Pedro Félix de Aguirre, amigo y consejero de Pinochet, cobró millonarias comisiones por los dos submarinos Scorpene que la Direction de Constructions Navales de Francia y el astillero español Navantia vendieron a Chile a fines de los ‘90. Las comisiones son investigadas ahora por la justicia de Francia. CIPER obtuvo una respuesta oficial de la Armada sobre su rol en la adquisición y el destino de los royalty que recibió en compensación. La revelación fue hecha por el portal de información francés bakchich.info
Pedro Félix de Aguirre, amigo y consejero de Pinochet, quien participó en el bullado caso de tráfico de armas defectuosas a Irán, cobró millonarias comisiones por los dos submarinos Scorpene (“O’Higgins” y “Carrera”) que la Direction de Constructions Navales de Francia (DCN) y el astillero español Navantia, una de las principales constructoras navales de Europa, vendieron a Chile a fines de los ‘90. Las comisiones ilegales pagadas por la DCN son investigadas ahora por la justicia de Francia. CIPER obtuvo una respuesta oficial de la Armada sobre su rol en la adquisición y el destino de los royalty que recibió en compensación. La revelación fue hecha por el portal de información francés bakchich.info
Para vender submarinos a Chile en 1997, el entonces Presidente Jacques Chirac y el Primer Ministro Lionel Jospin dejaron que la Dirección de Construcción Navales de Francia recurriera a los servicios pagados de uno de los consejeros más cercanos del general Pinochet. ¡Y ese jugoso contrato sigue vigente aún!
A fines de 2006, el submarino chileno “Carrera” zarpó del astillero español de Cartagena rumbo al puerto de Talcahuano en Chile. La construcción del navío fue el resultado de la exitosa cooperación entre la Direction des Constructions Navales de Francia (DCN) y los españoles del grupo Navantia. El submarino llegó finalmente a su puerto de destino después de un periplo de 8.500 millas. Era el segundo submarino del mismo tipo entregado a los chilenos.
Fue en la primavera de 1997 cuando se firmó el contrato entre franceses, españoles y chilenos. En Francia, la lamentable disolución del Congreso que resolvió Jacques Chirac le dio las riendas del gobierno a Lionel Jospin y a los socialistas. En Chile, el general Pinochet, quien organizó el sangriento golpe militar contra Allende, ya no estaba en el poder pero conservaba la jefatura del Ejército. Su influencia era aún considerable.
Los servicios de dos consultores al rescate
El prototipo de los dos submarinos entregados a Chile no había sido nunca probado fuera de los astilleros españoles. En esas condiciones, concretar el contrato fue especialmente duro para la cooperación española-francesa. Para ello, debieron recurrir a dos eficientes consultores chilenos: Pedro Félix de Aguirre Lamas y Francisco Andrés Muzard Ureta. Los dos, por su supuesta eficiencia en el negocio, recibieron suculentas ganancias, como lo acreditan los dos contratos que Bakchich obtuvo y publicó en su edición del 7 de julio. Aquí puede ver el contrato de Francisco Andrés Muzard Ureta , que recibió US$ 500 mil, y acá el de Pedro Félix de Aguirre.
Bakchich quiso saber más de estos dos hombres que hicieron de intermediarios en el negocio de los submarinos. Francisco Andrés Muzard es arquitecto y representante de empresas francesas en Chile, hijo de un gaullista histórico y está muy ligado al partido Unión por un Movimiento Popular (UMP), del presidente Nicolás Sarkozy. Más interesante es el historial de Pedro Félix de Aguirre, hombre en la trastienda del poder y que fue hasta la detención del general Pinochet en Londres, uno de sus más fieles seguidores. Desaparecido de escena, su hijo abogado ha tomado en sus manos la mayor parte de sus negocios.
Vino, armas y comisiones para el financista preferido de Pinochet
Para la mayor parte de los chilenos el rostro de Pedro Félix de Aguirre es desconocido. Tampoco aparece en Google o en otros bancos de datos a través de internet. En los años 80, Pedro Félix de Aguirre aparecía en varias sociedades en las que la familia Pinochet participaba de la propiedad. Durante la dictadura, De Aguirre se enriqueció en el negocio de las viñas y las armas, como lo describió el periodista del diario español El País, Ernesto Ekaiser en su libro Yo, Augusto. De ideas nacionalistas, fue especialmente cercano a Lucía Pinochet, la hija mayor del general y también de su esposa, Lucía Hiriart. Nada que pareciera perturbar a los oficiales de la DCN que entraron en estrecha relación con él.
