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jueves, 22 de agosto de 2013

QUÍMICO BERRÍOS ENTREGABA TOXINA BOTULÍNICA EN LA CALLE A LA CNI

Periodista Benedicto Castillo, autor del libro “Magnicidio” sobre el asesinato de Eduardo Frei Montalva, recapituló antecedentes acerca del manejo de esta extremadamente mortal sustancia en tiempos de la dictadura. Recordó que era importada por la Cancillería y que el Ejército tenía un Laboratorio de Guerra Bacteriológica.

Jueves 22 de agosto de 2013 | por Claudio Leiva Cortés
El químico Eugenio Berríos entregaba en la calle y en pleno centro de Santiago, paquetes de la mortal toxina botulínica a agentes de la Central Nacional de Informaciones (CNI). Esto lo reveló el periodista Benedicto Castillo en su libro “Magnicidio”, sobre la muerte del ex presidente Eduardo Frei Montalva en 1982.
“Esto me lo contó el abogado Ulises Agurto, ex subsecretario de Agricultura subrogante de Frei Montalva.Él acompañaba a Berríos hasta Bandera con Huérfanos, donde el químico entregaba la toxina botulínica a agentes de la CNI. Todo eso lo cuento en mi libro”, recordó Castillo.
“El tema de la toxina botulínica, que puede matar a miles de personas con ínfimas dosis, no es nuevo, aparece mencionada en varios casos de crímenes de la dictadura, pero no se sabía que había ampollas escondidas en el Instituto de Salud Pública”, añadió en referencia a la revelación que hizo este jueves la ex directora del ISP, Ingrid Heitmann.
Castillo dijo que desde los años 80 en adelante, cuando el ISP se llamaba Instituto Bacteriológico, Berríos y otros desconocidos “tenían acceso libre a los laboratorios para hacer pruebas. Y uno de estos desconocidos fue identificado por funcionarios del Instituto como Michael Townley”.
Explicó que este tema de la toxina botulínica salió a la luz por el caso de Frei Montalva. “Está comprobado científicamente que dos presos políticos murieron envenenados con esta sustancia y otros tres resultaron heridos en 1981, poco antes de la muerte de Frei. Les echaron la toxina en la comida”.
“También se investigó si fue usada en el crimen del cabo del Ejército Manuel Leyton, agente de la DINA, asesinado en 1977 por revelar a Carabineros que la DINA le había robado una renoleta a un detenido desaparecido arrojado al mar. Se descubrió que fue asesinado con gas sarín”, explicó.
“En el caso de Frei Montalva también se buscó la toxina, pero los peritajes tanatológicos fueron positivos sólo para gas mostaza y talio. Finalmente, el mismo asesinato de Berríos en Uruguay tiene que ver con este tema, porque era uno de los pocos autorizados para manipular la toxina”, añadió Castillo.

ERA IMPORTADA POR LA CANCILLERÍA

Otro antecedente proporcionado por Castillo en su libro “Magnicidio” es que la toxina botulínica era importada por la Cancillería chilena desde Brasil en los años 80. “Eso lo declararon altos ejecutivos del Instituto Bacteriológico, incluyendo su ex director, coronel Fuenzalida”, recordó.
“Los paquetes llegaban al Departamento de Bacterias Peligrosa y Gases Mortales y eran entregados por choferes de la Cancillería que están identificados con nombre y apellidos en el proceso. Están en los expedientes a los que tuve acceso”, agregó Castillo.

LABORATORIO DE GUERRA BACTERIOLÓGICA

Castillo también dijo que en transcurso de la investigación se descubrió que el Ejército tenía un Laboratorio de Guerra Bacteriológica, dirigido por un general del escalafón de Sanidad y que tenía una sede clandestina en la ex Vicaría Castrense de calle Carmen 339.
“Eso lo declara un coronel de Ejército que también era veterinario. Sólo agentes del Departamento de Inteligencia del Ejército (DINE) tenían acceso al Laboratorio de Bacterias Peligrosas y Gases Mortales”, añadió Castillo.
“La Brigada de Derechos Humanos de la PDI descubrió la ubicación final del Laboratorio de Guerra Bacteriológica en la sede de la Escuela de Nacional de Inteligencia del Ejército, que aún funciona en Nos, San Bernardo. Esto fue en 2007, como parte del último peritaje”, señaló Castillo.
“Estos son antecedentes bastante nuevos en estas causas que están relacionadas con el químico Berríos y el uso de sustancias como la toxina botulínica, el gas sarín y el talio. Por algo están todas en manos del ministro en visita Alejandro Madrid. Y si Ingrid Heitmann incineró las ampollas con la toxina, entonces destruyó evidencia”, concluyó.
http://www.lanacion.cl/quimico-berrios-entregaba-toxina-botulinica-en-la-calle-a-la-cni/noticias/2013-08-22/143928.html

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