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martes, 18 de octubre de 2011

Pedro Enrique Fernández Dittus, criminal castrense, ahora es "Sostenedor" de un colegio

Lunes, 25 de Julio de 2011



En medios de las movilizaciones estudiantiles contra el sistema de enseñanza privada financiada en Chile por el Estado para el lucro de particulares, circula un mail recordando que un criminal del Ejército participa en la propiedad de un establecimiento de enseñanza de una barriada popular del este de Santiago. Se trata del ex capitán de ejército Pedro Enrique Fernández Dittus, jefe de una patrulla militar que roció con gasolina y quemó vivo, dándole una muerte increíblemente curel al joven fotógrafo Rodrigo Rojas Denegri, a la vez que dejó con quemaduras graves en el 60% de su cuerpo a la joven Carmen Gloria Quintana, quien sobrevivió con su cuerpo y rostro desfigurado. Todo esto ocurrió durante una protesta popular contra la dictadura de Pinochet registrada en la comuna Estación Central, en el oeste de Santiago el 2 de julio de 1986.
El 10 de marzo de 2006, justo 20 años después del crimen y en el último día de gobierno de Ricardo Lagos, el Colegio de Profesores realizó una manifestación para desenmascarar a uno de los dueños de la escuela básica N° 172, ubicada en José Arrieta 6870, comuna de La Reina. La funa, o scratch, estuvo dirigida precisamente contra Fernández Dittus quien aparecía, en la Primera Notaría Peñalolén, como miembro de la sociedad "Marta Rosa Elena Dittus Bayer e Hijos Limitada", beneficiada con la explotación de la concesión de ese negocio, prebenda que el lenguaje eufemístico local denomina "sostenedor" del establecimiento, en vez de explotador u otro más preciso. En rigor, quien "sostiene" estos negocios es el Estado, con el dinero pagado en impuestos por "todos los chilenos" que tributan y que tampoco son "todos".
Condenado preliminarmente a 600 días de presidio sin remisión, por su crimen, la Corte Marcial cambió de parecer y concluyó que su acto criminal sólo fue "negligente". Fernández Dittus cumplió una condena de un año en el penal especial de Punta Peuco, llamado "cárcel de 5 estrellas" para presos ex militares. El criminal consiguió acreditar ante la Comisión Médica del Ejército el padecimiento de una “psicopatía orgánica” que la justicia castrense consideró como atenuante. También lo incorporaron al grupo de pensionados por invalidez “post guerra”.
¡¡SI NO HAY JUSTICIA, HAY FUNA!!
Para mayor información, consultar:
http://www.memoriaviva.com/culpables/criminales_f/fernandez_dittus_pedro.htm
MAPOCHO PRESS
Santiago - Chile
Reproducción permitida / Citar fuente


http://www.piensachile.com/secciones/denuncia/8853-pedro-enrique-fernandez-dittus-criminal-castrense-ahora-es-qsostenedorq-de-un-colegio

Pedro Enrique Fernandez Dittus


Capitán de Ejército (r)


Este es el único criminal que fue condenado por la muerte de Rodrigo Andrés Rojas de Negri, de 19 años de edad y las lesiones y quemaduras de Carmen Gloria Quintana.
Ambos jóvenes fueron roseados con bencina y luego les prendieron fuego, posteriormente sus cuerpos fueron abandonados y solamente Carmen Gloria logro salvar con vida, quedando su cuerpo marcado de por vida por las quemaduras recibidas.
El Capitán de ejercito fue encontrado culpable y fue condenado por este crimen con la burlesca condena de 600 días.
Recientemente el ex capitán de ejército Pedro Fernández Dittus fue habilitado legalmente para convertirse en sostenedor de la escuela 712 José Arrieta de la comuna de La Reina.

Ver caso de Rodrigo Rojas De Negri
Ver caso de Carmen Gloria Quintana

UNA PREGUNTA PARA EL EXCELENTISIMO SR. PRESIDENTE

Me permite una pregunta
Sr. Presidente,
Excelentísimo Sr. Presidente.
Porque está en libertad Fernando Ditus
ensuciando las calles de Santiago
contaminando el aire de La Alahambra
infectando los muros de Nueva York
pudriendo las aguas de los polders de Holanda
extinguiendo la fauna amazónica
desforestando las selvas africanas
hundiendo el archipielago de Japón
ennegreciendo las nieves del Tibet
y llenando de lodo a la Malasia.
Porque
Sr. Presidente
Excelentísimo Sr. Preidente
porque está libre
el asesino de Rodrigo Rojas
(Rodrigo Rojas en llamas)
el que trizó a Carmen Gloria
desgarrándonos el alma.
Sr. Presidente
Excelentísimo Sr. Presidente,
el aliento podrido
del asesino Fernando Ditus
llega con los vientos hasta el Asia
cubriendo de dudas a los Lamas
sus ojos homicidas
horrorizan a los aborígenes de Australia.
Su risa hace saltar nuestras lágrimas
y nos destroza,
porque está libre
Sr. Presidente
Excelentísimo Sr. Presidente
escupiéndonos
deshonrando a la vida
devaluando la conciencia,
reduciendola a la nada.
Porque
porque está libre
Sr. Presidente
el asesino de Rodrigo Rojas
el verdugo de Carmen Gloria Quintana.



Eduardo Sternberg
Noche negra, 10 de Enero del 2004, La Haya, Holanda.



