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viernes, 10 de febrero de 2012

Jacqueline, la hija rebelde, autoritaria y predilecta de Pinochet


10 DE FEBRERO DE 2012
Mencionada en el documento desclasificado por el Departamento de Estado que reveló El Mostrador
Podía interrumpir una reunión para atenderla en La Moneda y la benefició en el testamento que redactó antes de que se descubrieran sus cuentas bancarias secretas. Su adolescencia estuvo marcada por un comportamiento desordenado; fue una alumna ausente en los tres últimos colegios por los que pasó y a los que iba de polera y zapatos de taco alto. Madre de nueve hijos, abuela de una nieta, prohibió a sus dos ex maridos tener contacto con sus hijos. A los 52 años, la menor del clan Pinochet sigue dando que hablar.

Jacqueline Marie Pinochet fue la regalona de su padre e hizo siempre lo que quiso. Faltaba a clases en el colegio. “No tengo recuerdo de haberla visto con uniforme completo, en verano usaba polera o el jumper solo y chalas de taco alto”, cuenta una ex compañera del Universitario Inglés, uno los tres establecimientos por los que pasó entre 1973 y 1976. En La Maisonnette también la recuerdan como una alumna ausente.
Antes de cumplir los 18, su padre le regaló un auto. Las tres casas que posee en La Dehesa, según los registros de Dicom, también fueron obsequios de Augusto Pinochet, quien siempre la mantuvo económicamente. Pensando en su futuro el dictador estableció una cláusula en el testamento que redactó en 2002 –antes de que se descubrieran sus cuentas bancarias secretas- que la beneficiaba por sobre sus hermanas Lucía y Verónica. Dejaba como herencia US$ 1,5 millones a repartir en partes iguales entre las tres hijas mujeres y su señora, Lucía Hiriart. En caso de que esta última falleciera, el dinero pasaría a manos de Jacqueline, la menor del clan, según relata el libro “La familia: historia privada de los Pinochet”, escrito por los periodistas Claudia Farfán y Fernando Vega en 2009.
El General interrumpió más de una reunión en La Moneda para atenderla. Cuando se separó de sus primeros maridos, regresó al hogar paterno y si alguno de sus hijos quería dinero y no lo tenía a mano, los mandaba a pedir a la casa de los abuelos.
A sus bien conservados 52 años es madre de nueve hijos y abuela de Rafaela, hija de Constanza Martínez, la segunda de su prole. No se priva de panoramas: se la puede ver bailando en una discoteca, comiendo en restoranes de moda y veraneando en los taquilleros balnearios de Pucón y Marbella. Descrita como simpática y extrovertida, aunque de pocas amigas, es también una mujer que se acostumbró a actuar desde su adolescencia como la hija del hombre más poderoso de Chile. “Me acuerdo de una fiesta a la que llegó de colada con varias amigas y amigos. No estaba en la lista, porque era del curso paralelo, y el dueño de casa no la dejó entrar. Fue un escándalo, lo llamaron las monjas para decirle que cómo se le ocurría hacerle eso a la hija del Presidente. Muchas compañeras le hicieron la guerra a la que organizó la fiesta”, relata una de las invitadas.
Del colegio Jeanne D’Arc fue retirada por su madre después de otro incidente que, hasta el día de hoy, es recordado por varias generaciones. A raíz de un comentario despectivo que le hizo una compañera sobre su padre, Lucía Hiriart llegó indignada y ordenó a la dirección formar a todas las alumnas. Delante de ellas increpó a las monjas por lo sucedido y se llevó a su hija. El término de su etapa escolar es un misterio: no hay quien la recuerde graduándose.
Jacqueline Pinochet ha repetido que tenía 14 años para el Golpe Militar y que su vida dio un giro radical. No se movía sin guardaespaldas, los que se paseaban por los pasillos donde estaban sus salas de clases. Habiendo estudiado en colegios de mujeres, la presencia masculina causaba revuelo. “Generalmente, tenían buena pinta y ella y sus amigas les coqueteaban. A veces no iba a clases y partía con su grupo y los guardaespaldas a la playa. Era lo que contaban las amigas”, afirma su ex compañera del colegio Universitario Inglés.
Jacqueline Pinochet ha repetido que tenía 14 años para el Golpe Militar y que su vida dio un giro radical. No se movía sin guardaespaldas, los que se paseaban por los pasillos donde estaban sus salas de clases. Habiendo estudiado en colegios de mujeres, la presencia masculina causaba revuelo. “Generalmente, tenían buena pinta y ella y sus amigas les coqueteaban. A veces no iba a clases y partía con su grupo y los guardaespaldas a la playa. Era lo que contaban las amigas”, afirma su ex compañera del colegio Universitario Inglés.
Su actitud rebelde, según el libro sobre la historia privada de los Pinochet, generó una relación conflictiva con su madre. Por su conducta irresponsable, ella exigía al cuerpo de seguridad no dejarla sola cuando iba a esquiar ni durante las vacaciones en Cerro Castillo.
Su matrimonio con Guillermo Martínez Spikin, un diplomático cuatro años mayor, pudo ser la pausa definitiva a su agitada vida. No fue así: los tres mil invitados a la ceremonia religiosa, en diciembre de 1978, se enterarían de su pronta separación, a los tres años. Jacqueline tenía 22 y dos hijas.

