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martes, 22 de noviembre de 2011

Asi mataron a Allende


8-03-2011
Se cae a pedazos la versión del suicidio del mandatario socialista y Clarinet revela un informe del 12 de septiembre de 1973 de la Brigada de Homicidios de Investigaciones, jamás admitido oficialmente, que dice que el último romántico de este país, en realidad fue acribillado a balazos.

Por Enrique Gutiérrez A. y Horacio Marotta R.
La Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos, representada por el abogado Eduardo Contreras, pidió al ministro en visita Mario Carroza exhumar el cuerpo del presidente mártir Salvador Allende, en el marco de la investigación de varias causas reabiertas recientemente por violaciones a los derechos humanos.

Contreras, un diputado comunista por Chillán hasta septiembre de 1973, indicó que “entendemos el dolor de la familia ante algo como esto, pero lo más importante es la verdad histórica y la justicia”.

Además, el abogado, hoy dedicado a causas de derechos humanos, presentó 403 querellas por 566 víctimas de la dictadura y en el caso de Allende se espera encontrar nuevos antecedentes que permitan echar por tierra la versión oficial, emanada de la dictadura, del suicidio.

El juez Carroza, a su vez, anunció que inició la ronda de interrogatorios por la investigación de la muerte de Salvador Allende, que comenzaron con el medicó Patricio Guijón, el principal y dudoso testigo de la tiranía para avalar el supuesto suicidio. Guijón no era médico de Allende sino de su secretaria Miriam Contreras. Llevado a la isla Dawson y devuelto a Santiago en diciembre de 1973, nunca se le dejó salir de Chile aunque no representaba un peligro para nadie y en los primeros meses estuvo detenido en Investigaciones, donde se realizaban en ese momento experimentos sobre lavado de cerebro, algunos de estos por parte del sicólogo Hernán Tuane.

Raro pero cierto.

En esta etapa del proceso se pretende interrogar a testigos y personas que estuvieron en La Moneda la mañana del 11 septiembre de 1973, fecha de la muerte del mandatario socialista.

Es decir, a los pocos que quedan, porque en su mayoría fueron asesinados entre el 12 y el 14 de septiembre de ese año.

ClariNet tiene antecedentes jamás revelados públicamente hasta ahora, del informe de los detectives de la Brigada de Homicidios de la policía civil de Investigaciones que fueron llamados a La Moneda en llamas el 11 de septiembre de 1973 y entregado al día siguiente, donde estos ponen en duda la teoría del suicidio dada a conocer el propio 11 por el fallecido dictador Augusto Pinochet al comenzar la tarde, sobre caliente, antes de que se hiciera ni siquiera un examen forense del cuerpo.  

Según los detectives especializados de aquella época, hoy fallecidos, la posición del cuerpo de Allende en el sillón donde se le encontró en un salón frente a la puerta de Morandé 80 del palacio de La Moneda, no era natural, daba al impresión que lo tiraron sobre el mueble de mala manera tras acribillarlo a balazos cuando aún estaba al pie de la escalera que llevaba al segundo piso de Morandé 80, donde se quedó con su arma tras obligar a bajar a sus últimos compañeros, en un intento por salvarle la vida que no tuvo resultado alguno.

Tampoco, se dijo, era normal la posición del fusil AKA que tenía entre sus piernas y que tal como estaba, no habría posibilitado un supuesto balazo en la barbilla cuando Allende aún vivía.

Además se hizo notar que un disparo de un arma de esa potencia en el mentón, habría destruido por completo la cabeza del mandatario no solo su cráneo trasero.

Igualmente se indicó que a simple vista, Allende aparecía con más de treinta impactos de bala de fusil, algunos de los cuales los recibió con vida dado que eran heridas sangrantes, un detalle que fácilmente corroboraría un examen forense oportuno.

Obviamente que una persona alcanzada por las balas de los fusiles Sig que usaban los asaltantes de La Moneda habría tenido muy escasas posibilidades de sentarse en un sillón, colocar su AKA entre las piernas, apoyar la barbilla en el cañón y apretar el gatillo. Y menos Guijón tiempo y sangre fría para ser un tranquilo espectador e todo esto.

