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martes, 14 de mayo de 2019

Mónica Angélica Briones Puccio


Hace 25 años, una mujer lesbiana fue asesinada brutalmente en pleno centro de Santiago. Su caso, el cual fue cerrado en la justicia sin encontrar culpables, motivó la creación de la primera agrupación lésbica en la historia del movimiento, Ayuquelén. Se llamaba Mónica Briones Puccio, era escultora y nunca ocultó su lesbianismo.

“La Mónica era una artista, sobreviviente del hippismo, el Parque Forestal y de tantos cafés utópicos que humeaban las tardes de la UNCTAD, en la lejana Unidad Popular. Y a pesar del golpe, del toque de queda y la milica represión, todavía le quedaban ganas para soñar noches en ese Santiago amordazado por el toque de queda”. **

El 8 de julio de 1984, Mónica Angélica Briones Puccio cumplió 34 años. Ella lo quería celebrar en grande y para eso, se reunió con una amiga y unos amigos gays a brindar por ello. Ese fin de semana en Santiago, arreciaba uno de los tantos y recordados temporales ochenteros, esos que desbordaban el río Mapocho y donde aparecían muchos cuerpos en la calle producto de la lluvia o de automovilistas que se daban a la fuga.

Pese a las condiciones climáticas, Mónica salio a celebrar. Primero se dirigio a la casa de su amiga Gloria del Villar Gajardo, una mujer heredera del hippismo setentero con dos hijos que vivía en una cómoda casa en Vitacura. De ahí, se reunirían con dos amigos gays, dueños de la mítica discoteque “Atlantis”, un centro nocturno para homosexuales que se encontraba en calle Merced. Todos irían a comer a “Los Chinos” para después, terminar en la discoteque de calle Merced. Pero algó ocurrió que Mónica y Gloria decidieran, en la madrugada del 9 de julio, separarse de ellos y dirigirse al reconocido bar “Jaque Matte”. Esa decisión sigue siendo un enigma hasta hoy.


Amigos pascuenses

“Aún le quedaba pasión, esa fecha del setenta y algo para brindar por la esperanza en el bar Jaque Mate de la Plaza Italia. Y la Mónica hablaba tan fuerte, no tenía pelos en la lengua para manifestar su rabia frente al machismo, la repre, y todas las fobias que alambraban de púas su prohibido amor”.

El “Jaque Matte” en esos años ochenta era administrado por dos mujeres, la madre y su hija. Como sucede en la actualidad, el bar pasaba lleno de hombres y muy pocas mujeres. Mónica y Gloria entraron al lugar. Pidieron un “navegado con naranja y chancaca “, que según relataba Gloria en su declaración judicial “estaba intomable”. Se encontraron con dos amigos de Mónica oriundos de Isla de Pascua. Conversaron, e incluso, cantaron a la Edith Piaf, la cantante favorita de la Mónica. Un dificultoso francés se escuchaba en el vetusto bar, mientras a cada momento la Mónica se paraba a conversar con la hija de la dueña, a quien denominaban “Lucy”. Nadie sabía de qué hablaban, sólo reían y cuchicheaban. Gloria interpretó que tal vez la Mónica estaba coqueteando con ella, pero no tuvo la certeza de eso.

Hicieron hora. Sólo a las 6 de la madrugada comenzaban a circular las heladas e incomodas micros de colores. No convenía salir antes. Gloria propuso ir a tomar la micro a la esquina de Merced con Irene Morales. Se despidieron de los pascuenses y salieron de ahí raudamente con el vino navegado retumbando en sus sienes cuando la lluvia había comenzado a amainar.


El hombre de corte militar

“Y cuando se fueron, caminando tranquilos por la oscuridad macabra de la dictadura, la Mónica quedó hecha un guiñapo estampado en el suelo. Y cuando llegó la policía, nadie había visto nada, nadie se atrevía a dar información sobre esos monstruos, seguramente CNI, que se desplazaban libremente en el Santiago de la botas”.

Pasaban los minutos y nada parecido a locomoción se veía en esa esquina. No llovía, pero como suele suceder en Santiago, después de la lluvia viene el frío. Gloria y Mónica platicaban sobre lo bien que lo habían pasado primero donde “Los chinos” y después en el Jaque Matte. De pronto, como contaría años después Gloria del Villar en sus declaraciones a la justicia, de la oscuridad aparecio un hombre. Alto, fornido, rubio, de ojos verdes muy juntos y con corte de pelo “a lo militar”, ninguna de las dos lo había visto antes . Llevaba gabardina de color beige, botas gruesas y un paraguas rosado. Tomó a Mónica por la espalda, la agarró firmemente del cuello, propinándoles empujones e insultos.