9 de Agosto 2004 La Nacion
Ex CNI del caso Albania gozan de pensiones “post guerra”
Una realidad previsional muy distinta a su situación judicial viven varios de los ex agentes de la disuelta Central Nacional de Informaciones (CNI) procesados como autores de los homicidios calificados de 12 frentistas en la denominada Operación Albania, ocurrida el 15 y 16 de junio de 1987.
Hoy se encuentran a la espera del dictamen del ministro en visita Hugo Dolmestch, quien tiene “para fallo” la investigación de los crímenes.
Sin embargo, otra es su situación previsional debido a que, bajo una denominación genérica de “estrés post guerra”, los ex agentes han obtenido pensiones de invalidez de segunda categoría, según lo acredita la Honorable Comisión de Salud del Ejército. Esto significa en la práctica obtener casi el doble de su jubilación mensual por ser víctimas de padecimientos en “actos de servicios” que los incapacitan para desarrollar una labor normal.
El grupo se encuentra encabezado por el jefe del llamado “procedimiento antisubversivo”, el teniente coronel (R) Krantz Bauer Donoso, ex jefe de la Brigada Verde de la CNI, quien figura como causal de retiro un diagnóstico de “TEC abierto, síndrome post TEC, otorragia izquierda, fractura peñasco temporal izquierdo y hemorragia sub aracnoidea”.
A él lo secunda, el teniente y empleado civil de Ejército (R), agente JorgeVargas Bories, coautor de ilegítima privación de libertad y de los homicidios ocurridos en calle Pedro Donoso, quien obtuvo su pensión de invalidez por actos del servicio al acreditar una “psicosis maníaco depresiva”.
También goza de este beneficio, extensivo a su grupo familiar y que mantiene en grado de “activos” su salario, es decir su pensión se reajustan al par de los sueldos de los oficiales que están en servicio, el fallecido teniente coronel Iván Cifuentes Martínez y ex jefe del Comando Cobra de la ex CNI, quien justificó una “psicosis maníaco depresiva”.
Cabe recordar que fue este oficial quien a sabiendas de una eventual cadena perpetua en su contra solicitó una “salida política” a sus casos, esto después de señalar que “en el fondo, la CNI cumplió la ‘pega’ que el Estado le encomendó (...) desde el punto de vista judicial, los superiores de la CNI quedaron como encubridores o cómplices, pero solamente quienes éramos capitanes estamos asumiendo la condición de autores directos y materiales”.
Asimismo el ex CNI, mayor (R) de Ejército, Emilio Enrique Neira Donoso, encausado como cómplice del homicidio de Recaredo Valenzuela y de los secuestros seguidos de homicidio de calle Pedro Donoso, recibe una pensión producto de una “psicosis afectiva”.
Por su parte, César Luis Acuña Luengo, empleado civil de Ejército (R), procesado como el autor del homicidio de Recaredo Valenzuela y cómplice de ilegítima privación de libertad de calle Pedro Donoso, también acreditó sufrir una “psicosis afectiva”.
Álvaro Corbalán
Pese a que el abogado Hugo Gutiérrez, (situación que avaló después su colega Héctor Salazar) señaló a La Nación que el ex jefe operativo de la CNI, teniente coronel (R) Álvaro Corbalán Castilla, goza de una pensión por “estrés post guerra”, precisando que “me encuentro seguro en un ciento por ciento, porque lo vi publicado en el Boletín del Ejército”; la Dirección de Comunicaciones del Ejército desmintió tal versión.
Sin embargo, indicaron que efectivamente el ex oficial, actualmente recluido a cadena perpetua simple en el penal de Punta Peuco por su responsabilidad en el crimen del carpintero Juan Alegría Mundaca, solicitó su invalidez de segunda categoría. “Pero le fue negada porque fue presentada fuera de plazo”, señaló la institución.
Respecto a las mencionadas adjudicaciones de pensiones a estos ex agentes, la misma vocería sostuvo que se apegan a la legalidad vigente, pues se acreditaron de manera médica las dolencias, recalcando que tienen un carácter de “irrevocable”.
A estos nombres se pueden sumar otros de esta institución, de la Fuerza Aérea, Carabineros e Investigaciones, que también mantienen ex funcionarios procesados por su responsabilidad en la Operación Albania.
Caucoto
Consultado el abogado querellante del caso Albania, Nelson Caucoto, señaló que “me parece extraño este beneficio a personas que no padecen ninguna invalidez o incapacidad generada por actos del servicio, que los mantenga inutilizados para el trabajo, situación que sólo se presta para que tengan el doble de sus pensiones”.
Añadió que “sin duda estamos frente a una situación que debe ser investigada, pues perfectamente se podría configurar el ilícito de fraude al Fisco”.
Caso quemados
Condenado preliminarmente a una condena de 600 días de presidio sin remisión, por su participación en el denominado caso quemados, situación luego cambiada por la Corte Marcial al acreditar que su accionar sólo fue negligente, el capitán (R) de Ejército Pedro Fernández Dittus también se suma al grupo de pensiones de invalidez “post guerra”.
Efectivamente, el jefe de la patrulla militar que golpeó y roció con combustible a Rodrigo Rojas Denegri y Carmen Gloria Quintana, logró acreditar ante la Comisión Médica del Ejército una “psicopatía orgánica”. Cabe recordar que a causas de las quemaduras, hecho ocurrido el 2 de julio de 1986, falleció Rodrigo Rojas y Carmen Gloria Quintana quedó con heridas en el 60 por ciento de su cuerpo.

Rodrigo Andres ROJAS DE NEGRI


 
Rodrigo Andrés ROJAS DE NEGRI, de 19 años de edad, era fotógrafo. Residía habitualmente en los Estados Unidos y se encontraba en Chile desde seis semanas antes de los hechos que terminaron en su muerte.

En la madrugada del 2 de julio de 1986, primer día del Paro Nacional, se dirigió con otros jóvenes a participar en el levantamiento de una barricada-fogata. Fue detenido junto a una joven integrante del grupo, por efectivos de una patrulla militar, uno de los cuales llevó hasta el lugar elementos incendiarios que los jóvenes habían dejado abandonados más atrás. Posteriormente, en un incidente confuso que se ha controvertido judicialmente, se produjo la inflamación de los dos detenidos. Los militares apagaron el fuego envolviendo a los dos jóvenes en frazadas. Luego los subieron a un vehículo militar y los dejaron abandonados lejos del lugar de detención. Más tarde fueron auxiliados por particulares y recogidos por funcionarios de Carabineros, quienes los hicieron transportar en un automóvil particular a un centro asistencial donde recibieron atención médica. Sólo logró salvarse la joven. Rodrigo Rojas falleció el 6 de julio en la Posta Central.

Conocidos y analizados todos los antecedentes del caso y las distintas versiones presentadas ante el Tribunal competente, esta Comisión tiene la convicción que Rodrigo Rojas fue víctima de grave violación a los derechos humanos, por cuanto su muerte, cualquiera sea el grado y la naturaleza de la responsabilidad individual de los involucrados, se produjo como consecuencia directa de las acciones u omisiones ilícitas de los efectivos militares.

Informe Rettig


Extracto del informe de la OEA : SITUACION DE LOS DERECHOS HUMANOS EN VARIOS ESTADOS