Este informe de la Brigada de Homicidios nunca se tomó en cuenta y debió ser destruido porque contradecía la versión oficial de la Junta Militar, posiblemente consensuada con la embajada de los Estados Unidos porque el primero que la dio a conocer fue el propio Pinochet, curiosamente champurreando en un pésimo inglés.

La versión policial sólo circuló en conversaciones privadas entre detectives, uno de los cuales le hizo la revelación a la esposa de un periodista del desaparecido diario Clarín, dado que eran amigos personales y el policía acudió a la señora para conocer la suerte corrida por su amigo tras el golpe.

Como demuestran las grabaciones de la radio que usaban los golpistas para comunicarse entre ellos, captadas por al embajada cubana en Santiago – a la que se intento asaltar y que libró un cruento combate con fuerzas golpistas —, que luego fueron dadas a conocer en un programa de Radio Habana, se escucha a Pinochet, con su característica “voz de perro” como dijo en su momento la BBC de Londres, llamando al contra almirante Patricio Carvajal Prado, coordinador del sanguinario cuartelazo contra un pueblo indefenso.  

La comunicación se hace cuando recién había terminado el combate en La Moneda, al comenzar la tarde del 11, una versión que después se cambia diciendo que Carvajal fue quien llamó al dictador, pero están las grabaciones cubanas que no mienten.

Pinochet dice que para evitar “moros en al costa”, es decir oídos indiscretos, va a hablar en inglés y luego indica en ese idioma: “Allende cometió suicidio”, textual.

Curiosamente esa revelación la hace desde su escondrijo en un bunker en Peñalolén a kilómetros de La Moneda, a un Carvajal Prado que estaba en el ministerio de Defensa, a menos de 150 metros del palacio preside4ncial.

No deja de ser extraño, porque por mucho que los asaltantes fuesen miembros el Ejército comandados por el general traidor Javier Palacios y que resulta lógico que este informara primero de lo sucedido a su jefe, Pinochet.

Pero de allí a que Carvajal, en su papel de hombre que manejaba los hilos de la toma del poder a sangre y fuego, a poco más de una cuadra de distancia de lo sucedido, no se enterara, resulta difícil de creer.

El segundo hecho es que Pinochet habla en inglés para presuntamente “preservar” el secreto. Por muy imbécil e ignorante que haya sido, no podía dejar de saber que había decenas de miles de personas en ese momento en el país que hablaban o en el peor de los casos, comprendían esa lengua y algo tan fácil de discernir como la corta frase dicha por el ladrón y genocida.

Más de un diplomático que había estado en Santiago para el golpe, meses después tras conocerse el programa de Radio Habana, opinaron, en la ciudad de México para mayor precisión, que posiblemente el hecho de hablar en inglés no significaba otra cosa mas que la clave para confirmar la aceptación de la embajada de Washington, a la tesis del suicidio.
Recordaban que eran precisamente Richard Nixon y su secretario de Estado, el criminal de guerra Henry Kissinger los más interesados en la desaparición de Allende.

Tampoco es menor que Allende fue enterrado clandestinamente en Viña del Mar con el pretexto de que no le convirtieran en una animita, y que a la única asistentes a este funeral de noche y sumamente tenso, Hortensia Bussi, no se le permitió ver el cuerpo. ¿Por qué?  

Para entender mejor este hecho es necesario saber quien fue el vicealmirante Carvajal. En 1973 era el jefe del Estado Mayor de la Defensa Nacional y uno de los principales instigadores del golpe militar. Nació en 1929. Se suicidó el 14 de julio de 1994. Fue casado y su esposa le atribuyó cuatro hijos.

Graduado de guardiamarina en 1935, en el año 1941, fue ascendido a teniente; en 1950 fue promovido a capitán de Corbeta, y en 1955, a capitán de Fragata. Carvajal era especialista en artillería. En 1958, fue enviado a Estados Unidos, donde se convirtió en colaborador de la CIA, para realizar estudios de Táctica Antisubmarina, pus los gringos estaban obsesionados con los sumergibles soviéticos en el Estrecho de Magallanes Al regresar a Chile fue nombrado comandante del buque escuela Esmeralda. En 1966, fue nombrado agregado naval en Londres donde se contactó con el MI-6 británico. Desde 1967 fue jefe de Estado Mayor de la Armada.