INTERROGATORIO EN AEROPUERTO DE MIAMI: ¿DE QUÉ VIVE?

Viajó por primera vez a Miami a los 14 y se deslumbró con la ciudad de clima tropical, donde podía comprar ropa y todo aquello que no había en el Chile de 1974. Volvió en reiteradas oportunidades e incluso arrendó un departamento en el barrio residencial de Key Biscayne, lo que fue mal visto por su hermana Lucía que lo consideró una frivolidad. Cuando el Senado norteamericano descubrió las cuentas bancarias secretas de Pinochet abiertas con nombres falsos, debió enfrentar molestias al ingresar a Estados Unidos. En julio de 2008 aterrizó en Miami con cuatro de sus hijos y su pololo de entonces, Rodrigo Izquierdo del Villar. El oficial de Inmigración la sometió a un interrogatorio: “¿Cómo se alimenta?, ¿de qué vive?, ¿cada cuánto tiempo toma vacaciones?, ¿en qué trabaja?”. Mientras a los hijos les preguntaron quién los mantenía. Fue enviada a un recinto especial en el que le revisaron el equipaje y de donde salió furiosa amenazando con que, “de haber tenido un problema,  hubiese hecho un escándalo y llamado al cónsul de Miami”, consignó la revista Qué Pasa.
Fue una conductora de Miami y amiga suya, María Elvira Salazar, a quien Pinochet le dio su última entrevista en noviembre de 2003. Gestionada por Jacqueline, le costó el desafuero como senador vitalicio y ser juzgado por los crímenes de la Operación Cóndor. La lucidez exhibida durante la conversación, en la que afirmó no arrepentirse de nada, contradijo el diagnóstico del Servicio Médico Legal que aseguró que padecía “demencia subcortical de leve a moderada”. Y permitió que no fuese sometido a juicio por el caso Caravana de la Muerte en 2002. La hija predilecta, que sin querer terminó asestándole una estocada, negó haber recibido dinero ni haber obligado a su padre. “Lo que pasa es que él quería defenderse antes de morir”, dijo a la revista Cosas. El episodio la enemistó con Lucía y con Marco Antonio, su hermano más cercano, con quien dejó de verse incluso en la casa de sus padres, ya que los visitaban en distintos horarios.