http://www.cidh.oas.org/annualrep/85.86span/Cap4.htm


En el mes de julio y con ocasión de las jornadas convocadas por la Asamblea de la Civilidad para el 2 y 3 de ese mes, se produjeron ocho muertes. La polémica que rodea las circunstancias de una de esas muertes y las lesiones graves en otra de las víctimas exige una referencia específica. Se trata del caso de Rodrigo Rojas de Negri, estudiante de 19 años de edad que residía en Washington y se encontraba de visita en Chile de Carmen Gloria Quintana, estudiante de 18 años de edad.
Según denuncia presentada ante la Comisión, el 2 de julio de 1986, alrededor de las 8 horas de la mañana, Rojas y Quintana fueron capturados por una patrulla del Ejército en las proximidades de un lugar en el cual habían elementos como para construir una barricada, ambos fueron golpeados duramente por el personal militar, rociados con líquido inflamable, incendiados, envueltos en frazadas y abandonados. Rodrigo Rojas murió el 6 de julio siguiente como consecuencia de las quemaduras recibidas y presentaba quebraduras de costillas y de la mandíbula; Carmen Gloria Quintana permanece internada en grave estado, también por causa de las quemaduras, y tiene quebradas varias piezas dentales.
El mismo 2 de julio el Ministro del Interior solicitó la designación de un Ministro en Visita para investigar los hechos, mientras el Departamento de Relaciones Públicas del Ejército desmentía "categóricamente la participación de sus miembros en los hechos aludidos". Como consecuencia de la solicitud del Ministro del Interior, la Corte de Apelaciones de Santiago designó al Ministro Alberto Echavarría Lorca para instruir el proceso. El 11 de julio, la CIDH recibió una comunicación en la cual se manifestaban serios reparos por el nombramiento del Ministro Echavarría, quien, según la comunicación, había cerrado recientemente "por falta de evidencias" el caso del estudiante Eduardo Jara Aravena, muerto en 1980 como resultado de torturas.
El día 18 de julio de 1986, el Comandante de la Guarnición de Ejército de Santiago emitió un comunicado según el cual, y de acuerdo a indagaciones realizadas,
el día 2 de julio, en circunstancia que una patrulla militar vigilaba el orden público, sorprendió a un grupo de personas que pretendía alterarlo y portaba material inflamable contenido en envases destinados a ese objeto. Entre dichas personas se encontraban Carmen Gloria Quintana y Rodrigo Rojas Denegri. Asimismo según las informaciones proporcionadas por el personal a que se hará mención en el número siguiente, al volcarse uno de los envases con material inflamable, por la acción de uno de los propios detenidos, se encendió la vestimenta de los nombrados, la que fue apagada con frazadas que llevaba el personal militar.
3. Como consecuencia de lo anterior, esta Comandancia de Guarnición ha dispuesto la detención de los tres oficiales, cinco suboficiales y diecisiete conscriptos que habrían participado en los hechos mencionados y esta tarde ha oficiado el señor Ministro en Visita, don Alberto Echavarría Lorca, informándole tales antecedentes y poniendo a su disposición al personal señalado, para que investigue en conformidad a derecho su eventual participación y grado de responsabilidad.
El día 23 de julio, el Ministro Echavarría Lorca, con mérito en las declaraciones de los militares involucrados en los hechos, dictaminó:
a) que Rodrigo Rojas de Negri y Carmen Quintana Arancibia fueron detenidos el día 2 de este mes por una patrulla militar que aseguraba el libre tránsito de vehículos, reteniéndoseles transitoriamente en el lugar de su aprehensión, uno al lado de la otra y próximos a elementos de fácil combustión, combustión que se produjo debido a un movimiento de la joven y la caída y rotura del envase de uno de esos elementos, causando quemaduras graves a los dos y originando posteriormente la muerte del primero; y b) que no se dispuso lo conveniente para la inmediata atención médica de los afectados, sino que se les dejó en libertad después de transcurridos unos momentos en un lugar y en condiciones no propicias para obtener esa atención.
Sobre la base de tal razonamiento, el Ministro Echavarría dejó en libertad incondicional a los detenidos con excepción del teniente Pedro Fernández Dittus, que comandaba la patrulla, por considerarlo supuesto autor del cuasidelito de homicidio y lesiones graves. La figura del cuasidelito aplicada por el Ministro en Visita está definida en el artículo 2 del Código Penal chileno y es aplicable cuando sólo existe culpa en quien comete la acción punible y no dolo o malicia, circunstancias en las cuales configuraría un delito. Estando involucrado personal militar, el Ministro en Visita se declaró incompetente y remitió las actuaciones a la Justicia Militar.
Ante tal situación, el señor Cardenal Arzobispo de Santiago, Monseñor Francisco Fresno, emitió una declaración pública en la que señaló que:
Nuestra misión de Pastor nos obliga a expresar profunda preocupación ante el grave deterioro moral que se aprecia en el caso de los jóvenes quemados y la inquietud que ha provocado el texto de la resolución del señor ministro en visita al respecto.
En esa resolución, reconociéndose que esos jóvenes "fueron detenidos, el día 2 de este mes, por una patrulla militar", se establece que "se les dejó en libertad", "en lugar y en condiciones no propicias para obtener"… "la inmediata atención médica de los afectados"… por un hecho que le había causado "quemaduras graves".
Es fácil percibir que esta explicación ha resultado claramente insuficiente para toda la inquietud que en la comunidad nacional estos hechos han provocado. Por ello, hacemos un llamado a la Excelentísima Corte Suprema par que se arbitren los medios necesarios para llegar al fondo de esta investigación y la justicia resplandezca plenamente.
El país ha sido testigo de numerosos hechos delictuosos que han quedado sin sancionar y de numerosas investigaciones que no han sido aptas para determinar los responsables de crímenes que han conmovido a la opinión pública. Este caso que ahora se investiga, que ha afectado a toda persona con conciencia recta, no puede ser otro más que quede en la impunidad y en la oscuridad.
El prestigio del Ejército de Chile y de los Tribunales de Justicia, instituciones fundamentales de la República, están en juego en este proceso, lo que acentúa la obligación de realizar una profunda y acuciosa investigación.
Por otra parte, debemos recordar, una vez más, que la virtud de la justicia es esencial para conseguir la paz social, a la cual aspiramos todos los chilenos.
La Corte Suprema de Justicia, con el voto disidente de su presidente, señor Rafael Retamal, "lamentó" la declaración de Monseñor Fresno. Dos de sus integrantes, en voto separado, expresaron que "deploran con desagrado" el contenido de esas declaraciones.
El día 23 de julio, la Comisión recibió un telegrama del señor Presidente del Colegio de Abogados de Chile en el que le comunica que, por resolución del 7o congreso Nacional de Abogados, se había decidido solicitar a la CIDH que investigue in loco los hechos que llevaron a la muerte de Rodrigo Rojas y a las lesiones graves de Carmen Quintana. Al día siguiente, la madre de Rodrigo rojas, señora Verónica de Negri, realizó una solicitud similar. En vista de ello, el señor Presidente de la Comisión transmitió tal solicitud al gobierno de Chile por cable del 28 de julio de 1986.
El 12 de agosto de 1986, la Corte Macial, interviniente en el caso a partir de un recurso presentado por abogados de los familiares de las víctimas, resolvió modificar la calificación penal efectuada por el Ministro en Visita y encargar reo al teniente Fernández Dittus por el delito de violencias innecesarias con resultado de muerte y de lesiones graves, en voto disidente, estuvo por mantener la calificación formulada por el Ministro Echavarría. La Corte Macial, igualmente, instruyó al Fiscal Militar para que continuara la investigación de los hechos, incluidos aquellos delitos originados en las acciones de las víctimas y de eventuales testigos.
Información proporcionada a la Comisión indica que el Fiscal Militar interviniente decretó el 22 de agosto el arresto de uno de los testigos importantes en estas actuaciones y que el 23 de ese mismo mes otro de los testigos fue secuestrado por ocho horas por un grupo de personas que le amenazaron con el objeto de lograr que modificara su testimonio que involucraba a los militares.
El 25 de agosto la Comisión recibió la respuesta del Gobierno de Chile denegando la solicitud de investigar en el terreno los hechos denunciados por considerar que
Existe una activa investigación judicial (en la cual) la primera parte del proceso estuvo a cargo de un Magistrado Civil, funcionario de carrera, Ministro de la Corte de Apelaciones de Santiago, de bien probada independencia, designado por la Corte en pleno.
… se trata de una materia que está claramente "sub-judice", en pleno proceso de investigación con responsabilidades que ya comienzan a configurarse. Restan aún varias instancias en el proceso.
En estas circunstancias, es evidente que no se han agotado ni mucho menos las vías internas de recurso, lo que justificaría eventualmente la intervención de un organismo internacional con competencia en estas materias.
… sin perjuicio de las razones de tipo reglamentario que hacen en estos momentos improcedente la petición a que se está dando respuesta, ella sería contraproducente pues interferiría o crearía una vía paralela a la investigación en curso. Contrariaría además a claros preceptos de la legislación interna chilena.
La Comisión debe lamentar esta decisión del Gobierno de Chile que la ha privado de contar con los elementos que hubiese podido obtener a través de un procedimiento de esa naturaleza.
Organismos defensores de los derechos humanos de chile han señalado que en el presente caso han quedado los interrogantes siguientes: si se trató de un accidente ¿Cómo puede haber ocurrido que estando las víctimas en poder de la patrulla militar hayan resultado quemadas solo ellas? ¿Cómo es que fueron "puestas en libertad" según el juez Echavarría?; estando 25 miembros de la patrulla próximos a las víctimas ¿Cómo fue posible que ellas ardieran durante el tiempo necesario para provocarles la quemadura del 62 por ciento de sus cuerpos sin que se produjera la intervención de sus captores?; ¿Cómo es posible que sus ropas hayan ardido en tal proporción si no estaban embebidas previamente en combustible?
La Comisión observa can la más profunda preocupación la resolución adoptada por el Ministro Echevarría respecto a que a las víctimas se les había dejado "en libertad". Sobre la base de los hecho disponibles respecto a la muerte de Rodrigo Rojas como resultado de la quemaduras recibidas y a las lesiones graves de Carmen Gloria Quintana, resulta extremadamente difícil comprender cómo un magistrado puede haber llegado a esa conclusión. Ante ello la Comisión se ve obligada a dejar constancia de su seria preocupación por la vigencia de las normas que regulan el debido proceso en Chile, tal como ellas se reflejan en la sentencia aludida.
Teniendo en cuanta que ha pasado más de un año y medio desde el crimen cometido contra los señores Parada, Guerrero y Nattino sin que se haya producido ningún fallo condenatorio, a pesar de la abundante evidencia existente, la Comisión desea expresar en la forma más enérgica que espera que el caso de Rodrigo Rojas y Carmen Gloria Quintana no siga la misma suerte.
La CIDH espera, una vez más, que los tribunales militares lleven sus investigaciones has precisar las circunstancias de tal crimen y señalar a sus responsables. La Comisión encuentra oportuno referirse al respecto a su informe especial de 1985 cuando señalaba:
La experiencia de la Comisión permite considerar que, además de las impostergables exigencias de la justicia, es también conveniente para la propia integridad y prestigio de las Fuerzas Armadas que sus propios tribunales asuman la pronta y severa sanción de los responsables de esas violaciones (a los derechos humanos). Ello es también un requisito fundamental para la estabilidad del régimen democrático que inevitablemente deberá instaurarse y constituye la única prueba válida de que, cuando esas violaciones a los derechos humanos han ocurrido, ellas han sido el resultado de la acción de individuos aislados y no de una política del Gobierno.

