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sábado, 12 de enero de 2013

Las horas de terror de la familia Luchsinger


La madrugada del 4 de enero, la casa del matrimonio de Werner Luchsinger y Vivian Mackay ardió por casi seis horas, sin que Bomberos pudiera controlar el incendio, y frente al desconsuelo de sus hijos, sobrinos y primos. El fuego había sido provocado por un ataque que marcó para siempre el territorio de Vilcún.

por E. González y J. Pinochet - Foto ElPeriodico.cl AgenciaUno - 12/01/2013 - 05:33



Lo pasó mal la noche de Año Nuevo. Werner Luchsinger llevaba dos días acostándose tarde y durmiendo poco por culpa del miedo.
El miedo que cada enero revive entre los miembros de su familia desde el año 2008, cuando el joven mapuche Matías Catrileo (23) murió tras recibir un tiro por la espalda del carabinero Walter Ramírez, en los terrenos del fundo Santa Margarita, entonces propiedad de su primo Jorge Luchsinger Villigier.
Desde esa fecha, los ataques y amenazas al clan de origen suizo se han ido acrecentando y cada aniversario del crimen es motivo de tensión.
En los días previos, la familia siempre se mantiene alerta. Antes de Navidad, efectivos de la PDI habían recorrido los fundos del sector de Vilcún advirtiendo a los moradores de cuidar sus rutinas y entregar números de contacto en caso de emergencia.
En algunas casas de los Luchsinger (más de 10 entre Temuco y Vilcún) hay, incluso, carabineros de punto fijo, protección que algunos tienen desde hace más de cinco años.
Pero Werner no quería eso para su fundo Lumahue. Una y otra vez dijo que no deseaba policías en su propiedad. Por años, los terrenos de su familia habían sido blanco de las reivindicaciones mapuches, y siempre advirtió a sus hijos que defendería lo suyo y enfrentaría a quien fuera.
Por eso, y tras dos noches consecutivas en las que desde la cocina vio luces por el sector trasero de su casa, una vivienda de dos pisos ubicada a un costado del río Quepe, en Vilcún, rodeada de cercos con alambres de púa, mucha vegetación y con dos gruesos portones de madera que cerraba personalmente todas las noches, Werner Luchsinger decidió actuar.
La madrugada del 1 de enero encerró a su esposa, Vivian Mackay, en la propiedad y salió a recorrer el campo con su arma en la mano, a paso lento, caminando por todo el terreno.
“Los salió a enfrentar, pensó que esa noche sería el ataque”, relató el martes su hijo Jorge Andrés Luchsinger Mackay (47) a la Fiscalía de Temuco. Su declaración se produjo en el marco de la investigación por el atentado que el 4 de enero costó la vida de sus padres, de 75 y 69 años, y por el que ayer fue formalizado Celestino Córdova Tránsito.
¡¡Fuera del Wallmapu!!
2 de enero, 2 a.m.: “¡El asesinato de Katrileo (sic) no quedará impune! ¡Fuera, familia Luchsinger! ¡Fuera, latifundistas, del Wallmapu!”. Estas frases, escritas con pintura roja, aparecieron la noche siguiente a la ronda de Werner Luchsinger por su campo, en el hotel Don Eduardo, ubicado en el centro de Temuco, lugar donde un grupo de encapuchados irrumpió a eso de las dos de la mañana para rayar murallas y muebles.
Los manifestantes también lanzaron panfletos con la fotografía de Jorge Luchsinger: “Usurpador y asesino de Matías Catrileo (...) consideramos a Luchsinger tan responsable como el Estado”, decía la consigna en contra del agricultor, quien el 2009 terminó vendiendo el fundo Santa Margarita (ubicado a cerca de 10 km de Vilcún), cansado del “terrorismo” que siempre acusó.
