“La última vez que me entrevisté con un carabinero le dije que esperaba que Ratkevicius nunca saliera en la TV, porque iba a ser la primera en hablar”. La cita es de Ana María Ríos, una residente de Ñuñoa que en enero del 2009 vio cómo el hoy capitán Baris Ratkevicius golpeaba a su hijo Sebastián Oyarzún, en un show del imitador Krammer.
-La casa de la cultura estaba llena. Mi hijo se acercó a Ratkevicius y le preguntó si lo dejaba pasar a unos asientos vacíos que había, pero su respuesta fue violenta y le pegó un empujón que lo tiró al suelo. Mi hijo le gritaba que por qué le había pegado, que él no era un delincuente. Ahí Ratkevicius se tiró encima, le hizo una llave, lo botó al suelo, lo esposó y le sacó los pantalones. Después yo fui a ayudarlo y Ratkevicius me tiró lejos -cuenta Ana María Ríos.
Madre e hijo quedaron impresionados con la violencia del policía, sobre todo porque unos carabineros que terminaron custodiando al detenido en la posta le dijeron que Ratkevicius estaba loco. Fue por eso que llegaron hasta las últimas consecuencias con el caso. Lo denunciaron en la fiscalía, se entrevistaron con unos generales, le escribieron una carta al ex general director Eduardo Gordon, hasta que finalmente un carabinero de alto rango le dijo que por favor disculpara a Ratkevicius, porque era un cabro joven que se tomó muy a pecho el problema. Ana María Ríos dice, además, que en la comisaría le dijeron que en castigo habían demorado su ascenso, hecho que al parecer no ocurrió. En ese tiempo Ratkevicius era teniente, hoy es capitán.
Baris Ratkevicius parece no haber madurado mucho su comportamiento. Las imágenes que circulan de él en las redes sociales dan cuenta de eso. En todas las fotos aparece con estudiantes tomados del cuello y se ha transformado en el símbolo de la represión. Según los relatos de los mismos estudiantes que han caído en sus manos, Ratkevicius no discrimina y golpea por igual a hombres y mujeres.
Ximena Toro, mamá de un alumno del Liceo de Aplicación, fue una de las víctimas.
Ximena Toro, mamá de un alumno del Liceo de Aplicación, fue una de las víctimas.
-En un desalojo la semana pasada, Ratkevicius estaba parado frente a mí, sacó su varilla y empezó a repartir golpes. Me llegó uno en un pecho y en una pierna. Además, me arrastraron. Me decía: “córranse, conchas de su madre”. Yo estaba allí porque desde el año pasado que he estado apoyando a los estudiantes, preocupada de que coman en las tomas y no pasen frío.
Para Ana María Ríos todo esto tiene una explicación simple: “Lo que hace Ratkevicius no tiene nombre. Él no puede estar en Carabineros, porque no está bien de la cabeza” -concluye.
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