Morir es la noticia

Ernesto Carmona - editor


Rodrigo Rojas De Negri:
Joven, fotógrafo, puro y transparente


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por Claudio De Negri(*)

Nombre Rodrigo Rojas De Negri
Lugar y fecha de nacimiento Valparaíso, 7 de marzo de 1967
Especialidad Fotógrafo
Lugar y fecha de muerte Santiago, 6 de julio de 1986
Actividades Hijo de exiliados, exploraba como fotógrafo el país que abandonó antes de los 10 años.
Situación judicial Fiscalía Militar Ad hoc, Rol 1609-86. Corte Suprema condenó a un militar por cuasi delito de homicidio.

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El verano de 1976 Rodrigo Rojas De Negri viajó a Canadá para reunirse con su abuela durante las vacaciones, pero debió esperar diez años para regresar a su país. Repentinamente las comunicaciones con los que quedamos en Chile se interrumpieron. Días más tarde sabría que su madre se encontraba detenida en Valparaíso, junto a un grupo de militantes comunistas acusados de vínculos con una imprenta clandestina.

Pablo Salvador, hermano de Rodrigo de un año de edad, estaba a cargo de una familia amiga. La casa en que vivían fue saqueada por desconocidos. Según contó después, ese 7 de marzo, cuando apagó las velas de la torta de su décimo cumpleaños, fue el día más triste de su vida.

Verónica De Negri, su madre, fue trasladada al campo de concentración de Tres Alamos. Allí permaneció más de un año, hasta que fue expulsada del país y logró refugiarse en Estados Unidos, donde se reunió con sus dos hijos.

En medio de planes, postergados una y otra vez por la negativa chilena para que su madre retornara al país, Rodrigo nunca se insertó plenamente en la sociedad norteamericana. Y

tampoco tenía madurez para comprender lo que ocurría en su tierra de origen. Vivió un tránsito indefinido, igual que tantos otros, entre una realidad que sentía ajena y otra que, sabiéndola suya, sólo percibía por señales lejanas.

Desarrolló un sentimiento casi obsesivo ante esa realidad que escapaba de sus manos. Buscaba ansioso la literatura latinoamericana, tocaba charango en un grupo de música andina, participaba en actividades de solidaridad, todo en los días en que jóvenes de todo el mundo tenían en el rabillo del ojo las victorias sandinistas en Nicaragua, las hazañas del Frente Farabundo Martí en El Salvador y la lucha del pueblo chileno contra la dictadura. Sin importar las diferencias de idioma, esos jóvenes sentían que, allá lejos, se gestaba la posibilidad de una sociedad más justa, digna y democrática. Y no querían permanecer ajenos.

En Washington, Rodrigo vendía material fotográficos, para ir construyendo su propio equipo. El azar le permitió encontrarse mucho antes con la magia de la imagen atrapada. Cuando niño, en casa de una tía conoció a un joven que le enseñó a revelar la realidad desde el cuarto oscuro y hacerla perenne, en una relación entrañable. Le contó que lo hacía por hobby. Años más tarde, supo que el ídolo de su niñez era militante del MIR, se enteró de su verdadero nombre y de que había sido detenido en un gran operativo, un día cualquiera, en una calle de Santiago.

Rodrigo amaba a América Latina. Su exilio lo vivió entre latinos. Soñaba con ir a Nicaragua, pero no quería hacerlo como turista. Su timidez le impedía llegar hasta esas tierras como norteamericano, o hacer uso de sus contactos personales. No quería ser considerado en forma especial y prefería obtener su propio espacio recurriendo a sus propios méritos.

Cuando cumplió 19 años, en marzo del '86, ya contaba con los mínimos recursos para tomar rumbo a Chile. Reunió sus pequeños recuerdos y otras pertenencias en una pequeña maleta, y en su bolso fotográfico metió sus dos cámaras y cuantos otros materiales le fue posible. Traía un boleto hasta Lima, esperaba llegar hasta Machu Pichu, pero la ansiedad era más fuerte. Visitó a su abuelo en Arica y continuó por tierra hasta Santiago.

