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lunes, 24 de octubre de 2011

Dinero de la CIA financiaba “El Mercurio”


Entre los numerosos medios de prueba presentados en este intento por sumariar y expulsar del Colegio de Periodistas a Agustín Edwards, Manuel Cabieses puso a disposición del tribunal ético el libro Allende, cómo la Casa Blanca provocó su muerte, de Patricia Verdugo (Catalonia, agosto 2003), y un artículo de Peter Kornbluth, director del proyecto de Documentación sobre Chile en el National Security Archive de la Universidad George Washington, publicado en septiembre-octubre en la revista Columbia Journalism Review (reproducido en PF N° 553).
Kornbluth aporta detalles de los documentos desclasificados por la CIA y la Casa Blanca sobre las gestiones de Edwards en Washington en los años 70. Proporciona, además, pormenores de la entrega de casi dos millones de dólares de la CIA a El Mercurio, autorizada por Richard Nixon en 1971 y 1972 para financiar la campaña destinada a crear condiciones favorables al golpe militar.
La periodista Patricia Verdugo describe minuciosamente esos mismos hechos a partir de las fuentes norteamericanas. Así, relata la reunión en la Casa Blanca entre Nixon y Agustín Edwards el 15 de septiembre de 1970, gestionada por el presidente de la Pepsi Cola, Donald M. Kendall: “Se encontraron en un ‘desayuno de trabajo’ al que también asistieron el empresario Kendall, Kissinger y John Mitchell, fiscal general. (...) En suma, el poderoso empresario chileno Agustín Edwards pidió la ayuda de Estados Unidos para impedir el desastre en Chile. Kissinger, en sus memorias, Los años en la Casa Blanca, le endosa al chileno Edwards la responsabilidad de haber presionado a Nixon, de haberle ‘calentado’ el ánimo para que decidiera acciones drásticas”. Más adelante, Patricia Verdugo cita al Informe Church, donde se da cuenta del resultado de esa reunión: “El 15 de septiembre, el presidente Nixon informó al director de la CIA, Richard Helms, que un gobierno allendista no era aceptable para los Estados Unidos e instruyó a la CIA para que jugara un rol directo en organizar un golpe de Estado en Chile, para evitar que Allende accediera a la presidencia”.
En otra parte del libro, la escritora y periodista reproduce otra aseveración del mismo informe: “La CIA gastó más de un millón y medio de dólares para apoyar a El Mercurio, el principal diario del país y el más importante canal de propaganda en contra de Allende. De acuerdo a los documentos de la CIA, estos esfuerzos tuvieron un rol significativo en la creación de las condiciones para el golpe militar”. El dinero llegó a El Mercurio por intermedio de la transnacional ITT, a través de una cuenta bancaria en Suiza.
Patricia Verdugo ratificó todo lo publicado en su libro y sus dichos en la entrevista publicada en PF N° 552 y ante el Tribunal Nacional de Etica y Disciplina del Colegio de Periodistas, como testigo referencial en el “caso Cabieses versus Edwards”. En esa ocasión, destacó que el hecho que Agustín Edwards nunca se haya querellado contra el gobierno de Estados Unidos “constituye prueba de que efectivamente recibió casi dos millones de dólares por hacer participar a su cadena de diarios en el complot para desestabilizar la democracia en Chile”. A su juicio, sancionar a Edwards con su expulsión del Colegio de Periodistas de Chile “sería un mínimo acto de reparación”
Periodistas y propietarios

La función de los profesionales de la comunicación suele situarse a medio camino entre el propietario de los medios y el receptor pasivo. Son intermediarios dentro del juego de la alienación universal, sometidos a reglas muy duras dentro de una economía de mercado mediático. Que lo serán todavía más, porque es un mercado limitado y hay demasiados profesionales para una industria cultural mediática en proceso continuo de concentración (dentro de cada mercado nacional) y con clara decantación hacia el Norte (en el contexto global).
Hace veinticinco años propuse que se incorporara la lectura de los medios de comunicación en las escuelas. Es decir, enseñar a decodificar, como única posibilidad de ser un receptor libre. Nos rasgamos las vestiduras cuando nos enseñan historia, pero aprender a ver y decodificar un mensaje televisivo es una cuestión fundamental de supervivencia democrática. Para saber “leer” cualquier medio, en cualquier lenguaje, lo primero que hemos de aprender es quién es el propietario de ese medio y a partir de ahí se puede empezar a decodificar cada lingüística comunicacional.


MANUEL VAZQUEZ MONTALBAN
(Del artículo “Los estuches de la libertad”, publicado en Brecha, Montevideo, 23-1-98)

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