En 1968, Patricio Carvajal conoció a los entonces coroneles Augusto Pinochet del Ejército y a Gustavo Leigh de la Fuerza Aérea en un curso de Alto Mando. Había sido condiscípulo del vicealmirante borracho traidor y cobarde de José Toribio Merino.

La Armada fue la principal promotora del golpe de Estado y Carvajal fue el hombre clave. Así lo señaló el asesinado Orlando Letelier, aún ministro de Defensa el día 11, en un testimonio:

“Carvajal, como jefe de Estado Mayor Conjunto, era el hombre de enlace de todo el grupo de los oficiales reaccionarios. Coordinaba las acciones de los golpistas dentro de las tres ramas de las Fuerzas Armadas, como ocurrió efectivamente en el momento del golpe de Estado. El gobierno de Salvador Allende y el almirante (constitucionalista) Montero estaban en conocimiento de esta situación, pero Montero opinó que era preferible esperar hasta la próxima Junta de Calificación -que se haría de todos los almirantes hacia fin de año- para la salida, fundamentalmente, de dos personas, Merino y Carvajal, a los cuales ya se les había cumplido el plazo de cuarenta años de servicio para su renuncia”.

Poco antes de las siete de la mañana del 11 de septiembre, el presidente Allende llamó a Orlando Letelier, desde su casa de Tomás Moro. Orlando Letelier trató de hacer contacto con Montero, con Pinochet, y con Leigh.

Dice que en un momento determinado llamó a su oficina, y le surgió la voz de su ayudante, el comandante González, y detrás la de Carvajal. “Carvajal tenía ahí la opción de colgar el teléfono -cosa que me habría hecho sospechar de que había una situación extraordinariamente anormal- o de tratar de hablar conmigo. Optó por la segunda. Cuando le dije que tenía información de que había tropas en Santiago, me contestó: Mire, ministro yo creo que es una información equivocada. Le dije: “No, almirante, no tengo ninguna información equivocada”.

Entonces me dijo: “Mire, voy a tratar de averiguar.” El tipo empezó a tartamudear. Trató de darme mil explicaciones elusivas. Finalmente le dije: “Mire, almirante, yo voy a ir al ministerio”.

No me dio ninguna información precisa sino que trató de decirme que había un error, que no había tropas en Santiago. “Mire, ministro, no sé qué le podría decir, voy a tratar de averiguar”.
Momentos antes de las seis de la mañana, el vicealmirante Carvajal llegó a su despacho en el ministerio de Defensa, lugar que se transformaría ese día en su puesto de combate. Tras él llegaron los generales Nicanor Díaz Estrada de la Fuerza Aérea, y Sergio Nuño del Ejército.

Cuando, media hora después, el presidente Salvador Allende, trata de comunicarse con los jefes castrenses, inubicables con excepción del general Hermán Brady que da respuestas vagas y se queja al vicealmirante Patricio Carvajal, de que Salvador Allende “lo molesta”,

Carvajal hace cortar el teléfono directo presidencial de la residencia de Tomás Moro. “Una vez en La Moneda, a eso de las nueve y media, Salvador Allende habla por primera vez con Patricio Carvajal, quien lo intima a rendirse, garantizándole su integridad física y un avión para trasladarse, con su familia, al punto del extranjero que quisiese”.

Para estar más claros y dejar en evidencia los siniestros fines del llamado de Pinochet a Carvajal, el general Javier Palacios hace como que descubre el cuerpo sin vida del presidente Allende, transmite la información al general Nuño quien se la comunica a Carvajal. Ahí Pinochet, le confirma en inglés: “I repeat, Allende comitted suicide and is dead now”.

Para mayores datos, quienes fueron llevados como detenidos al ministerio de Defensa, vieron a los miembros de la Misión Militar de Estados Unidos, incluso vestidos con sus uniformes normales, moviéndose libremente por los pisos e impartiendo órdenes. Entre muchos testigos, el senador socialista de esos años Aniceto Rodríguez, ya fallecido.

Luego, Carvajal mantiene un rol protagonista durante la dictadura.

Incluso en febrero de 1983 fue designado nuevamente ministro de Defensa, ocupando esa cartera hasta 1986, en el peor momento de las protestas populares, lo que indica su calidad de duro del régimen.





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