"¡Qué lindo es mi país, la gente, todo. Esto, mamá, es distinto a todo, pero tal como lo soñé!", se le escuchó decir, días más tarde, por el teléfono de su casa en Washington. La voz le había cambiado.

Nuestras conversaciones diarias, hasta altas horas de la madrugada, tenían el misterio de un cuento extraño, porque ya no se trataba de un relato lejano. Preguntaba de todo, desordenado por la impaciencia. Quería fundirse con aquello que le rodeaba, aunque tenía que lidiar con su ingenuidad frente al peligro y la crudeza con que los suyos debían luchar por su subsistencia. No entendía los llamados de atención que recibía cuando apretaba sin medida el obturador de su cámara o se exponía, tan abiertamente, para fotografiar a policías y militares sin medir las circunstancias. Mientras todos habíamos aprendido a controlar lo que decíamos ante personas desconocidas, él hablaba fuerte en el bus, la calle o el Metro, sin escrutar el silencio y las miradas extrañas de sus acompañantes. Le costó comprender que hubiera quienes ocultaban su domicilio.

Soñaba con formalizar en Chile su militancia en las Juventudes Comunistas y conquistar el derecho de sumarse, en esa condición, a la lucha del pueblo sandinista en Nicaragua, pero también quería continuar sus estudios en su país natal. En el intertanto, se integró a las actividades de los estudiantes de la facultad de Medicina Norte y de la Universidad de Santiago. Junto a ellos participó en movilizaciones y tomó fotografías. Con ellas planeaba publicar un libro en Estados Unidos, donde se difundiera un nuevo enfoque de esta realidad cotidiana.

Reprochaba que la lucha contra la dictadura se había quedado en las representaciones grises, que había que buscar más el color, la emoción del primera plano, la vida.


El día anterior a la protesta, donde encontró la muerte, se trasladó junto los estudiantes de la USACH hasta la comuna de Estación Central. Allí realizaron actividades recreativas con los niños y compartieron con los pobladores, que hacían los preparativos para el día siguiente.

A las ocho de la mañana del día dos de julio, Rodrigo caminaba junto a un grupo de jóvenes por una calle de la comuna. Según lo establecido en el proceso judicial, el grupo llevaba cinco neumáticos, un artefacto incendiario y un bidón de parafina para encender una fogata e interrumpir el tránsito. Fueron interceptados por una patrulla de soldados que inició la persecución.

Rodrigo y Carmen Gloria Quintana fueron apresados y brutalmente golpeados con las culatas de los fusiles. Sus captores, luego de reducirlos completamente, los tendieron en el suelo, los rociaron con combustible e hicieron arder como piras humanas. El teniente Sergio Fernández Dittus, jefe de la patrulla militar, ordenó que los cuerpos humeantes fueran cubiertos con frazadas y subidos a uno de sus vehículos. Horas más tarde, fueron lanzados en una acequia de las afueras de Santiago, en el sector rural de Quilicura.

Carmen Gloria logró sobrevivir tras largos años de penosos tratamientos. Rodrigo murió cuatro días más tarde. «Cuando entenderán los fascistas que la vida de los que luchan por la vida, no termina con la muerte; preguntó Cristian Berríos, vicepresidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Santiago, ante la multitud que acompañó sus restos hasta el Cementerio General.

La imagen pura y transparente de Rodrigo se quedó con nosotros como la vivacidad de sus fotografías.


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Claudio De Negri. periodista y director de El Siglo, es tío de Rodrigo Rojas De Negri.


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Editado electrónicamente por el Equipo Nizkor- Derechos Human Rights el 09ene02
http://www.derechos.org/nizkor/chile/libros/reporter/capV07.html

23 de Agosto 2003 El Mercurio
Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos trasladó restos a Cementerio General
La Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos trasladó hoy los restos de cinco opositores al régimen de Augusto Pinochet, ejecutados entre 1973 y 1986, hasta el Memorial a las víctimas del Cementerio General de Santiago.
En el lugar se realizó una ceremonia en la que participaron músicos y poetas y en la que se rindió homenaje a las víctimas, cuyos restos habían sido enterrados por sus familiares durante el gobierno de Pinochet.
Se trata de Federico Alvarez, del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) detenido el 14 de agosto de 1979 y quien murió a causa de las torturas; María Verónica Cienfuegos, acribillada en 1981, y Fernando Vergara, también del MIR, asesinado por la Central Nacional de Informaciones (CNI) en 1984.
También se sepultó en el lugar a Ofelia Villarroel, militante comunista ejecutada en una carretera el 23 de septiembre de 1973, y Rodrigo Rojas Denegri, joven fotógrafo de 19 años, quemado vivo el 2 de julio de 1986 por una patrulla militar durante una jornada de protesta nacional contra el gobiermo pinochetista.
En la ceremonia, la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos rechazó la propuesta de derechos humanos entregada por el Gobierno el pasado día 12, y los asistentes apoyaron a los hijos de víctimas que mantienen desde el lunes una huelga de hambre en protesta por la iniciativa.
Las críticas apuntan a que el proyecto, dado a conocer por el Presidente Ricardo Lagos, establece la posibilidad de inmunidad para los militares que entreguen información sobre los desaparecidos que dejó el régimen de Augusto Pinochet (1973-1990).
Los jóvenes, en huelga de hambre desde el lunes, se encuentran delicados de salud, informó hoy uno de los médicos que les asiste. La secretaria general del Partido Comunista (PC), Gladys Marín, y dirigentes universitarios los visitaron hoy y apoyaron su protesta.
La presidenta de la Cámara de Diputados, Isabel Allende, hija de Salvador Allende, les visitó el viernes y se solidarizó con ellos pero les instó a deponer la huelga.
La diputada socialista dijo que, en general, la iniciativa del Gobierno es un aporte a la reconciliación nacional, aunque precisó que no comparte dar inmunidad o rebajar penas a quienes aporten información sobre violaciones a los derechos humanos.
Fahra Nehgme, Pablo Villagra y Alberto Rodríguez cumplen su ayuno en la sede de la Izquierda Cristiana, a pocas manzanas de la sede de Gobierno.







http://www.memoriaviva.com/Ejecutados/Ejecutados%20R/rojas_de_negri_rodrigo_andres.htm

Carmen Gloria Quintana, víctima por la dictadura de Pinochet en Chile.


Intervención durante el Congreso Internacional sobre Víctimas del Terrorismo 2009. Medellín, Colombia, Sudamérica.