“oye, y a ti, ¿qué te pasa?” – le preguntaba insistente y sorprendida, mientras su amiga Gloria no sabía qué hacer, sólo gritaba. Con el mismo paraguas le propinaba golpes en la cabeza al individuo. A lo lejos, vio a unos obreros esperando micro, pero se hacían “los lesos”, miraban a otro lugar, callados, impéterritos, inmunes a los gritos de socorro que profilaba la Gloria. Los empujones continuaban y Gloria fue lanzada unos metros más allá por una patada en el estomago que le propinó el desconocido “contigo no es la cosa, ¡puta!”, le dijo. Súbitamente, Mónica, de 1,60 de estatura y 58 kilos, cayó al suelo después de un brusco empujón que le dio el rubio fornido. “Así te quería pillar ¡Lesbiana!”- le gritaba el hombre sin saber que ése era el nombre que ella orgullosamente llevaba. Ella se defendió como pudo, algunas de sus viejas amigas contaban que “era buena para los combos”, pero nadie lo confirmó.

Sólo fueron 10 minutos. Diez minutos eternos donde la bota del desconocido golpeaba sin césar la cabeza de Mónica, hasta desangrarla, hasta partirla, mientras un charco de sangre se mezclaba con la acera en la esquina de Irene Morales con la calle Calle Merced, justo frente al Parque Forestal que tantas veces la vio deambular vendiendo sus pinturas y las muñecas de trapo que confeccionaba junto a su abuela y su madre.


¿Accidente?

“La bella Mónica, como recordaba la Su entre cervezas y fotografías de mujeres y la voz incansable de Chabela Vargas que timbraba de boleros el testimonio horroroso de aquel asesinato”.

Según el parte del deceso, “el accidente”, como le llamaron en el Servicio Médico Legal, se habria producido a las 6.20 hrs de la mañana del sábado 9 de julio “después que la vicitima fuera arrollada por un vehículo que se dio a la fuga. La victima fue encontrada en posición cúbico abdominal”, relataba el Carabinero en su parte..

Pero esas fueron las impresiones iniciales. El hombre de corte militar salio corriendo por las calles aledañas hasta que se perdio en la oscuridad. Gloria, no recordaba bien, no sabía por qué tomó esa decisión, pero ella se fue de ahí, arrancó. Estaba en estado de schok. Se alejó unos pasos hasta casi llegar a la otra cuadra con calle Coronel Bueras, cuando, según contó, se detuvo un automovil de color azul con un hombre que la invitó a subir. “Suba rápido, yo la llevo a su casa” – recordó que le dijo. Del Villar estaba tan choqueda, que obedeció como una automata. El chofer le habló de muchas cosas mientras la llevaba a su casa en Vitacura. Tantas, que después las olvidó sin explicación alguna.

En tanto, los habituales al Jaque Matte salieron corriendo a la calle cuando esucharon el grito de las mujeres. Cuando llegaron al lugar, parecía que era demasiado tarde. Ahí yacía el cuerpo inerte de una de las clientas del lugar. No entendían, no había nadie ahí y estaban seguros que la habían visto acompañada de otra mujer. Alguien dijo que fue un automovil, no era primera vez, ya se hacía cotidiano por esos días que de la nada aparecieran autos marca “Opala” atropellando a algún sospechoso del régimen. Llamaron a Carabineros y llegaron con la “CIAT” (Unidad especializada en accidentes del Tránsito) a tomar fotografías de la occisa que vestía unas botas negras, un abrigo verde y una chaleca de lana gris perla. “Pelo corto rubio, mediana estatura, tez blanca, contusiones por todo su cuerpo”, recitaba el primer parte. Un carabinero con mala caligrafía escribio “María Briones Pujio” y agregó que según su teoría se trataría de una “prostituta”.

El Servicio Médico Legal al parecer no quiso dar una hipótesis contraria a la teoría del teniente. La doctora de Tatonología América González Figueroa- la misma facultativa que saltó a la palestra por el caso del patio 29 veinte años después- concluyó exactamente lo mismo: se había tratado de un accidente automovilistico que le había provocado a la occisa, un “traumatismo cráneo encefálico facial” no a golpes atribuibles a puños.

