2007:
JEREMY SCAHILL: El hombre de Blackwater en Latino… bueno, ya no es su hombre en Latinoamérica, sino el hombre que ha estado trabajando para Blackwater en Latinoamérica, es un individuo llamado José Miguel Pizarro, y es un ciudadano de doble nacionalidad de Estados Unidos y Chile. En realidad, lo tengo en mis archivos y lo entrevisté durante varias horas. Y el señor Pizarro creció en el Chile de Pinochet con sueños de servir en las fuerzas Armadas chilenas. Y es un gran defensor de Augusto Pinochet y un defensor del historial de Pinochet y dice que vivió bajo el gobierno militar durante diecisiete años y que no vio ninguna dictadura y, sabes, suma y sigue. Y explico en detalle en el libro hasta qué punto es un entusiasta de Pinochet.
Así que cumplió sus sueños. Sirvió en las fuerzas armadas chilenas y llegó a conocer –porque era bilingüe y también era ciudadano norteamericano– llegó a conocer a gente de las fuerzas armadas de Estados Unidos y realmente los admiró y los respetó. Y así, cuando abandonó las fuerzas armadas chilenas, se unió a las fuerzas armadas norteamericanas y trabajó como traductor para el Comando Sur de los Estados Unidos. Y viajó por toda Latinoamérica y se reunió con todos esos funcionarios militares.
Y entonces, en 1999, ofreció sus servicios a General Dynamics, vendiendo, esencialmente, productos militares de General Dynamics a los gobiernos latinoamericanos. Y tuvo tanto éxito que en 2001 abandonó General Dynamics y abrió su propia consultoría y fue y se presentó a todos los agregados militares de las naciones latinoamericanas y comenzó a venderles lo que calificó de “inteligencia empresarial”. Dice: “Yo no era un traficante de armas”. Y así, lo que hacía Pizarro era ir a ver a los agregados militares de casi cada nación latinoamericana y les decía: “Puedo ponerlo en contacto con gente que puede ofrecer servicios a sus fuerzas armadas con nuevos equipamientos y armas, etc.” Así que andaba por ahí y en cierto modo era un intermediario entre los fabricantes de armas de los Estados Unidos y gobiernos latinoamericanos. Y formó una operación muy exitosa.
Cuando comenzó la guerra de Irak en 2003, Pizarro fue contratado por CNN en español como comentarista sobre la guerra, y estableció una amistad con Wesley Clark, y dijo que iba a la cafetería – tanto él como Clark estaban basados en Atlanta – y si no sabía qué decir sobre un tema en particular, le preguntaba a Wesley Clark: “¿Qué debería decir sobre esto?” Y el general Clark le respondía: “Bueno, José, te lo diré,” y entonces decía exactamente en español lo que Clark le había dicho en inglés. Y así trabajaba Pizarro y seguía realizando su asesoría militar.
Conoció a una representante de Blackwater, a quien describió como una mujer atractiva, en una exposición profesional en 2003. Y se acercó a ellos. En realidad, nunca había oído hablar de Blackwater. Y su idea inicial fue que quería ayudar a Blackwater a vender sus sistemas de objetivos en Latinoamérica, como los había hecho para todas esas otras compañías. Y así, terminó por ir al complejo de Blackwater, y dio que fue como si entrara a un plató cinematográfico, a una base militar privada. Lo enloqueció esa propiedad de 28 kilómetros cuadrados en Moyock, Carolina del Norte. Y, sabes, habló al respecto como un niño que ve su primera película en la gran pantalla.
Y así tuvo de inmediato esa visión de que “no voy a vender sus sistemas de objetivos. Quiero conseguirles algunos soldados chilenos”. Y así, comenzó a hacer lobby ante funcionarios de Blackwater diciendo, sabes, los chilenos están verdaderamente bien entrenados y, sabes, existe el sistema de los Estados Unidos y tenemos tremendas fuerzas especiales. Y, desde luego, hablaba de las fuerzas armadas establecidas con el apoyo de los Estados Unidos en el Chile de Pinochet, sabes, ese régimen asesino, ese régimen brutal en Chile. Y así, el presidente de Blackwater, Gary Jackson, dice Pizarro, no estaba convencido en absoluto. Y costó semanas y meses de trabajo para llegar a una proposición real.
