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martes, 13 de julio de 2010

La Colonización de Aysén: La lucha entre las grandes empresas y los pobladores espontáneos


Remitirse a la colonización de Aysén es ahondar desde los primeros años del siglo XX, en donde diversas exploraciones se realizaron para ver los atractivos económicos de la zona con el fin de instalar grandes empresas ganaderas. Pasados veinte años de los primeros hallazgos en esta región prácticamente virgen, las autoridades determinaron asumir la colonización, integrando esta zona al territorio nacional. En esta columna, se estudiará la fascinante historia del poblamiento de este recóndito territorio desde sus inicios hasta el afianzamiento de la región como una provincia importante dentro del Estado chileno.
Hasta el año 1902, esta región había permanecido prácticamente virgen, los límites con el territorio argentino no se encontraban claros. Las autoridades chilenas contrataron al alemán Hans Steffen para que explorara toda la región. Durante este periodo, el número de personas establecidas en esta zona era muy pequeño Fue en el año 1903 cuando se definió la frontera entre Chile y Argentina, produciéndose un fuerte proceso migratorio de colonos chilenos que entraron desde las tierras argentinas.
El Estado Chileno al delimitar esta región otorgó a particulares casi la totalidad de las tierras de esta provincia, en total fueron 10 las concesiones que se otorgaron, todas de distinta extensión territorial. Sin embargo, estas licencias durarían 20 años y se darían a cambio de una serie de requisitos, entre los que se contaban radicar un determinado número de familias sajonas, establecer una línea de navegación con Puerto Montt, para así tener comunicadas a las provincias, y por último, trabajar estos terrenos para introducir mejoras en este territorio. Se puede apreciar que el Estado, durante este periodo, delegó a los concesionados la radicación de personas en este sitio, desligándose totalmente de la colonización de Aysén.
Hacía el año 1907, se estaban estableciendo algunas Sociedades Ganaderas, las cuales buscaban explotar este recurso en la región de Aysén. “Estas concesiones sirvieron de base a varias sociedades, que originaron la fiebre ganadera. La mayoría de éstas fue de corta duración por no haber podido explotar los terrenos concedidos[1] . De esta manera, nacen las grandes Sociedades Ganaderas, las que van a tener a su haber enormes terrenos, concentrándose en pocas manos prácticamente todas las tierras de esta provincia. La gran propiedad es la característica principal de esta zona, siendo muy pocos los dueños de estos territorios.
El establecimiento de particulares también se empezó a notar a principios del siglo XX. Estos datos nos demuestran, que si bien todavía no había una política estatista de colonización ya se estaban dando los primeros pasos de asentamiento, con 436 habitantes en el año 1907. Francisco Campos describe este hecho de la siguiente forma: “Durante la primera década del siglo XX, un grupo de ellos se asentó en la ribera sur del lago General Carrera atraído por el peculiar microclima templado de la zona, el que difiere completamente del imperante en el resto de la región y que incluso permite el cultivo de cereales y la plantación de frutales”[2]Es así como un grupo de personas notó en este lugar las ventajas que ofrecía la zona, instalándose en estos territorios baldíos.
Durante la primera década del siglo XX, una de las primeras compañías que se instaló fue la de los Tres Valles que, alineada con empresarios franceses, se preocupó de la explotación de bosques existentes en esta franja, comprometiéndose a instaurar una fábrica de celulosa. La vida de esta sociedad duró hasta 1914, año en que fue caducada su concesión. Respecto de la colonización, esta empresa no proliferó en el tiempo, toda vez que no cumplió con las expectativas del Estado, por ello no se le renovó el contrato de terrenos.
La empresa que sí proliferó en el tiempo fue la Sociedad Industrial de Aysén, perteneciente a Luis Aguirre, a la cual por un decreto de 20 años, se le concedió el permiso de ocupación en los territorios de Coyhaique, Ñirehuao y Mañihuales. A cambio de esto, tenía que radicar a 100 colonos sajones y establecer una línea regular con Puerto Montt dentro de cinco años, además de otorgar trabajo a las personas que quisieran radicarse en estas zonas. Estos territorios se encontraban totalmente incomunicados de las distintas ciudades australes, era necesario abrir un camino permanente que permitiera exportar los productos por el Pacífico: “en 1907, el camino había quedado totalmente terminado, y además habían quedado terminados otros tantos caminos que unían las diferentes secciones de la concesión, quedando de este modo comunicados la frontera argentina con el Pacífico”[3].