La familia estaba alerta. La mañana de ese día, Harald Luchsinger, otro integrante del clan, pasó por su fundo ubicado en el sector de Palermo Chico (verinfografía), advirtiendo a sus cuidadores la necesidad de tener mayor precaución, debido al aniversario de la muerte de Catrileo.
Días antes, Rodolfo Luchsinger, también pariente, quien cuenta con protección policial las 24 horas, había sido advertido por Carabineros: “Conversé con ellos y me dijeron que había que estar preparado para cualquier cosa. Me contaron que habían aumentado los patrullajes y el personal en el sector”.
Dichas advertencias, sin embargo, no cambiaron la mirada de Werner Luchsinger sobre el tema.
El día del atentado, él y su esposa hicieron su rutina habitual en la casa familiar, donde criaron a sus cuatro hijos: Jorge Andrés, Mark, Jaime y Karin. Luchsinger estudió Medicina Veterinaria en la Universidad Austral de Valdivia y se especializó en Australia.
“Al volver no se dedicó al tema. Atendía animales de conocidos y amigos, pero terminó dedicándose a la agricultura, con producción de papas y cebada”, recuerda Enrique Luchsinger, otro de sus primos. En total, la familia lleva cuatro generaciones en la zona desde 1909, cuando llegó a Chile Adam Luchsinger, desde Suiza.
Una de las grandes pasiones de Werner Luchsinger era la aviación e, incluso, tenía una pista de aterrizaje en su terreno. Le gustaba sobrevolar Vilcún y ver los campos desde el aire, o viajar a un predio que había comprado en Hornopirén.
Trabajadores de fundos cercanos dicen que todas las mañanas se le veía salir de su casa en dirección a General López -el pueblo más cercano-, donde compraba el diario. También asistía a la iglesia luterana de Temuco. Vivian, su mujer, estaba recuperándose de una compleja operación. Era común verlos juntos haciendo compras en el centro de Temuco.
Su familia cuenta que siempre fue reservado y muy cuidadoso de su seguridad. Que tenía algunos problemas de audición y conversaba poco.
“En esta etapa de su vida estaba descansando, con algunos problemas de salud, pero siempre era amable y saludaba”, señala un trabajador del fundo contiguo. En los últimos años tenía la mayor parte de su tierra arrendada, y sólo mantenía una pequeña crianza de animales y cultivos menores.
Una de las últimas personas en verlo con vida fue su primo Eduardo, quien lo visitó la mañana del jueves 3 por 30 minutos. “Estaba solo, porque ella (Vivian) había ido a ver a su madre. Conversamos de todo, del año en que no nos habíamos visto”, explica el familiar.
"¡Le pegaron al papá!"
4 de enero, 1.12 a.m.: Un grupo de entre siete y 10 desconocidos, vestidos de negro y con pasamontañas, irrumpió en el fundo Lumahue, tras romper los cercos que se encontraban a menos de 50 metros de la vivienda. Mientras el matrimonio dormía en su habitación del segundo piso, los asaltantes ingresaron a la casa por la parte trasera, luego de vulnerar el candado de la puerta de la cocina, que tenía un desperfecto en su chapa.
El ruido generado por el grupo despertó a Werner Luchsinger, quien se levantó y tomó su arma calibre .22. Su mujer también se despertó, pero se mantuvo refugiada en la pieza, mientras el agricultor se dirigió a la escalera.
Momentos más tarde, Vivian Mackay llamó por celular a su hijo mayor, Jorge Andrés, quien vive a dos kilómetros del lugar, al otro lado del río Quepe. La conversación sólo duró 14 segundos: “Me gritó sollozando que por favor la viniera a ayudar, porque le habían pegado al papá”, relató el hijo. La segunda alerta telefónica fue para Cynthia Mackay, su hermana, pero no contestó.
1.15: Ingresó al 133 de Carabineros la llamada de una mujer en pánico pidiendo ayuda, porque estaban atacando su casa y su marido estaba herido. De fondo se escuchan disparos, en un audio que se extiende por un minuto.