Pizarro obtuvo una reunión con Erik Prince, fue y le dijo: “Sabe, señor Prince, quisiera cinco minutos de su tiempo”. Prince, dice, le respondió: “Te doy tres minutos.” Resultó, según Pizarro, que Erik Prince había servido con los Seals de la Marina en Chile y tenía un gran respeto por las fuerzas chilenas. Así le dijo esencialmente a Pizarro: “Si puedes conseguirme aunque sea un solo Seal de la Marina de Chile, me vale la pena. Así que hazlo, anda para allá, y junta a tus muchachos. Y llámame cuando estés listo.”
Pizarro fue a Chile, comenzó a hablar con la gente, gente ex militar, etc. Puso un aviso en el periódico, lo inundaron las solicitudes de antiguos miembros de las fuerzas especiales chilenas. Y establecieron un campo, en el que comenzaron a evaluar. Dice: “No estábamos entrenando. Estábamos evaluando soldados.” Y utilizaban rifles simulados, etc., en el campo chileno.
Y para acortar la historia, Blackwater envió a evaluadores. Tres evaluadores fueron a Chile en noviembre de 2003, y consideraron las fuerzas de Pizarro. Y finalmente, en febrero de 2004, Pizarro fue a Moyock, Carolina del Norte, con su primer grupo de chilenos. Y dice que suministró unos 750 chilenos a Blackwater y a otras firmas militares privadas que operan en Iraq. Fueron las primeras fuerzas internacionales cuyo uso es admitido por Blackwater. Entonces citó a Gary Jackson, que se opuso originalmente, después de la llegada de sus chilenos a Irak, diciendo: “Fuimos al confín del mundo a la busca de profesionales, y los chilenos encajan bien en el sistema de Blackwater”.
Texto original, aquí.
2005:
“Suficiente es suficiente”, declaró un funcionario del Ministerio del Interior iraquí. Aludía al creciente número de incidentes provocados por contratistas privados. Según la misma fuente, cada semana, tan sólo en Bagdad, mueren 12 civiles iraquíes ultimados por empleados de empresas contratistas, y añadió: “Estudiamos cómo podemos restringir las licencias para el porte de armas, y de qué forma castigar los peores casos. Hay que terminar con la cultura de la impunidad”. No en vano se ha dicho que Irak nada tiene que envidiar al “far west”. El comentario, en todo caso, fue motivado por una fricción entre infantes de Marina de Estados Unidos y empleados de la empresa Zapata Engineering, propiedad del chileno Manuel Zapata.
Los hechos ocurrieron en Faluya el 28 de mayo. Dado el gran riesgo de ser atacado en las rutas iraquíes, los desplazamientos son a toda velocidad. Si un auto no se aparta o se acerca al convoy, sus ocupantes disparan tiros de advertencia o incluso directamente contra el vehículo sospechoso. Rige aquello de tirar primero y preguntar después. Esto es lo que habría ocurrido con una caravana que transportaba 19 empleados detenidos por los infantes, acusados de haber disparado contra sus instalaciones. Fueron internados en Camp Faluya, donde, según Mark Schopper, abogado de dos de los detenidos, sus clientes sufrieron abusos físicos y sicológicos. Encañonados, debieron arrodillarse mientras perros ladraban en sus caras. Desnudos y esposados, a uno de ellos “le apretaron los testículos”. El abogado añadió que a uno de sus defendidos, un infante de Marina norteamericano en retiro le preguntó a gritos “¿Qué sientes ahora sobre ser un rico contratista?”. Dave Lapan, vocero de la Infantería de Marina, negó todo y dijo que los detenidos fueron “tratados de manera humana y respetuosa”.
El chileno Manuel Zapata, que emigró a Estados Unidos en 1967 y creó en 1991 la empresa Zapata Engineering, dijo que investigan el incidente. Añadió que no puede imaginar que sus hombres hayan disparado contra efectivos de su ejército. En realidad, resulta difícil explicar que lo hayan hecho, dado que casi todos eran miembros en retiro de las Fuerzas Armadas norteamericanas. La compañía viene de ganar un contrato con el Pentágono por 120 millones de dólares para recolectar y destruir munición abandonada por el Ejército de Sadam Husein. Todos los detenidos fueron liberados tres días más tarde y los norteamericanos debieron abandonar Irak.
El mercado manda
El negocio de las empresas privadas que realizan tareas de apoyo militar en Irak es enorme. La primera fuerza militar extranjera en el país árabe es el contingente norteamericano, con unos 135 mil efectivos. La segunda son los contratistas, que emplean cerca de 20 mil, de los cuales unos 600 son chilenos. En un distante tercer puesto se ubican los británicos, con menos de 10 mil. La aludida molestia de los infantes de Marina con sus ex compañeros de armas por los salarios es comprensible. Los ingresos top de Blackwater, para la cual recluta en nuestro país el chileno José Miguel Pizarro, pueden llegar hasta los 18 mil dólares mensuales. El salario promedio pagado a hombres de armas de países desarrollados es en promedio 100 mil dólares anuales y gozan de mayores beneficios, amén de mayor libertad que los uniformados. Un policía estadounidense retirado puede aspirar a 60 ó 70 mil dólares.