 13/06/2010

ASESINO DE RODRIGO ROJAS Y CARMEN GLORIA QUINTANA…ES SOSTENEDOR DE UN COLEGIO






ASESINO DE RODRIGO ROJAS Y CARMEN GLORIA QUINTANA…ES SOSTENEDOR DE UN COLEGIO




Gloria María Piña Mateluna, el Lunes, 04 de julio de 2011
Sr. Presidente
Excelentísimo Sr. Presidente
porque está libre
el asesino de Rodrigo Rojas
(Rodrigo Rojas en llamas)
el que trisó a Carmen Gloria
desgarrándonos el alma.
Sr. Presidente
Excelentísimo Sr. Presidente,
el aliento podrido
del asesino Fernando Dittus
llega con los vientos hasta el Asia
cubriendo de dudas a los Lamas
sus ojos homicidas
horrorizan a los aborígenes de Australia.
Su risa hace saltar nuestras lágrimas
y nos destroza,
porque está libre
Sr. Presidente
Excelentísimo Sr. Presidente
escupiéndonos
deshonrando a la vida
devaluando la conciencia,
reduciéndola a la nada.
Porque……
porque está libre
Sr. Presidente
el asesino de Rodrigo Rojas
el verdugo de Carmen Gloria Quintana.
y ¿cómo ese miserable tiene permiso para
ser sostenedor de un colegio?
Nadie investigó sus antecedentes
nadie dijo que este asesino
ordenó quemar vivos a estos jóvenes.



Una visita en tiempos complejos


Alberto Etchegaray: Una visita en tiempos complejos

¿En ese sentido la reunión con Carmen Gloria Quintana fue más conflictiva? 

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Carmen Gloria Quintana es un símbolo de algo muy fuerte. Se trataba de una mujer joven, víctima de todas las tensiones que se vivían en esos tiempos. En esa época se presumía, con bastante fundamento, y que después se demostró, que había sido quemada por una patrulla militar. Ella simbolizaba la cara más dura del Régimen. Se hicieron todas las gestiones para que ella tuviese la posibilidad de verlo en el Hogar de Cristo. Cuando el Papa se acercó adonde estaba ella le dijo que había sido quemada. Tenía la cara desfigurada y una actitud muy militante, muy reivindicativa. El Papa la escuchó y la bendijo. La escuchó con atención pero no hizo ningún comentario y siguió caminando, porque había más personas que estaban en silla de ruedas esperando para saludarlo. En ese momento Carmen Gloria Quintana giró y empezó a conversar con una tía que la había acompañado, que estaba atrás, para decirle que ya había saludado al Papa. Él entonces volvió a la sala donde estaban los enfermos y la tocó en la espalda. Ella giró y el Papa, sin decirle absolutamente nada, la abrazó. Ahí esta mujer se derrumbó, se puso a llorar y el Papa solamente la acunó. Después, ella nos dijo a Monseñor Piñera y a mí que hacía mucho tiempo que nadie la abrazaba, que nadie la acunaba, y que se había sentido muy querida. Pero no bastó eso, al terminar la visita, el Papa, que tenía que salir por ese pasillo a tomar el auto, volvió a acercarse a esta muchacha y con los dedos empezó a seguir todas las cicatrices que tenía en la cara. Él quiso decir a esta muchacha que había sido víctima de una situación de tensión extrema de una sociedad y que no se merecía lo que le había pasado. En ella quiso explicitar su compromiso con el dolor absurdo, del cual es víctima un país con estas situaciones.
Carmen Gloria Quintana quedó tan tocada que había pensado ir al Estadio Nacional, a Concepción y no fue a ninguna parte más. Ella debe recordar con mucha emoción lo que fue ese encuentro y que para todos nosotros indica esa dedicación que tiene este hombre, esa capacidad de actor para entenderse con multitudes, con 100 mil jóvenes como lo hizo en el Estadio Nacional, donde fue verdaderamente magistral y también esa capacidad de hacer sentir a la persona que tiene al frente, que ella es única, que es una persona absolutamente irremplazable y que él, en todo lo que le corresponde, puede entregarle el máximo. Eso me produce mucha adhesión a Juan Pablo II, su capacidad de dimensión multitudinaria, porque es un hombre que tiene una capacidad de manejo de la televisión, de la escena espectacular y sin embargo, también tiene esta cosa personal, directa a los ojos, que no los escabulle y que va a lo medular.



Carmen Gloria Quintana 30 años. Quemada viva en julio de 1986.

El 2 de julio de 1986, dos jóvenes fueron quemados vivos por una patrulla militar durante la celebración de una jornada de protesta contra la dictadura.
Carmen Gloria Quintana, estudiante de 18 años, sufrió quemaduras en el 65% de su cuerpo y se debatió entre la vida y la muerte durante varias semanas. Rodrigo Rojas Denegri, joven fotógrafo de 19 años residente en Estados Unidos, hijo de una exiliada chilena, murió cuatro días más tarde.


Jamás imaginé que me iban a quemar ni siquiera cuando me echaron la gasolina por encima. Pensé: ‘Cuando llegue a casa me ducharé’. Sufrí quemaduras horrorosas en el 65% de mi cuerpo. Sigo traumatizada. Cuando mi hija de cinco años me pregunta qué fue lo que me pasó, yo le respondo que me quemé. ‘¿Cómo, mamá?’. Tengo sueños y sufro depresiones angustiosas. He necesitado dos años de psicoterapia.
Los tribunales siempre respaldaron a los militares. El informe de la Comisión Nacional de la Verdad y la Reconciliación, de febrero de 1991, no se pronunció sobre mi caso y el de Rodrigo.
El juicio penal finalizó el pasado diciembre. Tres jueces de la Corte Suprema, entre ellos el general Fernando Torres Silva, auditor general del Ejército y favorito de Pinochet, votaron por cuasi delito y otros tres por homicidio premeditado. En caso de empate, la jurisdicción chilena favorece al reo. El responsable de la patrulla militar, el teniente Pedro Fernández Dittus, pasó un año y unos meses en la cárcel. Hoy está libre y jubilado de las fuerzas armadas por problemas de salud. Tiene 44 años. En agosto de 1997, un cabo se puso en contacto con un canal de televisión para explicar lo que ocurrió aquel día. Me llamaron para participar en el programa. No se celebró la entrevista.
En el juicio civil, la juez acogió la demanda de indemnización de 350 millones de pesos (unos 100 millones de pesetas). El dinero nunca va a reparar el dolor de los últimos 11 años. Siento una gran desconfianza de la justicia y de las instituciones públicas.
Las víctimas de la dictadura hemos sido marginadas del proyecto político. Conocí a mi marido en 1990. Trabajaba en el departamento de comercio exterior del Banco de Chile desde hacía 12 años. Fue despedido a los 15 días de aparecer su nombre relacionado conmigo. Desde entonces ejerce trabajos esporádicos por debajo de su categoría laboral”.




http://www.ua.es/up/pinochet/documentos/victimas/carmen.htm

“Durante muchos años las víctimas hemos sentido que molestamos”


Hasta el 2 de julio de 1986 Carmen Gloria Quintana tenía una vida normal. Estudiaba Ingeniería Civil en la U de Santiago, vivía con sus padres y sus cinco hermanos. Ese día, sin embargo, fue detenida junto a Rodrigo Rojas Denegri por una patrulla militar a cargo del teniente Pedro Fernández Dittus. Ambos fueron quemados vivos. Denegri murió y Carmen Gloria sobrevivió de milagro.

-¿Qué recuerdas de los días siguientes?