LA PROHIBICIÓN A SUS EX MARIDOS

Pese al amor que profesa por sus hijos —“son la luz de sus ojos”, dicen sus amigas— Jacqueline Pinochet prohibió a sus dos primeros maridos, Guillermo Martínez Spikin y Jaime Amunátegui Barros, mantener contacto con los niños después de las respectivas separaciones. La actriz Carmen Barros —abuela de Sofía (28), Jaime Augusto (26) y Lucía Verónica (24) Amunátegui Pinochet— afirma que “hace cosa de seis o siete años Jacqueline abrió la puerta”. Recientemente -cuenta- participó en la película “La chupilca de diablo”, que su nieto realizó para la carrera de cine que cursa en la Universidad del Desarrollo.
Amunátegui conoció a Jacqueline en una discoteca e iniciaron un pololeo a la distancia, pues él trabajaba en Lan y fue enviado a Lima en 1982. Debió regresar en 1984 ante las advertencias del general Ballerino sobre el peligro que corría la hija de Pinochet por viajar a Perú. Se casaron por el civil en Cerro Castillo el 24 de enero de 1984 cuando Sofía, la mayor de las hijas de este segundo matrimonio, tenía  tres meses. Amunátegui siguió en Lan a cargo del área de marketing en Santiago y después del nacimiento de su hijo Jaime, se separaron. “En noviembre de 1986 me mandaron a Washington a la oficina de representación de Lan. Yo estaba separado y regresé casado con una gringa en 1988. Volví porque quería ver a mis hijos”. Explica que Lan estaba por privatizarse y creó junto a unos amigos una empresa telemarketing que, en sus inicios, prestó servicios a la aerolínea. En medio de su estada en la capital norteamericana nació la menor de sus tres hijos.
Guillermo Martínez, en tanto, pasó 20 años sin contacto con María José y Constanza. Según el libro de los periodistas Farfán y Vega, ella levantó la prohibición en 2003, a raíz del accidente automovilístico que casi le costó la vida a María José y en el que murió su pololo, Francisco Cariola Cubillos, hijo del empresario y ex senador UDI, Marco Cariola.
La ausencia forzada de los padres fue compensada por la presencia de Iván Noguera, el tercer marido, ingeniero comercial y concejal de la comuna de Providencia por la UDI desde 2000. A él lo llaman papá. Esta fue la relación más larga y estable: la pareja se casó por el civil el 19 de octubre de 1998 y por la iglesia en 1995 después de que ella obtuvo la nulidad religiosa por carecer de “discreción de juicio”. El matrimonio debió salir de Chile ante las amenazas de muerte y se instaló en Nueva York. “Incluso se detectó que integrantes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez habían vigilado a sus hijas en el colegio. Fue el propio Pinochet quien le ordenó permanecer fuera entre 1989 y 1991”, afirma la publicación “La familia: historia privada de los Pinochet”.
Su tercer matrimonio también fracasó: se anuló en enero de 2004 en términos poco amistosos. Hubo demandas por pensión de alimentos y régimen de visitas de por medio, pero Noguera no fue apartado de sus cuatro hijos (Iván Augusto, Federico, Lucas Ramón y Augusta Victoria).
A estas alturas, varios de sus hijos —que van de los 32 a los 12 años— se independizaron. Constanza Martínez se casó y la hizo abuela de Rafaela. Los hermanos Amunátegui viven juntos en un departamento.

SU NOMBRE EN EL DOCUMENTO DEL DEPARTAMENTO DE ESTADO DE EE.UU.

El nombre de Jacqueline Pinochet aparece mencionado en un documento desclasificado por el Departamento de Estado de los Estados Unidos y publicado por el sitio Freedom of Information Act (FOIA). El documento, revelado por El Mostrador, es un cable que envió la embajada de Estados Unidos en Santiago al Secretario de Estado norteamericano de ese entonces, George Schultz, y que revela las razones por las cuales fue enviado a Washington Cristián Labbé, quien era oficial de Ejército y ex miembro de la escolta de Pinochet.
Allí se detalla que el ex vocero de la Junta Militar, Federico Willoughby, explicó el 13 de julio de 1987 a un funcionario de la embajada de Estados Unidos que, entre las razones de la partida de Labbé, a la embajada en Washington, “se encontraba una que complicaba a la familia Pinochet: Labbé —y no el brigadier general Oscar Vargas— era el padre de un hijo ilegítimo de Jacqueline Pinochet, que había nacido recientemente”. También aparece otra información: que un amigo en común de Willoughby y Labbé le dijo (al primero) que Labbé iba a tomar “un curso de ciencias políticas, gestión de elecciones o algún tópico relacionado con su trabajo en la ‘proyección’, pero además a recolectar toda la información que pudiera sobre (Armando) Fernández Larios, dónde está y qué le está diciendo al gobierno americano”.
El Mostrador intentó comunicarse con Labbé, quien se encuentra de vacaciones; Jacqueline Pinochet y sus ex maridos para conocer su reacción. Sólo fue posible contactar a Amunátegui, quien cuenta que conoció a Labbé en Washington“El fue a hacer un curso de ciencias políticas, estaba casado con una argentina y tuvimos una buena relación”. Lo recuerda como “un tipo de pelo largo y amplio de mentalidad”, al que nunca más volvió a ver.
Actualmente Amunátegui vive en Limache, donde abrió una pizzería con su actual pareja. “Me llevaba bien con él (Pinochet). Nunca me molestó la familia, ni por qué sí, ni por qué no”.
Sobre la afirmación del cable del Departamento de Estado sostiene que “he escuchado miles de cosas, pero con esto de Labbé me desayuno. Primera cosa que escucho. Mis hijos nacieron con mi apellido y siguen con mi apellido”.

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