Los chilenos y otros tercermundistas contratados para trabajos similares a sus contrapartes norteamericanos no pasan de los 30 mil dólares anuales. Los atractivos sueldos repercuten al interior de las Fuerzas Armadas estadounidenses que, con sus operaciones en Irak y Afganistán, tienen cada vez más dificultades para reclutar. En especial les cuesta retener a oficiales de fuerzas especiales altamente calificados. En algunos casos, ya se ofrecen primas de 150 mil dólares para reenganchar a los que salen a retiro prematuro.
Nadie escapa a las leyes del mercado. Las externalizaciones están a la orden del día. Todas las tareas que las Fuerzas Armadas norteamericanas pueden delegar a empresas privadas, llamadas private military companies, o compañías militares privadas (CMP), son transferidas apenas ello es posible a tres campos: construcción, transporte y mantención. Pero en tiempos recientes se ha extendido a la seguridad de instalaciones militares, el abastecimiento, desminado, entrenamiento de tropas locales, e incluso tareas de recolección de inteligencia. Un empleado de la Titan Corporation estuvo involucrado en las denuncias de tortura en la prisión de Abu Ghraib. Un sinnúmero de misiones que antes recaían en las fuerzas regulares, hoy se distribuyen entre más de 60 CMP que operan en Irak. Sus empleados prefieren llamarse “soldados privados”, aunque, en un sentido tradicional, calzan con la definición de un mercenario.
Texto original, aquí.
En manos del Segundo Juzgado Militar quedó la polémica suscitada por el reclutamiento y posterior entrenamiento de ex militares interesados en cumplir labores de seguridad privada en Irak, luego de los nuevos antecedentes denunciados en el programa de TVN Informe Especial.
A través de un comunicado, el Ministerio de Defensa expresó que por instrucciones del titular de esa cartera, Jaime Ravinet, “el Ministerio Público Militar formalizó hoy (ayer) ante los tribunales una denuncia en contra del particular José Miguel Pizarro Ovalle por los delitos de formación de grupo de combate armado y usurpación de funciones propias de las Fuerzas Armadas y de Orden”.
La presentación, señala el texto, “se fundamenta en los hechos presentados en la última edición del programa ‘Informe Especial’ de Televisión Nacional en que, en un reportaje calificado como “preciso y concluyente” se muestra “a un grupo de ex militares que se adiestra y prepara para una guerra, con armamento de puño y eventualmente de guerra”. “La formación de grupo de combate armado infringe el artículo 8º de la ley 17.789 sobre control de armas”, señala la secretaría de Estado (…)
En las imágenes “se puede apreciar –comenta- la presencia de al menos un extranjero de habla inglesa, y cuya nacionalidad pareciera ser de Estados Unidos, el cual interactúa con las otras personas en el entrenamiento y ejecución de ciertas acciones ofensivas y defensivas junto a José Miguel Pizarro Ovalle. Del contexto del reportaje, se desprendería que podría ser un ex militar de las FF.AA. de dicho país” (…)
El aludido empresario José Miguel Pizarro reaccionó entablando querellas contra el programa Informe Especial. Según el ex militar, el programa lo “injurió” y “manipuló la información”.
“Tú no puede formar un grupo terrorista, un grupo paramilitar, un grupo guerrillero, con pistolas de agua”, aseguró, al defender la versión de que en los videos mostrados por TVN no había armamento real sino “fusiles de goma, hule, plástico o cerámica”.
Pizarro también acusó que los periodistas del canal consiguieron videos que le fueron robados, en los que se representan acciones de seguridad y que utiliza para captar clientes.
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2005:
El subsecretario de Guerra, Gabriel Gaspar, aseguró que el reportaje sobre el entrenamiento de mercenarios a cargo de la empresa Red Táctica viene a corroborar las presunciones que se tenían en el Gobierno acerca del uso ilegal de armas.
Gaspar aseguró que el reclutamiento de personal en retiro, por parte de Pizarro, para contratarlo como personal de seguridad en Irak “en realidad es una forma encubierta de contratar paramilitares y, al mismo tiempo, en condiciones de mucho riesgo para el personal, porque son empresas de muy dudosa legalidad”.