-Estuve prácticamente inconsciente todo el tiempo, dos veces en estado de coma, a punto de morir. Tenía el 65 por ciento del cuerpo quemado. Eran quemaduras profundas, de segundo y tercer grado. Tengo en la cara, brazos y piernas injertos de piel propia y de varios donantes. El costo era elevadísimo, creo que alcanzaba el millón de pesos diarios, y mi familia no estaba en condiciones de pagar eso. Lo cubrimos con la solidaridad de la gente, con la Vicaría y el FASIC, especialmente. Después varios países me ofrecieron atención médica y nos fuimos a Canadá con toda la familia. Estuve en Montreal desde septiembre del ‘86 a julio del ‘88. Creo que me habrán hecho unas 40 operaciones. Ahora debería realizarme otras más pero ya no quiero. Hasta hoy el olor de la anestesia me produce náuseas.

-¿Cómo fue para ti transformarte en un símbolo de la violencia de la dictadura?


-Mi primera aparición pública fue en las Naciones Unidas, en Ginebra, en marzo del ‘87. Yo era bastante tímida y fue emocionalmente muy fuerte relatar frente a tantas personas lo que me habían hecho. En esos momentos estaba muy mal físicamente. Pero también fue gratificante, porque sentí la solidaridad de todos los países. La gente aplaudió de pie y ese día, unánimemente, condenaron de nuevo al régimen de Pinochet por violar los Derechos Humanos. Sentí que mi testimonio podía servir para que el mundo se diera cuenta de la situación que se vivía en Chile. Fue una forma de canalizar mi dolor. En ese periplo de denuncia recorrí casi toda Europa. También fui a Australia, Canadá, Estados Unidos y varios países de América Latina. Al principio viajaba acompañada de algún familiar, a partir de 88 viajé también sola.

-¿Cuándo decidiste no seguir con las operaciones?


Las últimas fueron en los años 89-90. Estaba saturada. Y por esas fechas comencé también a ordenar mi vida, a continuar mis estudios.

-Ahí te cambiaste de Ingeniería a Sicología…


Si. Siempre me atrajo la línea humanista, la Filosofía, la Sicología. Pero me cambié también por lo que había vivido. Necesitaba explicarme la maldad humana, el fanatismo del poder, que lleva hasta el atropello de derechos fundamentales, de la vida misma. En el ‘90 también conocí a mi esposo, Juan Enrique, y todo eso me permitió continuar con mi vida, a pesar de lo que me había sucedido.

-También decidiste no dar más entrevistas.


En esa época yo era considerada por los medios como un símbolo de la tortura y la represión política en Chile. Lo fui por lo grave que me sucedió, pero también por la valentía con la que asumí todo esto. Estuve muy expuesta en los medios, sobre todo luego de la visita del Papa. Paralelamente estaba el juicio, con la reconstitución de escena. Me carearon con el tipo que me había quemado. También iba a Canadá a operarme y seguía denunciando. Fue todo muy rápido y yo estaba muy desconectada emocionalmente con lo que había vivido. Pero entre tanta actividad, hubo un punto en que me empecé a conectar conmigo, que deseé hacer lo que yo quería hacer: reiniciar mis proyectos personales, ser madre, esposa, trabajadora. Entonces me aparté de esa sobreexposición, avocándome a los aportes puntuales que podía hacer.

¿Cómo fue este reencuentro contigo misma?


-Yo estuve dos años en psicoterapia en el Instituto Latinoamericano de Salud Mental y Derechos Humanos, organismo del cual estoy muy agradecida por su compromiso con las víctimas. Cuando estaba embarazada de mi primera hija; tenía pesadillas muy traumáticas, soñaba que me perseguían, me enterraban cuchillos en el estómago. Soñaba con cárceles y con que me mataban. En la terapia, me di cuenta de que había estado tres años bastante disociada de mí misma; una disociación psicoafectiva muy fuerte. Y la terapia me sirvió mucho, porque aunque uno sepa muchas cosas desde lo racional, inconscientemente también tiende a culparse por las circunstancias. Uno dice “por qué salí ese día, por qué no me quedé en casa. No me habría pasado nada, no habría hecho sufrir tanto a mi familia…”. Mis padres se separaron después de nuestro viaje a Canadá, mi familia quedó dividida; hubo un montón de situaciones que todavía son dolorosas para mí. Uno se autocuestiona y hasta llega a perder la perspectiva de que el gran culpable de todo esto es Pinochet y todos los políticos que sustentaron a esa dictadura. Ellos usaron muchos artilugios psicológicos para destruir a la gente: a las mujeres de los Detenidos Desaparecidos les decían que sus maridos se habían ido del país, que andaban con otras mujeres y así llevaban la culpa a la familia, privatizaban el dolor y diluían la responsabilidad del Estado.

LA ABYECCIÓN DE TORRES SILVA

-Tu caso fue llevado por el juez Alberto Echevarría y el fiscal militar Torres Silva. ¿Qué te producen hoy esos nombres?

Evocan la maldad y la abyección. Es gente sin ética y siento lástima por lo que han llegado a ser como personas, porque han usado su conocimiento para destruir los valores básicos en que se sustenta la sociedad. Ojalá tuvieran ocasión de arrepentirse y pedir perdón. Pero es difícil que lo hagan. Es gente que tuvo mucha responsabilidad en que los procesos se eternizaran y en el sufrimiento infligido a muchas víctimas. Los procesos judiciales de la dictadura -no solamente el mío- fueron como una segunda traumatización. Porque las víctimas necesitan que las instituciones que nos hemos dado como sociedad, las validen en su experiencia y pongan efectivamente las cosas en orden. Yo necesitaba que los tribunales dijeran “los militares la quemaron viva intencionalmente”. Yo necesitaba mucho ese reconocimiento del Poder Judicial para saber que no vivía en un mundo sicótico. Pero todas las violaciones a los derechos humanos fueron sistemáticamente negadas. A mí me decían que me había quemado sola, que andaba trayendo bombas y una gran parte de la sociedad no quería creer la verdad. Eso constituía un mundo sicótico, un país sicótico, que dudaba de su propia realidad.

-¿Qué recuerdas de ese juicio?


En mi caso fueron 15 años de trámites, de ir a declarar, de reconstituciones de escena, de careos, de sufrir amedrentamiento, secuestro de testigos. Mi propia hermana Emilia, sin tener arte ni parte, estuvo detenida seis días para que “reflexionara” su declaración inicial. A otros testigos los secuestró la CNI, los paseaban con los ojos vendados, encañonados. Era como si se pretendiera castigar a las víctimas por atreverse a denunciar y a exigir justicia. De ahí la necesidad de que el Poder Judicial diga quiénes son los responsables y se les castigue. El reconocimiento es la parte más fundamental de la reparación. Reconocer que esto sucedió y que hay culpables, y que éstos paguen su responsabilidad frente a la justicia, es algo que nos da madurez: es asumir como adultos nuestras responsabilidades. En ese sentido, los que idearon esta represión, los que dieron instrucciones y los que las ejecutaron deben asumir su responsabilidad. Y si es necesaria la cárcel, que vayan a la cárcel

-El teniente Fernández Dittus, sin embargo, salió casi indemne.


