Publicado: 26 agosto, 2013
Cobin posee credenciales académicas sumamente originales, combinando expertise en ámbitos tan fascinantes como la regulación de seguridad contra incendios, con una veta más amplia de economista político. Le antecede de hecho una producción intelectual para nada despreciable, con numerosos papers científicos y algunos libros tan sugerentes como Bible and Government o Christian Theology of Public Policy. Además el Dr. Cobin es miembro de reputadas organizaciones académicas como la de Profesores Universitarios Pro Vida y la Sociedad para el Adelantamiento de Economía Austríaca (ya lo imaginábamos afín a nuestro Axel káiser). En Chile ha colaborado con varias instituciones académicas (UAI , UDD, CEP, LyD) siendo actualmente profesor de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad Andrés Bello.
El 2006 tuvo un fugaz paso por la política compitiendo al congreso por el partido libertario en Carolina del Sur. No le fue bien: sacó el 2.48%.
Superado ese inconveniente, el Dr. Cobin es hoy un intelectual público que comparte profusamente sus perspectivas a través de columnas y, preferentemente, de la sección “Cartas al Director” de numerosos medios, tanto en Estados Unidos como en Chile. Los títulos de algunas de sus misivas hablan por sí solos: “The Global Warming Myth”, “Why Alternative Energy Is Not Viable”, “Our Enemy, the Government School” y un guiño a su segunda patria, “Will They Now Crucify the Man Who Rescued Chile?” (1998).
En Chile, según sus propios cálculos, lleva más de mil cartas publicadas. De hecho, en días recientes causó cierto revuelo en las redes sociales con una en que reflexiona sobre el apoyo que algunos obispos evangélicos dieron a la candidatura presidencial de Michelle Bachelet. “En la Tierra, Jesús fue un neoliberal”, nos recuerda Cobin, prueba irrefutable de lo anterior es que “jamás mostró interés por el Estado, ni durante los tres años de su ministerio ni frente a Pilatos”. Y en esa lógica tautológica que solo un cristiano libertario podría blandir con propiedad, el Dr. Cobin concluye diciendo que si bien Evelyn Matthei no es Jesús, al menos es neoliberal como el Salvador, por lo que corresponde que los cristianos voten por ella. Inapelable.
Sin embargo es otra de sus cartas la que más me ha llamado la atención: aquella en nos pone sobre aviso de que antes del 2020 es posible que una enorme ola de inmigrantes neo-liberales del hemisferio norte en busca de bajos impuestos, fuertes garantías sobre el derecho de propiedad a la vez que sólidos valores tradicionales, elija Chile como lugar de destino. Nos cuenta que la mayoría son “hombres casados” (no supimos si lo de “hombres” lo dice porque vendrán solos o porque las correspondientes esposas, aunque vengan, se contabilizan para estos efectos como parte de los bienes que se ingresan al país), el 25% gana más de 125,000 USD, y “Obviamente es gente ABC1, con buenos estudios, cultura y valores”. Tranquilizador.
El entusiasmo, combinado con un manejo quizá un tanto licencioso de la historia de Chile, hace al Dr. Cobin comparar esta potencial ola con “la inmigración alemana liberal que llegó a a Valdivia de 1855 […] huyendo de los marxistas (de Alemania) en el siglo XIX.” Poco importa que en realidad no fueran inversionistas sino simples ciudadanos alemanes –artesanos la mayoría- huyendo del régimen prusiano en una época en que Carlitos Marx aún no asustaba a nadie, y traídos a Chile por Bulnes para “ejercer soberanía” en el Sur. Pero se entiende la idea: vienen inmigrantes, y de los buenos. Aleluya.
Pero recibir una oleada de inmigrantes neo-liberales ABC1 con altas expectativas no es moco de pavo, y nuestro Dr. Cobin está consciente de aquello. Porque ha de saber Ud. que el Dr. Cobin es, además de académico y hombre público, un emprendedor creativo que ha sabido identificar ahí un promisorio nicho de negocios. Se trata de ofrecer una respuesta tranquilizadora a norteamericanos libertarios paranoides que ven acercarse a pasos agigantados la debacle financiera y moral del Leviatán. Gente alerta que sabe que ha llegado la hora de resguardar los ahorros, las joyas, los bienes y, por qué no, la vida misma. Víctimas de la incertidumbre en busca de un país tan ultra liberal como Singapur o Liechtenstein, pero más barato, con mejor clima y -según palabras del propio Dr. Cobin– valores parecidos a los que tenía estados unidos hace 50 años (antes de la Civil Rights Act, póngale Ud.). Y para navegar este mundo confuso ¿qué mejor que los servicios de consultoría para expatriados que el propio Dr. Cobin ofrece (suplementado por su interesantísimo programa de radio Red Hot Chile , que también nosotros tenemos un Rush Limbaugh), permitiéndoles llegar al seguro puerto de algunos de los proyectos inmobiliarios libertarios de los que él mismo participa?
Porque sepa Ud. que esto no es utopía: el negocio ya está en marcha. Los primeros arrancados libertarios ya llegaron y se instalaron discretamente en selectos, exclusivos y equipadísimos condominios semi-rurales de la zona central. Comunidades como Sovereign Valley en Talca, Vergel Libertad y Galt’s Gulch en Curacaví, que ofrecen suficiente agua, tierra e infraestructura para vivir la fantasía autárquico-libertaria.
Se preguntarán Uds. ¿Por qué darse la tarea de escribir sobre un tal Dr. Cobin que ninguno de nosotros conocía y que poco debiese importarnos demasiado? Supongo que hay dos razones.
La primera –y dígame paranoico si quiere- es que la última vez que un grupo de extranjeros pudientes de extrema derecha se instaló en el campo chileno para vivir una utopía autárquica, a principios de los 60 en Parral, ya sabemos cómo acabaron las cosas.
La segunda, y más importante es porque en su estilo rudimentario y desenfadado el Dr. Cobin en el fondo lo entendió bastante bien: frente a un mundo en el que el capitalismo desregulado –responsable de la última gran crisis económica- y el cristianismo ultraconservador –a contrapelo de los nuevos movimientos civiles- navegan por aguas hostiles, un país como Chile se parece bastante al paraíso de los Christian Libertarian.
Entonces, ahora que muchos hacen esfuerzos por articular de manera más o menos sofisticada los eventuales contenidos y formas de un proyecto progresista, puede ser de utilidad formular las cosas en fácil: el progresismo hoy consiste en que Chile no represente un oasis para ideologías delirantes como las del Dr. Cobin. En otras palabras: que se le joda el negocio.
https://actasdelebowsky.wordpress.com/2013/08/26/el-negocio-del-doctor-cobin/
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