Viernes, 24 De Abril De 2009
Caso Calama: un periodista que asistió al fusilamiento de Gabriel Hernández Anderson y Eduardo Villanueva, pide perdón a Dios, en una serie de artículos publicada en un semanario catalán, en Barcelona. Rubén Adrián Valenzuela dice que los mataron para acallarlos porque sabían demasiado y revela que un informe forense de la época, donde se dudaba del supuesto suicidio del mayor de ejército Juan Delmás, "desapareció en manos de un jefe soplón", en el diario donde trabajaba.
"Existe un informe forense de la época que daba muy poca credibilidad al supuesto suicidio del mayor Juan Delmás (jefe de los dos fusilados) porque además de una serie de hematomas sospechosos, el militar aparecía muerto en su propio coche, en mitad del desierto, con un tiro en la sien derecha en circunstancias que era zurdo".
CAMBIO21/ Redacción
Con un artículo en el que acaba pidiendo perdón a Dios, el periodista chileno Rubén Adrián Valenzuela culminó esta semana una serie en la que hace memoria del llamado "Caso Calama", que parecía agotado tras el fusilamiento de dos agentes de la DINA (policía secreta del régimen militar que encabezó el general Augusto Pinochet), en 1982.
Valenzuela, residente en España desde hace más de 20 años, fue uno de los periodistas que investigó las implicaciones del sangriento episodio, en el que además de los dos agentes fusilados: el capitán de Ejército Gabriel Hernández Anderson y su ayudante civil, Eduardo Villanueva, perdieron la vida, supuestamente suicidados, el mayor Juan Delmás y un cabo del Ejército chileno que ofició de chofer de uno de los vehículos militares implicados en el suceso.
El caso, que creó enormes dificultades internacionales a la dictadura encabezada por Pinochet, supuso un grave revés interno al régimen, que debió optar por permitir un jucio público, con gran despliegue noticioso y la ejecución ante dos pelotones de fusileros de los que en su día se consideró principales inculpados.
Hernández Anderson y su ayudante civil Eduardo Villanueva encabezaron un operativo, supuestamente militar, durante el cual fueron secuestrados el director y el cajero de una sucursal del Banco del Estado en la zona minera de Calama, al norte de Chile y próximo a la frontera con Bolivia. En la misma acción, presentada como un ejercicio preventivo en la lucha antiterrorista, 12 millones de pesos chilenos ( unos dos millones de dólares de la época) desaparecieron de las arcas del Banco del Estado y aparentemente fueron destinados a financiar los organismos de represión y de inteligencia militar.
A lo largo de ocho capítulos que fueron publicados en el semanario catalán L'Eco de Sitges, Valenzuela rememoró la muerte de los dos empleados bancarios, los cuales fueron sacados, junto con el dinero, fuera de Calama y conducidos al desierto. Allí les dinamitaron, vivos, tras haberlos tendido en sendas plataformas bajo las cuales se había instalado gran cantidad de explosivos. "No quedó de ellos un trozo más grande que un billete de cinco euros", dice Valenzuela en uno de sus escritos.
El periodista, que a comienzo de la década de los 80 cobró gran notoriedad en Chile con reportajes del estilo "La cárcel por dentro" y "La vida en pellejo ajeno", donde encarnó la personalidad de un méndigo que fue duramente apaleado cuando intentó consumir un café en una de las cafeterías de la calle Ahumada, en Santiago de Chile, dice que concurrió a presenciar el doble fusilamiento en la cárcel de Calama, a invitación de la ministra de justicia de la época, Mónica Madariaga y "porque un viejo reportero policial me dijo que no sería jamás un periodista acabado de formar si no presenciaba antes un ajusticiamiento". Valenzuela revela que se ha arrepentido toda su vida por haber asistido "a ese acto de barbarie y de venganza social presentada como justicia" y por eso pide a Dios que le perdone. Añade que nunca, ni él ni sus demás colegas dudaron de que a Hernández Anderson y a Villanueva "los fusilaron para acallarles, porque sabían
demasiado".
En alguno de los ocho capítulos de la serie titulada "La única vez que vi matar" y que el semanario catalán publicó integramente en castellano, Valenzuela rememora sus conversaciones con el escritor Enrique Lafourcade, quien acudió al fusilamiento en representación de El Mercurio y recrea el ambiente "entre festivo y de feria local" que se vivía en Calama antes de la ejecución de los dos agentes de la DINA. "Coincidió nuestra estancia en Calama con el otorgamiento del Premio Nobel de Literatura a Gabriel García Márquez y desde la redacción, en Santiago, me pidieron que entrevistara a Enrique. Fueron vivencias inolvidables".
El periodista denuncia la manipulación que ciertos periódicos y cadenas de televisión hicieron del caso y recuerda que algunos, compinchados con el aparato militar en el poder "publicaron que los dos empleados del Banco del Estado habían sido vistos en Bolivia, dándose la gran vida en locales nocturnos, con el dinero que se habían llevado".
La verdad era muy distinta y Valenzuela se queja de algunos de sus jefes en el diario en que trabajaba, porque secuestron información y se negaron a publicar algunos de los resultados de sus indagaciones. "Un redactor jefe de la época, actual director de un respetable diario del norte de Chile, pasaba información al gobierno de nuestros descubrimientos y hasta organizó un montaje fotográfico, con actores, para simular que el diario tenía fotos del fusilamiento. Todo se les vino abajo cuando Gendarmería organizó un fusilamiento simultáneo, con los dos condenados sentados en banquillos que, con los dos grupos de fusileros acabaron por configurar un patíbulo en forma de X".
Según el profesional chileno, "existe un informe forense de la época que daba muy poca credibilidad al supuesto suicidio del mayor Juan Delmás (jefe de los dos fusilados) porque además de una serie de hematomas sospechosos, el militar aparecía muerto en su propio coche, en mitad del desierto, con un tiro en la sien derecha en circunstancias que era zurdo. Éste, que era el jefe de la DINA en la región norte del país había autorizado el desliegue de vehiculos y armamento militar, desde Arica, porque también creía que se trataba de un operativo de seguridad. Este informe también acabó en los archivos del "redactor jefe soplón, quien es también uno de los autores del "Libro blanco", que la dictadura de Pinochet publicó tras el golpe militar, con la intención de limpiar su imagen en el extranjero..
Valenzuela cree que el dinero conseguido en el operativo y doble asesinato "ni fue a parar a las cuentas del mayor Delmás ni se lo gastaron todo, como han hecho creer, los fusilados Hernández Anderson y Villanueva. Fue a financiar operaciones clandestinas de la inteligencia militar en Chile y el extranjero y alguien debería investigar, aún hoy, la propiedad de ciertos hoteles de la Castellana,en Madrid, donde Pinochet llegó a pernoctar después de dejar el gobierno, con nombres supuestos, gran secretismo y enormes medidas de seguridad".
El periodista chileno, que se muestra dispuesto a colaborar con la investigacion que actualmente lleva a cabo en Arica el juez Alejandro Madrid sobre el asesinato del mayor Delmás, cree que "los verdaderos responsables de la matanza de los empleados bancarios en Calama, están libres o muertos de muerte natural".
http://rubenadrianvalenzuel.blogcindario.com/2009/04/00112-caso-calama-periodista-que-asistio-al-fusilamiento-de-hernandez-anderson-y-villanueva-pide-perdon.html
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