Fue precisamemte De Aguirre quien hizo algunas investigaciones discretas sobre el grado de avance que tenían los juicios contra el general Pinochet en manos de jueces españoles. Y fue él quien intentó convencer al ex dictador de que debía entrevistarse con el magistrado español García Castellón, a quien describió como un conservador que estaba dispuesto a archivar su expediente. Algo que el viejo dictador no hizo.
Los secretos que el empresario y amigo de la familia Pinochet conocía sobre la fortuna de éstos interesaron en su momento a dos jueces chilenos: Sergio Muñoz y Juan Guzmán. Ambos jueces habrìan tenido que interesarse más de cerca por los secretos de la DCN y su división Internacional (DCNI).
Pedro Félix de Aguirre dejó un muy mal recuerdo entre sus interlocutores franceses. Lo vieron arremeter con furia contra los ejecutivos del Canadian Imperial Bank of Comerce (CIBC), banco que trabajaba para la DCNI, llamar a la sede central en Toronto, estallar y denunciar el retraso en los pagos. “Un hombre muy mal educado”, explica un alto funcionario del Ministerio de Defensa.
Los negocios continúan
Después del contrato con Chile, otros submarinos del mismo tipo (Scorpene) han sido vendidos por los franceses y los españoles: seis a Malasia y dos a la India. Pero los intermediarios chilenos que facilitaron la venta de los primeros submarinos se interesaron en participar de la venta de los siguientes. Así lo acredita un documento confidencial que lleva en la cabecera la rubrica de la DCNI fechado el 17 de diciembre de 1997 y dirigido al capitán chileno Alejandro Hermann Hartung. En la misiva se indica que por cada navío vendido a otro país los chilenos recibirán seis millones de francos (aproximadamente 920 mil euros de hoy).
(Nota de CIPER: Hermann fue quien en su calidad de comandante de la Fuerza de Submarinos de la Armada recibió el 10 de diciembre de 2005 en Valparaíso el submarino Scorpene “O’Higgins”, después de navegar durante 49 días desde Cherburgo, Francia. Se fue a retiro ese mismo mes).
Pero lo cierto es que la época bendita de los grandes contratos y las comisiones millonarias ha quedado en el pasado.
Otro intermediario de Francia: Klaus Barbie en Bolivia
En materia de armamento, a veces Francia ha recurrido a intermediarios muy poco recomendables. Así lo constató el general Paul Aussaresses, quien lo relató en su último libro Yo no he dicho todo(Ediciones du Rochet), cuyo resumen fue publicado por L’Express en abril pasado.
El general de la guerra de Argelia relató que cuando las empresas de armamento francesas le encomendaron a fines de los años 70 hacer una prospección en Bolivia para nuevos contratos, él cayó en La Paz sobre Klaus Barbie, el ex oficial de la Gestapo buscado por la justicia por sus crímenes de guerra. Barbie trabajó con los grupos del Ministerio de Defensa y obtuvo su parte como intermediario.
“Francia entregó una buena cantidad de cañones a Bolivia gracias a los buenos oficios de Klaus Barbie. Y Barbie recibió una comisión de Francia… No tengo la intención de entrar en conflicto con la gente de la GIAT (los constructores de cañones), pero eso no está bien”, señala d’Aussaresses.
El factor Couyoumdjian y el royalty que recibió la Armada de Chile
Por Mónica González, CIPER
La decisión de adquirir dos submarinos Scorpene al consorcio formado por la Direction de Constructions Navales de Francia (DCN) y su socio español, el astillero Navantia, suscitó a fines de 1997 gran polémica en Chile. No se trató de cualquier compra. Los Scorpene fueron vendidos a Chile en aproximadamente US$ 490 millones, consumiendo el 35% de la capacidad de endeudamiento de la Armada para los 25 años siguientes. De allí el escándalo que provocara la revelación que el diario El Mercurio hizo en su edición del 23 de octubre de 2005:
“La cuenta en el Citibank de Florida del vicealmirante (R) de la Armada Hernán Couyoumdjian -ex Jefe del Estado Mayor de la Defensa Nacional- reveló que entre 2003-2004 recibió transferencias por US$ 48 mil 687. Se relacionarían, según datos del Consejo de Defensa del Estado (CDE), con la fabricación de los dos submarinos Scorpene”.
