(Especial para Infolatam por Rogelio Núñez)-. El gobierno de Sebastián Piñera y las fuerzas de la oposición han llegado a un acuerdo para comenzar a negociar una profunda reforma política que podría finalmente abordar incluso un cambio constitucional y el final del sistema electoral vigente, conocido como binominal.
La oposición además propone impulsar las primarias ciudadanas, abiertas y vinculantes, la regionalización, como forma de descentralización, la aprobación de la inscripción automática y el voto de los chilenos en el extranjero.
El gobierno se ha comprometido a plantear su propuesta en septiembre tras recibir las propuestas de las fuerzas opositoras. La reforma política se ha convertido en una prioridad, sobre todo, tras las cifras de la última encuesta CEP que mostraba el aumento del rechazo y la distancia entre la sociedad y la clase política y después de las masivas protestas estudiantiles de las últimas semanas.
La llave maestra de la reforma política pasa por cambiar el sistema electoral binominal vigente desde 1990 e instaurado por el régimen de Augusto Pinochet, que se caracteriza por incentivar el bipartidismo ya que quienes aspiran a entrar en el Congreso deben pertenecer a uno de los dos grandes bloques políticos (la Alianza de centroderecha o la Concertación de centroizquierda), pues resulta muy difícil ser elegido como independiente o por alguna agrupación minoritaria.
La reforma política representa para el gobierno Piñera una vía para reconducir las protestas estudiantiles hacia un terreno eminentemente político y tratar de ganar legitimidad ante la ciudadanía.
¿Qué es el sistema binominal?
En la práctica, el binominal funciona de la siguiente forma: en las elecciones, cada circunscripción pone en juego dos escaños. Para que una partido obtenga un escaño necesita el 33,4% de los votos. Para lograr un segundo escaño, esa fuerza debería reunir el 66,8%, cifra habitualmente difícil de obtener. Por eso, cada coalición suele lograr un escaño, quedando fuera terceras fuerzas y hasta candidatos de una de las dos coaliciones con mucho apoyo, pero que no alcanzan el 33%.
El sistema binominal funciona para ambas cámaras legislativas mientras un sistema mayoritario es el utilizado para la elección presidencial. Así pues, se elige entre las dos listas más votadas al candidato con mayor número de votos de cada lista. Si la lista mayoritaria logra doblar en votos a la segunda obtiene ambos escaños. Se trata de un sistema poco proporcional ya que otorga el mismo número de escaños en un distrito a una lista que obtiene el 65% de los votos (es decir no llega al 66% que le permitiría quedarse con los dos escaños) que a otra con el 33% (que obtendría uno, lo mismo que la candidatura con el 65%).
El sistema binominal tiene como consecuencia que obliga a los partidos políticos a agruparse en dos grandes coaliciones e impide la formación de fuerzas de centro puesto que un candidato independiente para ser electo debe superar en votación a todas las listas que compiten en el distrito. ”El sistema binominal induce la formación de dos grandes bloques. Eso es bueno para la política chilena, pero inhibe la competencia entre bloques, creando un duopolio político de facto”, según comenta el analista político Patricio Navia.
Navia, profesor de la Universidad Diego Portales, señala que “las dos grandes coaliciones políticas se han comportado de la misma forma, al crear barreras artificialmente altas de entrada para la competencia, reducir el acceso a información de la gente sobre la actividad política y limitar la capacidad de las personas para decidir por sí mismas quiénes serán sus representantes”.
De tofos modos, Patricio Navia admite que el sistema tuvo una explicación y una virtud histórica “fue exitoso durante la primera etapa democrática, cuando los temores a la inestabilidad y a una regresión autoritaria hacían prudente reducir el número de actores y privilegiar los acuerdos de las elites, pactados incluso en secreto. Pero a medida que la democracia se consolidó, el argumento a favor de privilegiar un gobierno desde arriba hacia abajo se tornó indecoroso”.
Eugenio Guzman, de la Universidad de Chile, asegura que “uno de los rasgos característicos del sistema binominal es que hace que los bloques en disputa se orienten hacia posiciones medianas del electorado. Es decir, cada bloque se mueve hacia su oponente ideológico, de manera que los bloques en disputa tienden a converger”.