En total fue condenado a 600 días, y le fueron descontados los que cumplió en un regimiento. Aquí influyó mucho el fiscal Fernando Torres Silva, porque gracias a su voto se produjo un empate en la Corte Suprema: tres jueces opinaron que esto era homicidio calificado y lesiones graves, mientras otros tres votaron por cuasidelito de homicidio. En Chile cuando hay empate se otorga la pena que favorece al reo. Pero eso implicaba que no se validara lo que yo había vivido ni declarado, ni lo que declararon otros varios testigos ni lo que el propio Rodrigo Rojas dijo antes de morir. Fue un caso flagrante de negación de justicia. Todos los juicios en que tuvo participación el fiscal Torres Silva deberían ser declarados nulos por su cobarde servilismo con Pinochet. Él, deshonestamente, trabó la posibilidad de justicia en muchos casos.

-Como sicóloga has atendido a víctimas de las violaciones a los derechos humanos ¿Cómo los afecta hoy lo que vivieron en la dictadura?


Yo he atendido segundas y hasta terceras generaciones de gente violentada por la represión, todos con bastante daño psicológico. Son familias muy traumatizadas, deshechas. Durante mucho tiempo, para proteger a los niños, mantuvieron esas experiencias en secreto. Instauraron un mundo sin dolor, que sin embargo, era una falsa protección porque el dolor lo llevaban dentro y lo transmitían inconscientemente. Por eso en los jóvenes ves angustia, ansiedad. En ese sentido creo que en el Informe Valech debió haber una propuesta de reparación para la salud mental de las víctimas. En ese tema hay una carencia absoluta. Todos hemos tratado de sobrevivir, pero a muchos se nos ha acabado el disfrute por la vida.

LA VILEZA DE SZCZARANSKI


-Las víctimas reclaman contra del Consejo de Defensa del Estado (CDE) por su actuación en el tema de las indemnizaciones. ¿Cómo ha sido tu experiencia?


La postura del CDE y de la señora Clara Szczaranski me causó mucho dolor. El organismo que ella dirige ha usado los mismos argumentos de la dictadura para defenderse. No tengo ningún buen concepto de ella, por la vileza con que ha actuado.

-¿A qué argumentos te refieres?

El CDE alegó que yo me había quemado sola y que no tenía daño moral porque me había casado, tenía hijos y era una exitosa profesional. En ese punto ella actuó en forma muy desleal: una vez, ingenuamente nos reunimos con lla en una casa particular para saber en qué postura estaba y mi marido le contó que yo era psicóloga, que trabajaba, que estábamos bien como familia, contentos. Ella usó esas cosas personales en mi contra. Me pareció de una bajeza horrible. En otra ocasión llegó a decir: “No te podemos indemnizar porque eso sería precedente para que, si un carabinero borracho atropella a alguien, éste demande al Estado”. Pero si el rol de Szczaranski es defender el bolsillo del Estado, cómo se explica su obsecuencia en el caso de los Pinocheques. Al hijo del dictador se le perdona haber estafado al fisco, mientras a una víctima se le pretende negar por todos los medios una indemnización. Uno se pregunta qué valores defiende el CDE, ¿el derecho a la vida?, ¿los Derechos Humanos? ¿las medidas que se inscriben en el Informe Rettig para ser sustentadas por parte del Estado? Yo creo que ninguno de esos. El CDE está dirigido por el interés económico, pero también por las ansias de poder de Szczaranski, que ha transformado al CDE en una instancia truculenta y oscura.

ESA JOVEN ERA YO


¿Qué te pareció el Informe Valech?


-Es un gran avance en cuanto a que reconoce la verdad de los torturados, de la gente que sufrió prisión política. Esa era una gran deuda con todas esas personas, entre las cuales me incluyo. Fue injusto para mí cuando en el Informe Rettig ni se me menciona: “Rodrigo Rojas fue quemado vivo junto a una joven”, dice. ¡Esa joven era yo! De ahí el dolor, para mucha gente que sufrió la represión, de no ser consignada en la historia. En ese sentido es un gran avance. Lo nefasto es la omisión de los nombres de los torturadores. Yo creo que debieran conocerse porque son los responsables, los ejecutores de las torturas y de tanto dolor. Sólo así se puede llegar a una reconciliación real.

¿Esperabas que este informe llevara a la derecha a reconocer su responsabilidad?


La reacción de Lavín y de UDI era previsible, aunque tal vez todos guardáramos una cuota de ingenua esperanza en algún tipo de reconocimiento. El mezquino cálculo electoral les hizo perder la oportunidad histórica de reconciliarse con el país. Seguramente cargarán por mucho tiempo, sino por siempre, con la sombra de la dictadura. Si hubieran sido valientes y responsables con el proyecto que sustentaban en esa época, habrían reconocido que fueron parte importante del apoyo institucional a una dictadura que torturaba. Tenía la esperanza de que apareciera esa valentía, pero no ocurrió. La postura de las FFAA ha sido más valiente, aunque debería traducirse en hechos concretos como entregar toda la información que poseen. Por ejemplo, en mi caso, el Ejército hizo una investigación interna cuyos resultados nunca se conocieron. No hubo sanciones. Por el contrario, al teniente Fernández Dittus se le premió con un ascenso a capitán y fue jubilado a los 35 años por “causas médicas” que nadie sabe.

-¿Qué te pareció la declaración de la Corte Suprema?


Resulta patético que el Poder Judicial no haya reconocido la responsabilidad que le cabe. Es algo muy insano. Es terrible cuando una institución básica de la sociedad no funciona y asiente todo tipo de atropellos. En mi caso fueron evidentes los desaciertos y la mala fe de algunos jueces. Si hubieran tenido otra actitud habrían evitado muchos dolores, familias destruidas. Ellos se escudan en el temor y el temor es humano. Pero las personas también tienen la capacidad de discernir. Si todos los magistrados hubiesen renunciado concertadamente habrían revertido muchas cosas. Es decir, el temor puede ser un argumento individual, aunque sólo hasta cierto punto. Lo que no se puede es colocar ese mismo argumento a nivel institucional, porque ningún país merece tal incompetencia en su Poder Judicial.

En una entrevista dijiste que “las víctimas han sido marginadas del proyecto político”. ¿Qué le falta a la Concertación en materia de DDHH?


Durante muchos años las víctimas hemos sentido que molestamos. Se nos ha hecho aparecer como un impedimento para que la sociedad avance. Pero avanzar no significa ocultar la verdad ni validar lo que hizo la dictadura. Avanzar significa mirarse de frente y asumir los dolores y las responsabilidades de todos. Los informes Rettig y Valech fueron un avance. Pero la llamada Mesa de Diálogo fue un triste circo, que no entregó la información requerida. Falta mirar con perspectiva de futuro, no con la mezquindad de la cosa chica ni como hace Szczaranski en el CDE. Se hace mucho daño a las personas y a la sociedad cuando hay doble discurso sobre un mismo tema, y ese doble discurso entrampa a la Concertación.

*Fuente: The Clinic


http://www.piensachile.com/secciones/opinion/9271-durante-muchos-anos-las-victimas-hemos-sentido-que-molestamos#comment-591

La Historia Oculta del Régimen Militar

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