La información de El Mercurio irrumpió 15 días después que fuera entregado a Chile con gran parafernalia el primer submarino Scorpene (“O’Higgins”) en el puerto francés de Cherburgo. Para entonces, el nombre de Hernán Couyoumdjian ya llenaba algunas fojas del proceso del que fue objeto el general Pinochet por los dineros ocultos en las cuentas del Banco Riggs y varios otros de distintas plazas del mundo. Como se ha podido comprobar en el juicio aún en curso, parte de su fortuna provenía de las comisiones de armas en un entramado de sociedades que, entre otros, armó su albacea y asesor Oscar Aitken.
Y fue en el curso de esos interrogatorios a Aitken que se constató que el vicealmirante Couyoumdjian, una vez que se fue a retiro, trabajaba con el albacea de Pinochet en sus empresas. Uno de esos trabajos lo hizo como consultor de la British Aerospace (BAE), una de las empresas de armamentos más grandes del mundo, la que aparece en el mismo juicio con pagos relacionados al general Pinochet por venta de armas a Chile y por el millonario proyecto del cohete Rayo.
De hecho, seis meses después de la publicación deEl Mercurio, en mayo de 2006, el ministro Carlos Cerda le pidió a las autoridades judiciales de Estados Unidos enviar toda la información de movimientos, respaldos y origen de la cuenta Nº 3195674656, abierta por Couyoumdjian en el Citibank de Miami. Según los antecedentes que envió en su petición, Cerda logró comprobar transferencias por US$48.687 entre 2003 y 2004 a través de la cuenta DDA 225251470 de la empresa Cornwall Overseas (una de las principales empresas secretas de Pinochet para la captación de comisiones de armas); y la cuenta Nº 763918 del Banco Coutts & Co, ambas del general Pinochet
El segundo Scorpene (“Carrera”) llegó a Chile un año más tarde, el 15 de diciembre de 2006.
En cuanto al documento “confidencial” de la DCNI al que hace mención el reportaje de Bakchich, fechado el 17 de diciembre de 1997 y dirigido al capitán chileno Alejandro Hermann Hartung, indicando que, por cada navío Scorpene vendido a otro país los chilenos recibirán 6 millones de francos (aproximadamente 920 mil euros de hoy), CIPER obtuvo una respuesta oficial de la Armada.
El vicealmirante Cristián Gantes, director general de los Servicios de la Armada, señaló que Hermann, ex jefe de la Fuerza de Submarinos de la Armada, fue el oficial que al momento de la construcción de los submarinos Scorpene estuvo a cargo de su supervisión. Fue en ese marco que el 17 de diciembre de 1997 suscribió el acuerdo del pago de una compensación para Chile por cada submarino del mismo tipo que el consorcio franco-español vendiera a otro país. Una cláusula que se estila en este tipo de contratos cuando se compra un armamento que no ha sido experimentado por ningún otro usuario que el fabricante.
El contrato que suscribió el entonces capitán de navío Alejandro Hermann a nombre de la Armada incluyó otra compensación o royalty de 1 millón de francos por cada submarino que vendieran y que usara la misma tecnología que los Scorpene chilenos para los circuitos de agua salada.
La Armada de Chile, a través del vicealmirante Gantes, agregó que el consorcio franco-español le pagó a Chile en octubre de 2003, US$ 1.254.426,74 por dos submarinos vendidos a Malasia, quedando pendiente la segunda cuota, la que aún no se cancela. Por los submarinos Scorpene que DCN y Navantia vendieron a la India no pagaron compensación, ya que las normas del prototipo habían cambiado. Los dineros, informó la Armada, se ingresaron a la cuenta FORA de la institución.