Texto original, aquí.
2008:
En un fallo unánime, la Sexta Sala de la Corte de Apelaciones de Santiago resolvió confirmar la condena impuesta al ex oficial de las Fuerzas Armadas (FFAA) y empresario José Miguel Pizarro Ovalle por el reclutamiento y envío de chilenos a Irak, quienes debían cumplir labores de vigilancia en ese país.
El dueño de la empresa Blackwater -encargada de la selección y de preparar a los mercenarios- recibió una pena de 61 días de presidio remitido y una multa de 200 Unidades Tributarias Mensuales (UTM), esto es 7.530.400 dólares.
Además de la inhabilitación perpetua para realizar cualquier función que esté especificada en la ley de vigilantes privados.
Así lo establecieron los ministros Jorge Dahm, Juan Eduardo Fuentes y el abogado integrante Nelson Pozo tras considerar que con su negocio, Pizarro Ovalle infringió disposiciones del DL 3.607 que regula esta materia.
Los magistrados precisaron, en su fallo, que la norma prohíbe la contratación de ex miembros de las FFAA o de guardias de seguridad para realizar labores de vigilancia privada.
Por exigirlo el interés nacional, prohíbese a toda persona natural o jurídica proporcionar u ofrecer, bajo cualquier forma o denominación, vigilantes privados. Esta prohibición se extiende a las convenciones destinadas a proporcionar personal para cumplir labores de vigilantes privados, reseña el inciso 2º del artículo 5 bis de la normativa.
La defensa del sentenciado alegó que la sede de la empresa Blackwater se encuentra en Carolina del Norte, Estados Unidos, y que allá se contrataría a las personas seleccionadas en Chile por lo que dentro del territorio nacional sólo se había realizado un casting.
No obstante, los jueces estimaron que si bien es cierto que no se ha demostrado que en Chile se los hubiera contratado, lo cierto es que era para que viajaran a Estados Unidos y de allí a Irak para desempeñarse como tales (vigilantes privados), consigna el dictamen.
La investigación en contra del empresario fue dirigida por el 17 Juzgado del Crimen de la capital que lo condenó en 2006 luego que la Dirección General de Movilización Nacional denunciara los hechos.
Texto original, aquí.
2010:
Blackwater, la empresa privada de Estados Unidos que ha hecho fortuna prestando servicios paramilitares en Irak, tiene los ojos puestos en Colombia como mercado de futuro, según el periodista estadounidense Jeremy Scahill, autor de un libro sobre “El ejército mercenario más poderoso del mundo”.
Scahill presentó este lunes (8 de febrero de 2010) en España, junto a la editorial “Paidós” , esta historia no autorizada sobre el imparable ascenso de Blackwater desde los atentados del 11 de septiembre de 2001 en EE.UU. y sobre su conversión en uno de los poderes fácticos más poderosos e influyentes del complejo militar-industrial estadounidense.
En declaraciones a Efe, este periodista de 32 años que colabora habitualmente con el semanario progresista “The Nation”, comenta que Blackwater ha conseguido beneficios récord en los últimos dos trimestres, pero que su objetivo es diversificar el negocio para adaptarse a nuevas realidades y que eso pasa por América Latina.
“Blackwater podría terminar en América Latina” , dice Scahill, quien destaca que el Pentágono ha instado a la compañía que preside Erik Prince, un ex militar de familia rica y muy conservadora, a optar a un plan de lucha contra la droga, principalmente para México y Colombia, que tiene un presupuesto de 15.000 millones de dólares.
Es a través de estas empresas privadas como Washington quiere garantizar su presencia en la región sin “dejar una huella militar”, explica el periodista, quien sostiene que los miles de millones de dólares que EEUU ha invertido en los últimos 15 años en la lucha antidroga en la región han sido para “la lucha contrainsurgente”.
El caso de Colombia es ideal, pues recibe de Estados Unidos 630 millones anuales para luchar contra el narcotráfico, de los cuales, a su vez, Bogotá destina buena parte a pagar los servicios de empresas de las mismas características que Blackwater, como DynCorp.
“El futuro pasa por el entrenamiento y la preparación de militares latinoamericanos, con el objetivo de tener pequeños equipos paramilitares trabajando para estas compañías en América Latina. Veremos un incremento de la presencia de estas empresas que deciden radicarse en la región”, pronostica Scahill.
Texto original, aquí.
http://www.elpuercoespin.com.ar/2010/10/05/blackwater-y-latinoamerica-ayer-mercenarios-manana-%C2%BFteatro-de-operaciones/
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