Este importante avance se debe a la S.I.A. (Sociedad Industrial de Aysén) quien logró unir el puerto de Chacabuco con el valle del río Coyhaique, con lo cual se evitó el largo viaje que anteriormente se tenía que efectuar por tierra hacía los puertos del atlántico. Se puede considerar este hito como un hecho modernizador y progresista en este territorio ya que, al estar comunicado con los puertos del Pacífico, el transporte se efectuaba de una forma mucho más expedita, integrando estos productos al mercado mundial. Con esta vía de comunicación se solucionaría en gran parte el problema del aislamiento y lejanía con los centros poblados lo cual dificultaba el ejercicio de sus actividades.
Durante estos primeros años, la Sociedad se había logrado instalar sólidamente, convirtiendo a Coyhaique en el centro de la administración y en el motor de vida de aquella gran extensión. Poco a poco, este poblado fue siendo una aldea urbana que, si bien no pasaba de ser un pueblo, ya contaba con lo indispensable para poder vivir. En cuanto a la radicación de colonos sajones, esta promesa hecha por la compañía no fue más que una ilusión, una serie de intentos que sólo quedaron en el tapete: “Formalmente el compromiso se había mantenido y se mantenía. Así, por ejemplo, la memoria de 1907 informaba a los accionistas de la Sociedad que muy pronto deben llegar de Escocia varias familias de colonos para continuar la colonización ya establecida en la región de Aisén. Pero esto no pasó de una declaración de intenciones”[4].
De esta forma, el Estado, preocupado de la riqueza del salitre en el norte, había entregado la tarea de colonizar Aysén a las grandes empresas. La labor de estos capitalistas era nula, estos terrenos todavía no se nacionalizaban y no existía ninguna política de gobierno que ayudara a su desarrollo.
Sin embargo, de forma sorpresiva, ocurrió un hecho inédito: se empezó a efectuar una colonización espontánea en las diferentes franjas. Esta migración provino especialmente desde Argentina; en efecto, ciudadanos chilenos que anteriormente se habían trasladado hacía ese país buscando una mejores condiciones de vida, tuvieron que padecer críticas condiciones para poder subsistir, viviendo muchos en una miseria absoluta, el hecho de ser chilenos les jugaba en contra, teniendo un mal trato por parte de sus compatriotas vecinos. En este lado de la Patagonia Occidental pronto se pudieron percatar de las ventajosas condiciones del clima que ofrecía la región de Aysén. Tenían la posibilidad de tener su propia franja de tierra, ya que miles de hectáreas se encontraban totalmente desocupadas. Si bien estos nuevos habitantes residían en territorio chileno seguían dependiendo de Argentina, acudiendo allá en caso de necesidad (almacenes, registro civil, hospitales etc.). De esta manera, el colono no tenía clara su nacionalidad, con lo cual se dedicó a vagar entre estos dos territorios sin forjar lazos afectivos con ninguna de las dos patrias.
Este asentamiento espontáneo, que en un principio los colonos vieron tan viable, en la realidad fue diferente, debido a que en todas partes se toparon con concesiones efectuadas hace muchos años por estas grandes compañías. De este modo, comenzará una lucha entre pobladores y empresarios, la que en muchos casos llegará a desarrollar violentos enfrentamientos por parte de los últimos para sacar a estos nuevos residentes. Las grandes Sociedades temían por la expansión del proyecto ganadero. Adolfo Santa María describe este hecho de la siguiente forma:
Se produjo la yuxtaposición de dos formas radicalmente opuestas en La Patagonia  Occidental: las compañías concesionarias y los pobladores espontáneos. Las compañías tuvieron su origen en una concesión del gobierno, estaban respaldadas por un gran número de accionistas que aportaban el capital y tenían por objeto producir riquezas para repartir entre estos. Los pobladores se originaron por su deseo de adquirir campos, los respaldaba su propia voluntad de trabajo y centraban su objetivo en lograr los medios para poder subsistir,  y en algunos casos, poder prosperar[5]
El lago Buenos Aires y el Valle Simpson van a hacer los lugares más atrayentes para estos nuevos pobladores. El estado, propiciador de las concesiones, desconoció en un principio esta colonización espontánea y trató de imponer reglas beneficiando a las sociedades, lo cual derivó en violentos enfrentamientos entre ambas partes. El Departamento de Tierras y Colonización, dependiente del Ministerio del Exterior, inició un trámite para erradicar a los nuevos habitantes, desconociendo por completo los intereses de estos nuevos pobladores. Esta oficina, al igual que el gobierno, al no asumir este problema como propio,  no sabían a cabalidad lo que estaba ocurriendo en la zona de Aysén y solamente se dejaban llevar por los alegatos de estos grandes accionistas pertenecientes a la elite nacional.