Pedro Félix de Aguirre: el “asesor para asuntos reservados” del general Pinochet
Por Manuel Salazar. Publicado en el desaparecido semanario Plan B
Pedro Félix de Aguirre se transformó en consejero y gestor de muchas iniciativas emprendidas por la familia Pinochet Hiriart durante el régimen militar y en los años posteriores. Los vínculos se rompieron por causa del arresto de Pinochet en Londres y el asesor se retiró a la vida privada, llevándose a su casa los secretos que conoció al alero de los Pinochet. Esta es su historia.
Un civil, vinculado a los sectores más nacionalistas de la derecha chilena en los últimos 40 años, emerge como una figura clave en las más reservadas gestiones de la familia Pinochet Hiriart durante muchos años. Y, sin embargo, su rostro es desconocido para la mayoría de los chilenos. Su nombre es Pedro Félix de Aguirre Lamas. En diversas sociedades creadas en los años 80 es mencionado como un secreto y sorprendente puente de variados negocios en los que participan miembros de la familia de Augusto Pinochet y también algunos importantes oficiales del Ejército y de la Fuerza Aérea.
De Aguirre incrementó su fortuna durante la dictadura trabajando en la industria vitivinícola, en armas y en barcos, según lo describe el premiado periodista de El País de España, Ernesto Ekaizer, en su libroYo, Augusto.
Él fue el hombre que, junto al ex auditor general del Ejército, Fernando Torres Silva, hizo las primeras averiguaciones en torno al juicio que se le había abierto a Pinochet en España. Y después del arresto del general, cayó en desgracia junto al militar. Nunca más vio al poderoso matrimonio. Sin embargo, los secretos que conoció gracias a su larga amistad con la familia y a los negocios que prosperaron en su entorno, seguramente interesarán a los dos jueces chilenos que hoy investigan el origen de la fortuna de los Pinochet Hiriart: Sergio Muñoz y Juan Guzmán.
Pasado nacionalista
De Aguirre Lamas es recordado como un agudo polemista entre los estudiantes de Derecho de la Universidad Católica que se enfrentaron a la reforma a mediados de la década del `60. Cercano al nacionalista Jorge Prats, más tarde se integró a los primeros militantes que dieron forma al Partido Nacional, reuniendo a ex liberales y ex conservadores tras la figura de Sergio Onofre Jarpa.
Luchó en contra de la Unidad Popular desde las trincheras agrícolas de la zona centro sur del país, estableciendo su principal fuerte en Talca y sus alrededores. Tras el golpe militar, Pedro Félix de Aguirre se transformó en un hombre cercano a los Pinochet Hiriart, en especial a Lucía Pinochet y a su madre, “doña Lucía”.
A fines de los años ’70, se alineó con la hija del matrimonio Lucía Pinochet y su esposo, Hernán García Barcelatto, y con Jaime Pereira y Hernán García Vidal, para intentar convencer al general de que transitase por los caminos nacionalistas. Enseguida, con García Vidal, se incorporó a la Universidad de Chile, donde llegó a ocupar el importante cargo de prorrector.
En paralelo a sus gestiones políticas, De Aguirre cimentaba un nutrido repertorio de sociedades comerciales con la familia del general y sus aliados políticos: El 22 de junio de 1978 creó, sin capital, la Sociedad Agrícola Industrial y Comercial Ltda., junto a Osvaldo Hiriart Rodríguez (hermano de Lucía Hiriart, actualmente fallecido), Hernán García Barcelatto (entonces, el yerno) y Hernán García Vidal, según consta en registros públicos.
Casi diez años después, en mayo de 1987, formó la Inmobiliaria Piedra Blanca S.A. junto al agente de Aduanas Hernán Tenería Ramírez.
En agosto de ese mismo año, constituyó Piedra Roja de Comercio Exterior S.A. con el abogado Raúl Mozo Valdivieso.
Y, en diciembre de 1988, se asoció con los industriales españoles Manuel Lagos Barros, Francisco Figueiredo Pérez y Raúl López García, el abogado hispano Jaime Francisco Alonso García (en representación de Ameu S.A.) y el ingeniero chileno Pedro Pizarro Baltz, para fundar la sociedad anónima cerrada denominada Pesquera Santa Ana S.A. Para este negocio, los asociados suscribieron un capital de 350 millones de pesos, una fortuna para la época.
