No es sólo el cálculo racional lo que determina el voto. Asociaciones de ideas, emociones y otros «atajos mentales» pueden explicar el resultado del reciente plebiscito constitucional en Chile, según explica en esta columna para CIPER un académico de Filosofía.
Los resultados del plebiscito de salida del pasado domingo serán tema de estudio por años. ¿Cómo es posible que la ciudadanía haya cambiado tanto de parecer entre un plebiscito (25.10.2020) y el otro (4.09.2022)? ¿A quién o a quiénes hay que culpar de esta oportunidad perdida? Estas son preguntas de difícil resolución, y no pretendo en esta columna resolverlas. Solo quiero plantear una hipótesis, que, como toda hipótesis, requiere datos empíricos para validarse correctamente. La idea es sencilla: ante una pregunta compleja, como la constitucional, el votante necesita asociaciones de ideas que le permitan tomar decisiones sin contar con toda la evidencia necesaria.A estos atajos mentales, conscientes e inconscientes, se les llama ‘heurísticas’, y los utilizamos para poder decidir rápidamente o en situaciones de complejidad. La mayoría de esas heurísticas venían favoreciendo al menos desde hace un año al Rechazo, lo que explicaría en parte su triunfo arrollador.
Partamos por establecer que la del plebiscito era una decisión compleja. Una decisión compleja tiene muchas variables que se relacionan de formas no evidentes; a veces, de manera causal; otras, de forma independiente o interdependiente, y que deben ser evaluadas de conformidad a escalas de valores que se deben «pesar» unas frente a otras.
Según Daniel Kahneman, este tipo de decisiones (complejas, con falta de evidencia o cruzadas por sesgos de todo tipo) se hacen utilizando la heurística. Hay gente que vota como votan los demás de su círculo social, o como votan los referentes a los que siguen. Hay quienes tienen aversión natural al cambio o buscan la novedad; quienes son de una línea o quienes varían de elección en elección. Las heurísticas son guías, carteles luminosos que nos indican el camino a seguir. La gente toma decisiones, entonces, no tanto por cálculo de costo-beneficio, sino por asociaciones de ideas que le parecen más apropiadas, proceso en el cual las emociones juegan un papel fundamental.
Pensemos en una elección simple: quieres comprar un helado y hay dos sabores para elegir: vainilla o chocolate. En ese caso, la elección es simple porque solo es necesario manejar una variable: ¿nos gusta más el helado de vainilla o el de chocolate? Pero la decisión se va complejizando si se agregan más variables, por ejemplo: el precio del helado de vainilla es ligeramente superior, a veces el chocolate te cae mal, la vainilla nunca te ha gustado mucho, el de vainilla lo venden en cono y el de chocolate en vaso, el de vainilla está un poco derretido respecto al de chocolate, etc. ¿Cómo decidir acá? Es necesario poner a competir diversas escalas de valores y determinar qué nos interesa más y qué estaríamos dispuestos a sacrificar.
La pregunta «¿Aprueba usted el texto de nueva constitución propuesto por la Convención Constitucional?» es mucho más compleja que lo anterior. Las escalas de valores en competencia se dan entre cientos de artículos, a lo que hay que sumarle otros elementos como la evaluación de los convencionales, la falta de tiempo o disposición para leer el texto, la falta de conocimientos para comprenderlo a cabalidad, además de la situación política, social, económica y cultural que rodea al proceso. En estricto rigor, es imposible tomar una decisión totalmente «racional» al respecto. La «teoría de la elección racional», que postula que los seres humanos escogemos haciendo cálculos de costo-beneficio para la toma de decisiones, se vuelve acá completamente inadecuada.
Visto así, las diversas heurísticas favorecieron al Rechazo. El Apruebo pasó a formar parte de un set de ideas que vienen a la baja: estallido social, revuelta, vandalismo, gobierno de Gabriel Boric, inseguridad, conflicto en la Araucanía, entre otros. Los convencionales pusieron también de su parte: desde los disfraces a las peleas, la exclusión de la derecha y los episodios folclóricos, su comportamiento se fue asociando a falta de seriedad y credibilidad. El texto, por último, tampoco ayudó: la proliferación de conceptos e instituciones a veces incomprensibles generó una natural aversión al cambio, una sensación de que éramos sujeto de un experimento científico. Todo lo anterior fue exacerbado, como era de esperarse, por una campaña de derecha que hizo uso de la desinformación y las interpretaciones torcidas.
Frente a la papeleta, entonces, la gente echó mano a la heurística de la disponibilidad: aquellas ideas que se le venían a la mente con cada una de las opciones fueron las determinantes. La suerte quedó echada allí contra el Apruebo.
Es de esperar que tengamos ahora un nuevo proceso constituyente. Si aquello ocurre, el éxito estará determinado por el nuevo texto, pero no solo por él. Las imágenes y emociones que genere el proceso serán aún más importantes. Sólo si hay diálogo auténtico, empatía, credibilidad, seriedad y moderación es posible que las heurísticas jueguen esta vez a favor de la propuesta.
https://www.ciperchile.cl/2022/09/09/decision-de-voto-yheuristica-del-rechazo/
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