Hace 21 años, Augusto Pinochet decidió que la Fábrica y Maestranzas del Ejército (Famae) comprara la empresa Valmoval, por la no despreciable suma de US$ 3 millones. Sólo habían dos detalles: la firma estaba quebrada y pertenecía nada menos que a su hijo Augusto. En suma, “topón pa’ dentro”.
El caso saltó a la luz pública y una comisión parlamentaria comenzó a investigarlo. La tensión entre el ex dictador, quien había dejado hacía pocos meses el poder, y el Presidente Patricio Aylwin se hizo aún más evidente.
La historia es conocida: ante la investigación que podría complicar a su hijo regalón, Pinochet decidió actuar. En diciembre de 1990 dio una orden perentoria a las tropas del Ejército -debían acuartelarse- y dispuso a comandos armados hasta los dientes en la entrada al edificio de esa rama de las Fuerzas Armadas, ubicado frente al palacio de La Moneda, donde 17 años atrás había entrado golpeando.
Fue un caos, una presión que hizo recordar de inmediato lo fresquita que estaba la dictadura, pero, por sobre todo, que Pinochet aún manejaba el poder de las armas casi a su antojo. Aylwin no estaba en Chile así que tuvo que regresar de inmediato porque los ojos de todo el mundo miraban hacia Santiago.
Se inició, entonces, un proceso judicial para que se investigaran las responsabilidades penales detrás de este dinero que saldría de las arcas del fisco para Augustito.
Sin embargo, Pinochet no estaba para juegos. Tenía que proteger a su hijo. Activó al servicio secreto de espionaje del Ejército y, nada menos que a su jefe, el entonces coronel Francisco Maximiliano Ferrer Lima. ¿La orden? Sacar a Augustito de Chile mientras se calmaban las aguas.
Ferrer Lima, conocido en la comunidad como Juan Carlos Frez Ramos, salió de su oficina ubicada en Agustinas con Teatinos, en la puerta contigua al diario La Nación -donde hasta mediados del 2005 funcionó el servicio secreto- y se dio a cumplir la orden, aunque a regañadientes.
Dramas varios
En 1982 se hizo cargo del SSE y lo volvió por primera vez un aparato clandestino y no era la primera vez que había tenido un problema con la familia del dictador: a mediados de los 80, un intento de armar una empresa en Punta Arenas para Lucía Pinochet casi le echó por tierra la red de agentes que había armado en Argentina.
Sin embargo en el Ejército las órdenes se cumplen gusten o no y Ferrer Lima puso todo de su parte. Era un “hombre confiable y de confianza” y había que sacar al hijo de su jefe. ¿El destino? España.
A través del agente residente del servicio secreto en Argentina, Carlos Narea González, pariente de la cantante Sonia la Única, se dio a la tarea de conseguirle a Augustito una identidad falsa -o identidad operativa- como se le conoce a esos documentos en el mundo del espionaje.
Entonces Narea González se contactó con uno de los agentes argentinos reclutados por el SSE, el espía del SIDE, Raúl Di Carlo, quien le pasó el dato de un tal Ángel Rossi, conocido como “Beber”, un especialista en falsificar documentos.
Apenas Augustito llegó a Buenos Aires de la mano del mayor Arturo Silva Valdés (condenado como autor de la muerte del químico Eugenio Berríos), Narea le pasó su identidad falsa para que se moviera durante los 30 días que estuvo en la capital trasandina.
“Lo acompañé a Iguazú. En este lugar, alojamos en el hotel “Jaracandá”, para después abordar un taxi y cruzar la frontera hacia Foz de Iguazú, continuando su viaje a Río de Janeiro. Supe por Rossi que el pasaporte había sido conseguido en el Consulado de Argentina en Sao Paulo, correspondiendo a un documento original en blanco, encargándose Rossi de falsificar la escritura en el Registro Nacional de Personal, utilizando el nombre de una persona con existencia legal, pero con la fotografía e impresión dactilar de Augusto Pinochet Hiriart. En Río de Janeiro dio por perdido su pasaporte y consiguió una copia en el consulado con visa para viajar a España…”, declaró Narea en el caso Prats.
El hijo “papón”
Una vez en España, Augustito vivió en un céntrico departamento en Madrid pagado con plata del Ejército. A diferencia de Ferrer Lima, no era militar, por lo que no estaba acostumbrado a vivir en las sombras. Conocidos eran sus escándalos y su afición a la bebida, y vivir bajo el alero de la impunidad que le otorgaba la figura de su padre, por lo que no le fue sencillo cortar comunicaciones para pasar piola.
Fue en ese contexto que junto a Ferrer Lima le grabó un cassette a su padre, donde le explica cómo lo está pasando en Madrid, que se siente solo y las dificultades de vivir con una identidad falsa. En él también se puede escuchar: “sé que están con muchos problemas, pero usted los sabe sortear muy bien, dicen que su forma de manejarlos no la tiene cualquiera… yo hubiese querido que me hubiera dado un décimo de su capacidad”.
Incluso había pedido plata para instalar una empresa, pero fue el propio Ferrer quien se encargó de decirle que de lucas ni hablar.
Este audio, cuyo contenido completo revela por primera vez The Clinic Online, reconstruye un trozo de la transición democrática, que aún tiene muchos espacios grises.
Lea además la declaración completa del ex espía Carlos Narea González
Narea González

http://www.theclinic.cl/2012/01/09/exclusivo-el-audio-secreto-de-%e2%80%9caugustito%e2%80%9d-cuando-estuvo-escondido-en-espana-por-el-caso-pinocheques/