Un negocio con Irán
En 1989, John Muller, periodista chileno radicado en España como editor del diario El Mundo, realizó una pormenorizada investigación sobre una red de comercio ilegal de armas chilenas a Irán, que había iniciado sus operaciones en 1985.
Muller pudo establecer que la empresa chilena Ferrimar se estableció en Madrid representada por la firma Miltec, a cargo de un agente de la Central Nacional de Informaciones (CNI), identificado como Fernando Pérez, quien se asoció con Dino Seferian, traficante de armas rumano, con el objetivo de venderle bombas antipersonales al régimen de Irán, en guerra por esos años con Irak.
Bombas similares eran vendidas desde hacía algún tiempo a Sadam Hussein por el fabricante chileno Carlos Cardoen. Los técnicos de Ferrimar, empresa vinculada estrechamente a la Fábrica y Maestranza del Ejército, Famae, habían replicado el secreto de Cardoen gracias a una maniobra de espionaje industrial.
En Madrid, Pérez y Seferian contactaron al ingeniero francés Bernard Stroiazzo, quien había trabajado para la empresa petrolera estatal iraní, para que intercediera ante los eventuales compradores.
El periodista John Muller comprobó que el 8 de octubre de 1985 los iraníes aceptaron las primeras 500 bombas con una opción de compra por otras 1.500. A 14 mil dólares por cada artefacto, las ganancias serían siderales.
El primer despacho llegó a España en un avión arrendado en Estados Unidos. Fernando Pérez envió 1,5 millones de dólares a Chile y otros 4,5 los depositó en una cuenta secreta en Suiza.
Pero las bombas fallaron y los iraníes incluso secuestraron a los hijos del francés para que forzara a Chile a responder por las pérdidas, antes de seguir negociando.
La ultra española
A mediados de 1988, a pocos meses del plebiscito que decidirá la suerte del general Augusto Pinochet, dos personas contactaron nuevamente a Stroiazzo en España a través del rumano Dino Seferian: esta vez se trataba de César Hidalgo Calvo y el socio de De Aguirre en la pesquera Santa Ana, el abogado español Jaime Alonso García, quien resultó ser nada menos que el asesor de Fuerza Nacional del Trabajo (FNT), el brazo sindical de la ultraderechista Fuerza Nueva.
Los intermediarios le hicieron llegar una invitación del general Hugo Salas Wenzel, director de la CNI, para que viajara a Chile entre el 16 y el 20 de agosto. El objetivo era “considerar materias de interés común”.
Salas Wenzel manifestó a Stroiazzo que Pinochet deseaba ganar el plebiscito y que, de conocerse todo lo ocurrido en Irán, las explicaciones podrían resultar muy embarazosas.
¿Qué podemos hacer por usted que no implique dinero? , le preguntó Salas Wenzel al francés.
Stroiazzo pidió una concesión de terrenos en el desierto de Atacama para instalar una planta de reciclaje de residuos tóxicos. Poco después los papeles estaban listos y el acuerdo se cerró con una cena en un céntrico restaurante de Santiago.
El triunfo del No en el plebiscito del 5 de octubre de 1988 impidió que se concediera la licencia prometida. Pero Stroiazzo volvió a Chile en diciembre para entrevistarse con Salas, quien lo recibió en la Escuela Militar. Las gestiones fructificaron y, con el acuerdo en la mano, el ingeniero francés regresó a Londres y constituyó la empresa World Energy Recycling Enterprise International (WERE).
Las ganancias previstas en cinco años superarían los 400 millones de dólares y Stroiazzo, en un gesto de confianza hacia el negocio, creó una filial denominada WERE Chile. Esta pertenecía en un 50% a WERE International y el otro 50% a César Hidalgo y al socio de De Aguirre, Jaime Alonso.
No obstante, todo se complicó una vez más. En mayo de 1989, Corfo informó al francés que la licencia no le sería concedida.
Aparece el consejero
Entonces, a mediados de 1989, dos chilenos volvieron a visitar a Stroiazzo en Madrid. Eran el abogado Pedro Félix de Aguirre y Fernando Pérez, el mismo hombre que inició las negociaciones para la venta de armas a Irán. Ambos se presentaron ahora como “hombres próximos al candidato presidencial oficialista, Hernán Büchi”.