Después vino lo más triste. Informar a su familia: su padre, su madre, su abuela y su hermana. Sus amigas, sus millones de amigos, repartidos por todos lados y desaparecidos en estos instantes. Había mucho miedo, mucho temor, cualquiera podía ser el próximo o la próxima. Era mejor guardar las apariencias. Así y todo, para su funeral en la Capilla Nazareno de calle Manuel Montt, aparecieron muchos. La llevaron al Cementerio General donde la cremaron para luego dirigirse a la Caleta de Horcón, en la Quinta región. Ëse era el lugar predilecto de Mónica. Ahí, en ese mar que tantas veces la vio deambular, fueron arrojadas sus cenizas. En tanto, algunas de sus amigas se juntaban en el mitico bar “Quita Penas” ese que queda frente al Cementerio. No podía volver a pasar. Había que organizarse, decían convencidas. Así nació Ayuquelén, la primera agrupación lésbica en Chile, pero eso ya es otra historia.


* Este reportaje es la primera parte de una investigación periodística que se está preparando en torno al caso. El adelanto es publicado como un homenaje al cumplirse este mes de julio, 23 años de la muerte de Mónica, quien habría cumplido el pasado 8, la edad de 57 años.
** Pedro Lemebel “Las amazonas de la colectiva lésbica Ayuquelén”. Artículo gentileza www.cuds.cl.


¿Quién mató a Mónica?

  • - La causa se abrió en 1985, cuando el padre de Mónica interpuso una querella por cuasi delito de homicidio. La decisión fue adoptada ante los reiterativos sucesos extraños que le ocurrieron a diferentes miembros de la familia después de su muerte.
  • - En la morgue, un Carabinero le entregó un papel a su hermana Cristina con los datos de Gloria del Villar, indicándole que ella tenía relación con la muerte de Mónica. También, en esos duros días, un primo de Mónica recibió la llamada de una misteriosa mujer que le indicó ver cuándo asesinaban a su prima a golpes en plena vía pública y ante la presencia de su amiga, Gloria.
  • - La aludida recién fue ubicada a principios de 1986 en el norte del país. Prestó su primera declaración como única testiga de los hechos, pero cambio muchas veces su versión de cómo ocurrio la golpiza y por qué ella se fue de ahí, dejando a su amiga en la calle. Incluso, en sus primeras declaraciones, omite cualquier referencia al lesbianismo de Mónica.
  • - Alfredo Etcheberry ya gozaba del prestigio que tiene hoy como uno de los abogados más respetados y reconocidos en Chile. Ayudó a los Briones Puccio porque se lo pidio la Pastoral Católica y representó a la familia en el caso. En la familia, sólo su hermana, Cristina, sabía del lesbianismo de Mónica y conocía a algunas personas de su círculo de amistades.
  • - En esos años, el abogado se dedicó a interrogar a todos los conocidos de Mónica y a ubicar a cada uno de ellos que aparecían en una agenda telefónica que se encontraba en poder de la victima al momento de su deceso y que recién pudo recuperar a principios de los 90.
  • - Otra corriente de su investigación derivó en que el crimen de Mónica, fue por encargo, ya que habría mantenido una relación sentimental y extra marital con una mujer casada. Gloria del Villar lo confirma en una de sus declaraciones. En el texto final del expediente, Gloria indica: “Me costó y me sigue costando superar este incidente que jamás se ha borrado de mi mente como fue ver morir a una persona querida a manos de un salvaje”.
  • - El líbelo judicial estuvo cerca de 10 años en los antiguos Juzgados del Crimen. Muchas veces estuvo a punto de sobreseerse al no encontrarse culpables. Se cerró definitivamente en septiembre del año 1995, pese a los reiterados intentos del abogado Etcheberry por continuar indagando. En su análisis final, declaró como principal sospechosa del crimen a Gloria del Villar, sin embargo, dicha tesis no fue acogida por la Corte. La razón fue que “no existen indicios suficientes para acusar a determinada persona como autor, cómplice o encubridor”.


Su caso en el siguiente video

Santiago, 1984. La artista Mónica Briones Puccio inicia una relación con Natalia, la cual estaba casada con un agente de la CNI. El agente se entera de la infidelidad de su esposa y Mónica empieza a ser víctima de extrañas persecuciones de neonazis. Después del cumpleaños número 34 de Briones, testigos afirman que un desconocido “con pinta de nazi”, la golpeó violentamente hasta asesinarla. Su muerte origino la primera organización lésbica de chile, Ayuquelén.



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