Este pueblo indígena ocupó a los primeros planos de la agenda mediática en Chile al asomar 2012, esta vez ligado a la criticada ley antiterrorista.
Tania Peña
Un incendio forestal en la comuna de Carahue, región de la Araucanía, con saldo de siete bomberos muertos, constituyó el detonante de la ya habitual asociación.
Aunque el Gobierno luego se retractó, su ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, insinuó que detrás de la tragedia de Carahue podría estar la Coordinadora Arauco Malleco (CAM), una organización que reivindica los derechos del pueblo mapuche, y anunció que existían los antecedentes necesarios para pensar que el hecho había sido originado en forma deliberada, ya que una acción de ese tipo justificaba plenamente la aplicación de la citada norma jurídica contra sus responsables.
Lo cierto es que la declaración de Hinzpeter y de otras figuras de la ultraderecha chilena atizaron los ánimos en torno al sensible tema mapuche.
Pero, digamos las cosas por su nombre: aquí no hay nada nuevo. “Basta con hurgar la superficie de nuestra historia para exhumar aquello que se ha pretendido esconder por vergüenza o descaro: el racismo entronizado en las elites chilenas”, opina el sociólogo y director del Centro de Estudios de América Latina y el Caribe, Tito Tricot.
“Lo que para todo Carahue es un típico incendio de temporada que se escapó trágicamente de las manos, para Hinzpeter resulta la consecuencia de un orquestado plan del terrorismo mapuche”, declaró Pedro Cayuqueo, director de los periódicos Azkintuwe y MapucheTimes.
Se trata de una afiebrada tesis de “terrorismo mapuche”, añadió. “La Moneda debiera apuntar en otro sentido, dijo: devolviendo tierras a las comunidades indígenas, reconociendo la deuda histórica y reparando con ello décadas de injusticia.”
Otras lecturas aún más agudas salieron a relucir en el ámbito doméstico. “Somos un país con pésima memoria, media responsabilidad de nosotros, media responsabilidad de la prensa oficialista y su entrega de información completamente manipulada”, afirma firma Hanzinho (Jorge Sepúlveda Retamal) en un artículo publicado en http://www.gamba.cl/.
Hace referencia el material periodístico a una sucesión de hechos en la Araucanía entre 1999 y 2001, los cuales apuntaban a las empresas madereras de la zona azuzando actos que derivaran, como ocurrió, en la militarización policial del territorio mapuche y en la persecución y detención de los comuneros.
Las denuncias acerca de los autoatentados hechos por guardias forestales nunca fueron investigadas, siempre se acallaron, acotó la nota.
Sobre las conjeturas enfiladas a los mapuche, la oposición política y hasta exponentes de la coalición oficialista concordaron que el Ejecutivo se equivocó y el error fue mayor al invocar luego la ley antiterrorista.
Estamos ante un montaje para justificar la aplicación de la ley antiterrorista a las comunidades mapuche en conflicto, al movimiento mapuche autónomo y en particular a la CAM, denunció desde la cárcel el líder nativo Héctor Llaitul.
Sobre la muerte de los trabajadores que combatían el fuego, expresó que se trataba de personas pobres, trabajadores con pésimos salarios, quienes laboraban en condiciones deplorables, sin la seguridad requerida.
Ela farsa mediática en torno al incendio de Carahue coincidió con denuncias de allanamientos a comunidades mapuche y hasta con un impactante video subido a Youtube en el que se ve claramente cómo un policía carabinero chileno golpea brutalmente a una mujer y la amenaza con su arma delante de sus hijos.
El texto, rubricado por las autoridades ancestrales de esa emblemática colectividad, expresa que siete comuneros de Temucuicui están acusados injustamente por la ley antiterrorista debido a “burdos montajes y a una persecución racista político-judicial que busca criminalizar las justas reivindicaciones del Pueblo Nación Mapuche”. PL.
http://www.theprisma.co.uk/es/2012/01/23/contra-los-mapuches-racismo-estigmatizacion-y-difamacion/
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