De Aguirre y Pérez aseguraron que la concesión de WERE la podían negociar por 25 millones de dólares. Según ellos, tenían el apoyo de un grupo de militares entre los que figuran los generales Jorge Ballerino, Guillermo Garín y un hombre clave en las finanzas de Augusto Pinochet: Ramón Castro Ivanovic.
Pero ya era demasiado tarde en el reloj de la historia. Las negociaciones finalmente nunca prosperaron y el caso se sumergió en el olvido.
Muchos años después, en agosto de 1997, el general Augusto Pinochet preparaba un viaje a China, invitado por el gobierno de ese país. De paso, haría una escala en Londres, donde pensaba reunirse con los ejecutivos de la empresa Royal Ordnance.
Dos de sus más cercanos asesores personales, De Aguirre Largas y el general Fernando Torres Silva, el ex auditor general del Ejército, se habían conocido en abril de 1996, durante una negociación para superar un impasse en la producción de la obra Pionero del Mañana, un libro de fotografías sobre la vida del ex mandatario que había acometido su hija Lucía Pinochet Hiriart junto al publicista César Hidalgo (el mismo que con Jaime de Alonso quiso hacer negocios con el francés de las armas a Irán). Hidalgo alegaba que se le adeudaban 93 mil dólares por su trabajo y Lucía Pinochet, apropiación indebida de la obra.
El escándalo amenazaba a los Pinochet Hiriart y el general solicitó los oficios de sus colaboradores para llegar a un acuerdo sometido “al honor de las partes”, el que se formalizó en las oficinas de Torres Silva. En esa reunión, Pedro Félix de Aguirre fue presentado como “el asesor de asuntos reservados del general Pinochet”.
Cumpliendo ese papel, De Aguirre seguía muy de cerca las decisiones del juez español Manuel García Castellón, el primer hombre a cargo de investigar dos querellas presentadas en España en contra de Pinochet. De Aguirre, preocupado del tema, mantenía esporádicos contactos con el ministro de Relaciones Exteriores, José Miguel Insulza, y con los hermanos Adolfo y Andrés Zaldívar.
Desde Madrid llegaban, en tanto, informes de la agregaduría militar chilena señalando que el juez García Castellón era un hombre de ideas conservadoras y que estaba de acuerdo con la fiscalía de la Audiencia Nacional para que se archivara el caso. Para ello, se insistía, era recomendable que se aportaran antecedentes a la fiscalía hispana para demostrar que las denuncias ya habían sido investigadas en Chile. A los asesores les parecía casi un mero trámite conseguir que la investigación se cerrara.
Torres Silva y De Aguirre Lamas llegaron a convencer a Pinochet de que era necesario ir a España y entrevistarse con el magistrado, entregándole los documentos que requería para no seguir adelante. A comienzos de octubre los emisarios dieron cuenta a la Cancillería de sus planes de viaje. En la comitiva, iría también el abogado Pedro de Aguirre Etcheberry, hijo del consejero privado del todavía comandante en jefe del Ejército.
El 28 de septiembre de 1997, Pinochet salió de Chile en “una gira institucional que incluye países de Asia y Europa”, pero no pasó por España.
La última misión
A fines de 1998, Pedro Félix de Aguirre cumplió una nueva misión encargada por la familia Pinochet: preparar y levantar la candidatura presidencial de Arturo Frei Bolívar, tras percibir que Joaquín Lavín no sería capaz de detener el avance de Ricardo Lagos hacia La Moneda. Según reveló Qué Pasa, Frei Bolívar se habría reunido a lo menos cinco veces por separado con De Aguirre y con el general (R) Rafael Villarroel para discutir la idea de su candidatura. El semanario afirmó que el cerebro de la operación fue el propio Pedro Félix de Aguirre y que ella se coronó con una entrevista a Lucía Hiriart enMega, donde ella bendijo la propuesta y dejó entrever que apoyaría a Frei Bolívar en su carrera presidencial.
Pero entonces vino el desastre de Londres y De Aguirre cayó en desgracia junto al fiscal Torres Silva. Nunca más volvió a ser a sus viejos amigos.
http://ciperchile.cl/2008/07/10/consejero-de-pinochet-cobro-comisiones-en-francia-por-los-submarinos-scorpene/
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