Según las pesquisas, esta llamada probaría el tiroteo a corta distancia que se habría producido al interior del domicilio, entre el dueño de casa y los encapuchados. Según fuentes ligadas a la investigación, se encontraron cerca de nueve casquillos de bala, correspondientes a las que usó Luchsinger y a las que habrían disparado sus atacantes.
1.17: Después de colgarle a su madre, Jorge Andrés Luchsinger llamó por teléfono a su primo Germán: “La mamá dice que los asaltaron y que el papá está herido”. Sin colgar, abordó su vehículo y se dirigió a la casa de sus padres. “Dejó la llamada abierta, para que yo fuera rastreando lo que iba sucediendo mientras él avanzaba. En cualquier momento lo podían atacar. Eso no lo teníamos planeado ni nada, pero fue inteligente al hacerlo”, relata el familiar. Por el camino, el raudo paso del vehículo despertó al cuidador de un fundo aledaño, perteneciente a Harald Luchsinger, quien avisó a otros cuidadores del área sobre una emergencia.
1.22: En la casa de Werner Luchsinger, sus disparos hirieron por la espalda a uno de los asaltantes. Según la investigación estableció en forma preliminar, la víctima también habría resultado herida a bala o golpes, quedando inmovilizada. Tras verse sorprendidos, los asaltantes decidieron quemar la casa, sin sacar a sus moradores, al contrario del plan original, según cree la policía. Para ello, rociaron acelerante por toda la vivienda. Según se indaga, el fuego partió en el segundo piso.
Militza Luchsinger, sobrina de los fallecidos, cuenta que -por mensajes de texto- los familiares comenzaron a enterarse de que la casa de Werner Luchsinger se incendiaba.
Según se ha podido establecer, por escasos minutos Jorge Andrés Luchsinger no se encontró con los encapuchados.
Tras recorrer entre tres y cuatro kilómetros, el mayor de los Luchsinger Mackay llegó a la casa de sus padres. Testigos de esa noche cuentan que de inmediato los llamó gritando, rompió un ventanal y trató de ingresar al interior de la vivienda, pero no obtuvo resultados. Sólo logró retirar un vehículo, un armario y encontrar al perro de sus padres.
“Lo vimos fuera de sí, intentando entrar a la casa. Nos decía que había recibido una llamada de su madre pidiendo ayuda. Gritaba nombrándolos y dando vueltas por toda la casa. Lo veía muy triste. Tuvimos que sacarlo”, dice un policía que llegó al fundo.
Cinco minutos después, el hijo llamó a los bomberos, quienes despacharon dos unidades desde Vilcún, una de Temuco y otra de Cajón. Jorge Andrés Luchsinger aún creía que sus padres habían logrado escapar.
"Soy mapuche, estoy herido"
1.24: A 800 metros de la casa, un equipo de Carabineros que comenzó a recorrer la zona advirtió a dos personas entre la vegetación. Al percatarse de que habían sido descubiertos, uno de ellos disparó y la policía repelió el ataque. Mientras Carabineros avanzaba hacia ellos, uno arrancó y el segundo, más corpulento, quedó en el suelo.
“Soy mapuche, estoy herido. Esto es reivindicación de tierras. Eso nomás estoy autorizado a decir”, fueron las únicas palabras para sus captores. El detenido vestía ropas negras, una capucha y una linterna en el cuello.
1.26: Otro de los cuidadores del fundo de Harald Luchsinger, ubicado en el sector de Palermo Chico, a menos de un kilómetro del lugar del incendio, vio escapar a un grupo de desconocidos a través de los campos de trigo del sector. El guardia disparó, pero no logró detenerlos.
Para la policía, la huida fue muy bien planificada, dividiendo a los atacantes en dos grupos, que corrieron hacia la cordillera formando una V. Fueron rápidos y demostraron un conocimiento acabado del terreno. Resultó imposible seguirles la pista.
