la Corte Suprema. Sin embargo, el 19 de febrero de 1975 el pleno de ese tribunal sembró la esperanza cuando solicitó a la Corte de Apelaciones que designara un ministro en visita, nominación que recayó en el ministro Enrique Zurita Campos. El desencanto no tardó en llegar. El Ministro cerró el proceso sin resultado alguno.
Luego de agotada la posibilidad del amparo, los familiares recurrieron a otras vías judiciales.
Es así como ante el Cuarto Juzgado del Crimen de Santiago quedó estampada la denuncia por secuestro de Cecilia Bojanic. La causa con el Rol Nº 9746-1 fue sobreseída temporalmente el 30 de abril de 1976 y nuevamente sobreseída el 2 de septiembre de 1977, resolución aprobada por la Corte de Apelaciones de Santiago el 19 de octubre de 1977, la misma Corte, que luego de rechazar el segundo recurso de amparo, puesto en favor de Cecilia, ordenara al Cuarto Juzgado que investigara su presunta desgracia.
El 16 de octubre de 1974 se presentó una denuncia por presunta desgracia de Cecilia Labrín. El Sexto Juzgado del Crimen de Santiago investigó en la causa Rol No 90.689, sobreseyéndola temporalmente. El sobreseimiento fue aprobado por la Corte de Apelaciones capitalina el 16 de mayo de 1975.
Los familiares de Gloria Lagos presentaron una denuncia por presunta desgracia el 31 de mayo de 1976.
El año anterior, en el mes de julio, se presentó en el Quinto Juzgado del Crimen de Santiago una denuncia por detención ilegal de Michelle Peña. La investigación No 100.753 tuvo el mismo magro resultado de siempre.
Durante 1976 se inician dos procedimientos: uno por denuncia y otro de oficio para investigar la posible desgracia de Elizabeth Rekas, investigación llevada a cabo por el Quinto Juzgado del Crimen de Santiago en la causa Rol No 102.825-1, con la ya conocida suerte de sobreseimiento temporal.
El Segundo Juzgado del Crimen de La Granja investigó el secuestro de Nalvia Mena en la causa Rol No 20.027-9, también sobreseída temporalmente. En 1977 los familiares de ésta presentaron querella por secuestro contra el funcionario de Investigaciones Nelson Rivas. La querella se acumuló a la causa mencionada precedentemente. Esta vez se aplicó el D.L de Amnistía para sobreseer definitivamente al inculpado Rivas.
Entretanto se hicieron varias peticiones de ministro en visita.
Famosas son las solicitudes para que un ministro investigara la suerte de los 119 chilenos desaparecidos, entre los que se incluye Jacqueline Drouilly, sobre los cuales la prensa de la época publicó informaciones que los daban por muertos en enfrentamientos con fuerzas de seguridad argentinas y en luchas intestinas, noticia que, como se demostró posteriormente era falsa.
Al igual que todas las anteriores, la Corte Suprema rechazó el 12 de agosto de 1976 una solicitud de designación de ministro en visita presentada en favor de 163 personas por las cuales se habían interpuesto recursos de amparo. En octubre de 1976 nuevamente se rechazó una solicitud en tal sentido hecha por la Vicaría de la Solidaridad, esta vez por 313 personas.
Dos peticiones fueron acogidas. Ambas guardan relación con las detenidas que estando embarazadas fueron hechas desaparecer. Las investigaciones corrieron muy diversa suerte.
El 27 de enero de 1977 se presenta una petición de nombramiento de ministro en visita para que investigue la desaparición de 13 miembros del Partido Comunista. En febrero del año siguiente, el pleno de la Corte Suprema accede a la petición, pero inexplicablemente ordena que sean investigados solamente 8 casos; posteriormente amplía la cifra a 10 personas, entre las cuales se hallaba Reinalda Pereira.
Resultó designado el Ministro de la Corte de Apelaciones de Santiago Rubén Galecio Gómez. Al día siguiente lo subrogó el ministro Aldo Guastavino, quien 5 días después cerró la investigación, basándose en certificados de la Policía Internacional que acreditaban salida del país a los detenidos desaparecidos a través de la Avanzada Los Libertadores entre el 21 de diciembre de 1976 y el 11 de enero de 1977. Su resolución fue revocada y se ordenó que continuara la investigación. Al tiempo fue designado Ministro en Visita Carlos Cerda Fernández, quien logró determinar que los documentos que habían motivado al sobreseimiento del Ministro Guastavino eran falsos y el 14 de agosto de 1986 encargó reo y sometió a proceso a 39 personas por los delitos de ilegítima privación de libertad de Reinalda Pereira y Edras Pinto y asociación ilícita, de las cuales 17 pertenecían a la FACH, 13 a Carabineros y 2 a la Armada; era el famoso Comando Conjunto.
Las encargatorias de reos fueron dejadas sin efecto por la Corte Suprema y como el Ministro Cerda se negó a aplicar la amnistía, fue suspendido de su cargo y sancionado económicamente. Se nombró entonces, a un ministro ad-hoc más obediente a los dictados de la Excelentísima Corte que si aplicó la amnistía.
El proceso se cerró definitivamente cuando en agosto de 1989 la Corte Suprema rechazó el último recurso de los querellantes.
En tanto, el 3 de noviembre de 1978, 11 Vicarios de la Iglesia Católica solicitaron un Ministro en Visita por 651 casos. En marzo de 1979 la Corte Suprema resolvió que las Cortes de Apelaciones de Santiago, Rancagua, Chillán, Concepción y Temuco designaran Ministros en Visita.
En Santiago fue nombrado Servando Jordán, quien investigó la suerte de los detenidos desaparecidos de Santiago entre 1973 y 1978, entre los cuales se cuentan Cecilia Bojanic, Elizabeth Rekas, Cecilia Labrín, Jacqueline Drouilly, Gloria Lagos y Michelle Peña.
La investigación no dió frutos, frustrándose por dos motivos: el habitual sobreseimiento temporal y el paso de las causas a la justicia militar.
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• El Mercurio, 15 de Junio 1976
Editado electrónicamente por el Equipo Nizkor- Derechos Human Rights el 25ago01
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