- JAIME RETAMAL
- Facultad de Humanidades de la Usach
- http://educacion.usach.cl
Después de las movilizaciones del año 2011 se vienen abriendo las aguas del sentido común, el discurso y lo políticamente correcto, impuestos todos ellos, por los pactos transicionales que la sociedad chilena conoció desde el retorno a la democracia, llevados adelante por la Concertación y la derecha política y económica.
El fin del empate es el fin, al mismo tiempo, de los intelectuales del empate. En Educación sabemos quiénes eran los “Brunner” o los “Cox” a la hora deproducir los empates y sabíamos cómo “empate” era el sentido metafórico que en sus discursos ideológicos tenía la palabra “democracia”, “currículum” o “financiamiento de las universidades”. Lo mismo en Gobierno, todos sabemos quiénes fueron los “Boeninger”, los “Correa” o los “Ottone”, maestros de la “gobernabilidad” y los “equilibrios”. Hoy emergen nuevos intelectuales que ya no son los intelectuales del empate y esto, además de ser un problema para los historiadores que crearon verdaderos nichos epistemológicos para vivir de ese empate (tendrán que reescribir su historia), además de eso, digo, trae nuevos aires y acompañan la nueva conciencia o estadio mental que trae este fin del sentido del empate.
Ese empate se acabó, porque las movilizaciones en gran parte lo que han hecho es producir en este 11 de septiembre de 2013 —muy probablemente sin quererlo— un efecto liberalizador, ya no del miedo o del odio que no son ninguno de los dos un ardid argumental para cerrar hoy una discusión en torno al Golpe en todo caso, sino un efecto liberalizador en torno al sentido del empate, pues él nunca fue pensado para beneficiar a la sociedad en su conjunto, sino a dos coaliciones políticas que sirviéndose del modelo se sirvieron al mismo tiempo del “aguante” social.
Pues bien, esto, ya nadie se lo “banca”, llámesele metafóricamente “empate” o “binominal”. Al tener dueños extranjeros que nada tienen que ver con el clásico “binominal televisivo” de TVN o Canal 13, Chilevisión le dio a la ruleta de la fortuna con sus “Imágenes prohibidas” y sus “Ecos del Desierto”: nos mostró algo que nunca pensamos ver en televisión abierta, imágenes en colores y no simplemente en blanco y negro, del horror y la bestialidad de la dictadura, las Fuerzas Armadas y Carabineros, o lo que es más que simplemente lo mismo, escenificó a Generales, Tenientes y Capitanes del Ejército de Chile a través de Andrés Wood como personajes francamente malvados y oprobiosos. Si bien, la televisión es, al final de cuentas, siempre un bussinnes, no hay que olvidar que, a pesar de ello, nunca se había atravesado esa delgada línea roja del “binominalismo televisivo”.
El fin del empate es el fin, al mismo tiempo, de los intelectuales del empate. En Educación sabemos quiénes eran los “Brunner” o los “Cox” a la hora de producir los empates y sabíamos cómo “empate” era el sentido metafórico que en sus discursos ideológicos tenía la palabra “democracia”, “currículum” o “financiamiento de las universidades”. Lo mismo en Gobierno, todos sabemos quiénes fueron los “Boeninger”, los “Correa” o los “Ottone”, maestros de la “gobernabilidad” y los “equilibrios”. Hoy emergen nuevos intelectuales que ya no son los intelectuales del empate y esto, además de ser un problema para los historiadores que crearon verdaderos nichos epistemológicos para vivir de ese empate (tendrán que reescribir su historia), además de eso, digo, trae nuevos aires y acompañan la nueva conciencia o estadio mental que trae este fin del sentido del empate.
Partimos con Alberto Mayol y parece que fue hace ya tiempo que leímos su “Derrumbe del Modelo”, y hoy estamos leyendo ávidamente, casi sin darnos cuenta, “El Fraude” de Claudio Fuentes: del derrumbe del modelo económico social al derrumbe del modelo político constitucional. Fuentes nos ofrece después de su gran y reciente libro “El Pacto”, este otro que seguro será una nueva gran oportunidad para seguir reescribiendo esta vuelta de página que ya no tiene vuelta atrás: el fin del empate.
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