Quienes conocen de cerca la investigación aseguran que es muy raro ver luces de linternas en las persecuciones, que con tres segundos les basta para ubicarse y seguir. Además, una fuente ligada al caso sostiene que al detenido se le encontró una cuerda con un garfio en la punta, lo que podría ser utilizado para trepar a los árboles y esconderse.
1.32: En las afueras de la vivienda en llamas, el hijo de las víctimas volvió a telefonear a su primo Germán. Le dijo que si los bomberos llegaban pronto, la casa se podía salvar.
“El seguía con la llamada abierta y yo escuchaba sus gritos: “¡Papá!, ¡mamá!”, intentando dar con ellos”, relata Germán Luchsinger. Minutos más tarde llegaron los bomberos. “Era un incendio de grandes proporciones.
El hijo nos dijo que no encontraba a sus padres y que pensaba que habían logrado escapar. Por ello, algunos voluntarios lo acompañaron a recorrer los alrededores del fundo”, recuerda el comandante del cuerpo de Bomberos de Vilcún, Nelson Pérez.
2.30: El rastreo no produjo resultados. Al lugar ya habían llegado familiares, entre ellos Germán Luchsinger, quien acompañaba a su primo desde hacía ya 40 minutos, luego de haberse trasladado desde Temuco a Vilcún.
Ambos recorrieron los alrededores de la vivienda, gritando el nombre de Werner y Vivian en innumerables ocasiones. Debido a la oscuridad, los primos, incluso, cayeron a los canales de regadío durante el rastreo.
A esa hora llegó el helicóptero de Carabineros, que lanzó bengalas sobre los campos para facilitar la búsqueda. En medio de los destellos que iluminaban la zona, Jorge Andrés Luchsinger y su primo sostuvieron -por primera vez en toda la noche- una franca conversación: “Concordamos abiertamente que lo más probable era que sus padres estuvieran dentro de la casa”. “Se veía destrozado, abatido, con mucho llanto”, cuenta un funcionario policial que participó del operativo.
2.50: El general de la IX Zona de Carabineros, Iván Bezmalinovich, se comunicó por teléfono con el intendente de La Araucanía, Andrés Molina: “Se está quemando la casa de uno de los Luchsinger. Los dueños no se ven en el sector”, le dijo.
3.20: Molina envió un mensaje de texto al ministro del Interior, Andrés Chadwick: “De camino a atentado. Parientes de Jorge Luchsinger, sector Niagara. Habrían fallecido y el incendio en extinción.
Habría un detenido herido”. Al llegar, el intendente recibió una llamada de carabineros para informarle que había un detenido y que, al momento de atraparlo, otro desconocido armado se separó de él y escapó a través de los campos.
En el sector, la policía detectó muchos alambres cortados en varios cercos, creando una ruta para la fuga. Según se determinó posteriormente, los cortes fueron realizados con días de antelación.
4.00: Llegó el fiscal Miguel Angel Velásquez al lugar de los hechos para dirigir las pesquisas.
"No le doy a nadie"
7.30: Después del amanecer, más familiares se presentaron en el lugar, entre ellos Rodolfo Luchsinger, primo de la víctima. Jorge Andrés, el hijo mayor que había presenciado el incendio durante toda la noche, estaba apesadumbrado y se culpaba de la situación.
“Hablé con él y estaba muy perturbado con la idea de que, por salir a buscar a sus padres alrededor del fundo, perdió tiempo y no pudo asistirlos o sacarlos desde dentro de la casa”.
8.00: Luego de seis horas, el incendio logró ser controlado. Mientras realizaban la remoción de los escombros, después de haber apagado los últimos focos del fuego, voluntarios de Bomberos encontraron dos cuerpos calcinados, que posteriormente fueron identificados como el matrimonio Luchsinger Mackay.
“Fue el momento más duro para todos, porque la ilusión de que estuvieran con vida se fue”, cuenta uno de los carabineros que acompañaron durante toda la noche a Juan Andrés Luchsinger.