Con el paso del tiempo, el binominal ha quedado obsoleto: “el sistema electoral binominal cuasi-legalizó el duopolio político. En más del 90% de los distritos, la Concertación y la Alianza se dividen los escaños uno y uno. En el Senado, sólo en 1 de 57 casos, un candidato independiente ha logrado romper el cerco. Porque las barreras de entrada para los desafiantes son demasiado altas y es inconducente a la competencia entre las coaliciones, el sistema binominal es un mecanismo que induce a la colusión de los grandes bloques. Pero a diferencia de lo que sucede con las farmacias, son los propios beneficiados, los parlamentarios, los que año a año optan por mantener incólume el sistema binominal”.
http://www.infolatam.com/2011/08/17/chile-el-final-del-sistema-electoral-binominal-la-llave-que-abre-la-reforma-politica/
El inicio de la reforma política
Tras muchos años de no ponerse de acuerdo para cambiar el sistema electoral, gobierno y oposición han dado los primeros pasos para abordar la negociación. Sebastián Piñera ya ha pedido a los parlamentarios “avanzar hacia una nueva ley de partidos políticos” y “avanzar hacia acuerdos que nos permitan perfeccionar nuestro sistema electoral”, con proyectos como el de inscripción automática, voto voluntario, voto de los chilenos en el extranjero, plebiscitos comunales y primarias: “nadie puede negarse a buscar acuerdos, que tienen que ser amplios, sólidos y que nos permitan perfeccionar nuestro sistema electoral”.
La en 2008, Piñera aseguró que era “partidario de mejorar el sistema binominal y no eliminarlo como propone el Gobierno, soy partidario que en Chile exista un sistema electoral mayoritario que genere grandes coaliciones, que exista dialogo entre ellas y que genere gobiernos de mayoría que puedan gobernar”.
Por su parte, los presidentes de los partidos opositores afirmaron en un comunicado que los chilenos están insatisfechos “con el tipo de democracia que tenemos”, y que “hay una crisis de representación y un reclamo por mayor participación de los ciudadanos en las decisiones”. El comunicado, que fue firmado por los presidentes del Partido Socialista, Osvaldo Andrade; del Partido por la Democracia (PPD),Carolina Tohá, y del Partido Radical Social Demócrata (PRSD), José Antonio Gómez, aseguraba que los partidos opositores persiguen “emprender una agenda ambiciosa de reformas…Con la misma claridad, le hemos planteado al gobierno que no estamos disponibles para hacer reformas cosméticas”.
Los opositores buscan ”fijar las bases de una nueva Constitución para Chile, que nos represente a todos…instaurar el plebiscito para resolver temas relevantes para el país cuando no se logran acuerdos necesarios. Nuestra propuesta es que el debate educacional sea resuelto de esta manera”, terminar con el sistema binominal para la elección de legisladores y reemplazarlo por uno que “sea representativo y genere mayor competencia”.
Proponen además instalar “primarias abiertas y vinculantes para definir candidatos a comicios electorales”, en cuarto lugar y, en quinto término, “avanzar decididamente en la regionalización del país transfiriendo poderes, competencias y recursos a las regiones y comunas” Por último propone “aprobar de una vez la inscripción automática y el voto de los chilenas en el extranjero”.
En esa línea de poner fin al binominal ha intervenido el ex Presidente Ricardo Lagos quien atribuyó al sistema binominal la causa de los principales problemas de Chile: ”aquí hay una deslegitimidad producto de una institucionalidad que se acabó, una institucionalidad que es una camisa de fuerza y lo que me preocupa es que el Gobierno no lo entiende así y considera que no es importante…Durante 20 años quisimos cambiar el binominal. El binominal es la esencia de los males de este sistema”.
En esa línea de poner fin al binominal ha intervenido el ex Presidente Ricardo Lagos quien atribuyó al sistema binominal la causa de los principales problemas de Chile: ”aquí hay una deslegitimidad producto de una institucionalidad que se acabó, una institucionalidad que es una camisa de fuerza y lo que me preocupa es que el Gobierno no lo entiende así y considera que no es importante…Durante 20 años quisimos cambiar el binominal. El binominal es la esencia de los males de este sistema”.
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