Eduardo Contreras, abogado
(Por Equipo El Periodista)El 16 de octubre aparece "El desaforado. Crónica del juicio a Pinochet en Chile", de Eduardo Contreras, con prólogo de José Miguel Varas. Se trata del título que inaugura la Colección Testigo, una selección de libros de política y actualidad que la revista El Periodista pondrá a circulación en kioscos y librerías a sólo $ 2.900.
El ambiente que se vivía la mañana del 12 de enero de 1998 al interior de la Corte de Apelaciones de Santiago era de un moderado escepticismo. Días antes, Gladys Marín en un acto multitudinario celebrado en el Parque O'Higgins había anunciado la presentación de la primera querella criminal en contra de Augusto Pinochet.
Ante la mirada incrédula de algunos curiosos y la indiferencia total de la prensa, un grupo de abogados encabezados por Eduardo Contreras llegó esa mañana hasta la secretaría de la Corte con el objeto de cursar la iniciativa judicial. El documento requería la designación de un Ministro del Fuero para que conociera la solicitud y apuntaba a la investigación y condena de todas las violaciones a los derechos humanos cometidas por la dictadura militar. Contreras confiaba en la tramitación, pero "no imaginé -sostiene- que además de desaforarlo y procesarlo, lograríamos someterlo a prisión preventiva". Exactamente tres años después así ocurrió, cuando por orden del juez Juan Guzmán Tapia, Pinochet fue notificado de su detención en su parcela de Los Boldos.
Fue la primera querella contra el dictador aceptada a tramitación en nuestro país y el comienzo de un proceso judicial histórico. "Una obra colectiva", agrega el abogado, que tuvo a Pinochet a las puertas de una condena.
El mismo Eduardo Contreras se ha encargado de plasmar el relato de este proceso en el libro "El desaforado. Crónica del juicio a Pinochet en Chile" que, con el sello de El Periodista, estará a partir del próximo 16 de octubre en todos los kioscos del país. Con una pluma ágil y amena, Contreras entrega detalles de los principales entretelones del caso, dibuja el perfil de sus protagonistas y condena los vicios del proceso que terminó con el sobreseimiento de Pinochet por considerársele "un demente incurable, un loco sin remedio".
¿Qué significó para usted escribir este libro?
Cerrar una parte importante de este proceso, en el sentido de ayudar a que la gente conozca de primera fuente la realidad que se vive en tribunales, los avances y retrocesos en verdad y justicia, los vericuetos desconocidos de los juicios en curso, la maldad de los culpables, el juego del poder influyendo en las decisiones y de cómo, a pesar de todo, se pueden conseguir victorias. De cómo siempre y en toda circunstancia vale la pena luchar. Consideré un deber contar todo esto y he tratado de hablar en un lenguaje sencillo, sin tecnicismos. Este no es un libro sólo para abogados y pienso que ayudará en algo para que, cuando pasen los años, se valore la importancia de este juicio que, en rigor, ha sido un juicio a la dictadura.
¿Justicia o establecimiento de la verdad histórica? ¿Cuál cree usted que fue el mayor logro del juicio a Pinochet en Chile?
Sin duda, el establecimiento de la verdad histórica. También avanzamos en cuanto a justicia, pero el proceso fue por sobre todo una contribución concreta al conocimiento que tendrán de la dictadura las generaciones jóvenes, un tributo a la lucha que dieron mujeres y hombres por alcanzar la libertad, un homenaje a los familiares de las víctimas y a los abogados de los primeros años, que dentro del país se la jugaron por entero, y también a los pocos jueces que en esos años duros defendieron el Derecho. Pinochet no terminó bien parado. El tipo es ahora un reo por homicidios y secuestros y, más encima, un demente incurable. No es la mejor imagen para quien se creía dueño del país.
¿Qué papel jugaron las presiones políticas en el tramo final del juicio a Pinochet?
Definitivo. Si el gobierno y los poderes fácticos de los que habló Andrés Allamand hubieran dejado actuar con autonomía a los tribunales, otro sería el destino de esta historia. Con tribunales independientes Pinochet estaría cumpliendo presidio perpetuo. A pesar de todo la verdad es tan fuerte que, mire usted, ahora mismo han sido acogidos nuestros recursos en contra del fallo de la Corte que rechazó el desafuero del dictador por el caso Conferencia. No sé qué pasará en definitiva, pero ya no es tan fácil la impunidad. Lo objetivo es que el caso Pinochet judicialmente no ha terminado.
¿Qué opinión tiene usted de las dificultades que tuvo y sigue teniendo el juez Juan Guzmán al interior del poder judicial?
Creo que don Juan Guzmán ha sido un buen magistrado. No siempre los querellantes hemos estado de acuerdo con sus decisiones y creo que ha cometido errores, pero nadie podrá negarle el mérito histórico de haber sido el juez que en Chile obtuvo el desafuero y procesó y dispuso la detención de Pinochet. Eso le granjeó el odio del pinochetismo que sigue siendo poderoso. El juez está en el centro de los ataques de los sectores más trogloditas de la política chilena, víctima de la incomprensión o el ataque de reaccionarios de todos lados, incluyendo algunos de sus pares. Pero de esos seres pequeños nadie se acordará en unos años más.
Usted dedica un capítulo de este libro a relatar el atentado que casi le cuesta la vida a su esposa en julio de 2000. ¿Podría usted decirme si ha tenido dificultades en el proceso judicial cuáles han sido, y que resultados ha arrojado ese proceso después de tres años?
Son ya 3 años de juicio y recién se discute el fallo de primera instancia. En todo caso, reconozco que el tribunal de Quinteros ha hecho lo que ha estado a su alcance por avanzar en una investigación de suyo difícil. La mano que está detrás del atentado a Rebeca es una mano conocida.
Finalmente, ¿cómo le gustaría que fuera recibido este libro?
Como un testimonio modestísimo, pero fiel y optimista de uno de los episodios más relevante de la historia judicial chilena.
http://www.elperiodista.cl/newtenberg/1498/article-49150.html
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