Cuando las llamas cedieron, el panorama fue desolador. La casa había desaparecido por completo; ya no había segundo piso, ni subterráneo, ni nada. Todo era cenizas. Sólo la chimenea y los muros de piedra de la fachada resistieron el fuego.
Según lo consignado por las pericias forenses, los cuerpos de ambos ancianos estaban uno al lado del otro, y el revólver, cerca de los restos de Werner Luchsinger. Uno de los temas a despejar es si la mujer también resultó herida y por qué el matrimonio no alcanzó a huir.
“No le doy a nadie, ni en este país ni en el mundo, que la mamá lo llame pidiendo auxilio porque han agredido a su papá, y que uno llegue seis o siete minutos después, y que por siete minutos, uno no pueda salvarlos de morir quemados vivos”, fueron las palabras que eligió Jorge Andrés Luchsinger esa mañana para resumir la peor noche de su vida.
Epílogo
Las primeras diligencias policiales llegaron con la luz del día, allanando el sector de Lof Rawe, donde fue detenida una machi por porte ilegal de armas. Ahí mismo se encontraron huellas similares a las halladas en la casa de los Luchsinger y se sospecha que los asaltantes se refugiaron por la zona.
Las conclusiones del equipo policial apuntan a un grupo radical de la Coordinadora Arauco Malleco (CAM) liderado por Luis Tralcal, acusado y luego absuelto (a mediados del 2012) de incendio, porte y tenencia ilegal de armas.
Este habría optado por los atentados incendiarios con violencia en las personas desde hace años, de los cuales la CAM tomó distancia el miércoles a través de un comunicado.
En el Hospital de Temuco, Carabineros realizó la identificación del detenido herido tomando sus huellas digitales. Se trataba de Celestino Córdova Tránsito (26), con antecedentes por negarse a revelar su identidad en un control policial. Mientras era atendido, el hombre guardaba silencio y miraba fijo; no manifestó arrepentimiento.
En las horas siguientes, la policía realizó diligencias y allanamientos en el sector de Lleupeco, en Tres Cerros, donde vive Córdova Tránsito junto a sus hermanos. En la zona se le atribuye una gran influencia a Tralcal, quien residiría en el mismo sector.
Para la fiscalía, no son más de una veintena los protagonistas de estos actos, cuya violencia ha ido en aumento. El 23 de diciembre, 10 días antes del mortal incendio, la familia Seco Fourcade, en el fundo Santa Isabel de Lautaro, fue víctima de un ataque similar: una decena de encapuchados los arrastraron violentamente fuera de su casa y luego la incendiario.
Como hubo resistencia, los victimarios encerraron a los perros de la familia en la casa para que murieran entre las llamas. Fue una especie de advertencia.
Según el relato de los Seco Fourcade, les llamó la atención la presencia de un hombre vestido de negro, de casi 1,80 m y con una linterna en el cuello.
Como la descripción calzaba con la del hombre herido en el hospital, el miércoles de madrugada, el hogar de la madre de Córdova fue allanado y ahí fue detenido su hermano José.
Ambos fueron formalizados ayer. Celestino, por dos delitos terroristas: el ataque al fundo Santa Isabel y el incendio donde murieron Werner Luchsinger y su esposa, Vivian Mackay. Su hermano, por porte ilegal de armas (ver nota sección País en edición central).
La defensa de ambos imputados solicitó un traductor de mapudungún, argumentando que no entienden bien el español. Minutos antes, en las afueras del juzgado, familiares de víctimas y acusados se gritaron e insultaron por largos minutos, evidenciando la marca que el crimen dejó para siempre en Vilcún.
Zona de ataques al fundo Vilcún, donde pereció el matrimonio Luchsinger MacKay








    http://www.latercera.com/noticia/nacional/2013/01/680-503266-9-las-horas-de-terror-de-la-familia-luchsinger.shtml

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