Tanto fue el desconocimiento por parte del gobierno respecto de la colonización que el 23 de noviembre de 1914 concedió a la S.I.A los terrenos del valle Simpson, aumentando con esto las tensiones existentes entre ambas partes. Cabe destacar que era en estos predios donde el poblamiento espontáneo tomaba gran auge. Los nuevos pobladores no iban a ceder ante esta gran sociedad concesionaria. Aún cuando estos habitantes fueron notificados para abandonar aquellas zonas, ellos se negaron a hacerlo. Las tensiones aumentaban, teniendo que recurrir a la fuerza pública: “Organizados para impedir el desalojo de sus tierras y liderados por Antolín Silva Ormeño, a quien llamaban el general, los colonos se enfrentaron a carabineros y militares enviados para hacer cumplir las órdenes judiciales, matando a tres de ellos y expulsando a los demás hacia territorio argentino[6]. Esta cita nos demuestra cuán lejos llegaron estas disputas, sin llegar a un acuerdo entre las dos partes. Antolín Silva fue llamado el general de las fuerzas colonizadoras del sur de Chile, siendo un ejemplo de liderazgo y compañerismo entre sus compatriotas.
A raíz del violento enfrentamiento ocurrido en 1914, la opinión pública empezó a tomar conciencia de este problema. Poco a poco el gobierno se dio cuenta que era su responsabilidad asumir el liderazgo en la colonización de Aysén. El proyecto colonizador de las distintas Sociedades no había dado resultado, los sajones nunca llegaron a este territorio, por lo que era necesario radicar a individuos nacionales en esta zona. De esta forma, el Departamento de Tierras y Colonización les reconoció a los pobladores el derecho de ocupar las tierras que trabajaban, dejando libre a la S.I.A de su obligación colonizadora. Durante estos años se fue produciendo una mayor relación entre Aysén y el resto del país. Los habitantes chilenos empezaron a enterarse de las riquezas y maravillas existentes en este territorio, prestando atención a todas las novedades a través de la opinión pública. La navegación con Puerto Montt permitió la comunicación con estas tierras ancestrales, además en 1924 la S.I.A instauró la estación radiotelegráfica.
Sin embargo, al no estar esta región nacionalizada el gobierno se limitó solamente al otorgamiento de concesiones para lograr el poblamiento de la zona, limitando la posibilidad de efectuar en aquella región una unidad administrativa con las autoridades locales pertinentes e impidiendo el desarrollo de algunos servicios públicos. Faltaba incorporar esta región al territorio chileno, hecho que recién se produjo durante el gobierno de don Carlos Ibáñez del Campo en los últimos días de 1927.
La incorporación de la provincia de Aysén es un hito de suma importancia, ya que, el Estado se encontraba obligado a introducir un aparato administrativo en este territorio. Como forma de ubicarla, la capital sería el puerto de Aysen.  Dentro de este proyecto, se busca suprimir la gran propiedad culpando a ella de la gran incapacidad agropecuaria del país. El estado atribuye grandes beneficios a los pequeños feudos adquiridos por habitantes nacionales. De esta forma, gran parte de las Sociedades Ganaderas debieron devolver en casi su totalidad los terrenos al fisco
Por otra parte, el Estado inició un vasto programa de obras públicas: “se consideraba a esta región como una zona en la que estaba absolutamente todo por hacerse y que el gobierno, por lo tanto, se pondría manos a la obra como si partiera de cero. Se desconocieron, de este modo, más de 20 años de la vida de aquella vasta zona”. [7]
Esta cita nos demuestra, que gran parte de la colonización ya se encontraba realizada. Durante casi dos décadas las Sociedades habían implantado numerosas obras modernizadoras que hacían de esta región una provincia cada vez más comunicada con el resto del país. La creación de caminos, la navegación y la estación radiotelegráfica dejan ver el avance de este territorio a lo largo de los años. Durante este periodo se creó una escuela, un hospital, un Cuerpo de Carabineros y una serie de caminos para que existiese la comunicación entre los diferentes valles, una administración de justicia y una municipalidad. El intendente de este territorio sería la persona que estaría a cargo de la colonización.
En 1920, poco antes de transformarse en el Ministerio de Tierras, Bienes Nacionales y Colonización, el Ministerio de la Propiedad Austral,  se adjudicó el problema de Aysén, creando la comisión de tierras formada por el Intendente del territorio de Magallanes, el ingeniero jefe de servicios nacional de tierras y el jefe de impuestos internos de Magallanes[8]. De esta forma, el Ministerio se hace cargo de la colonización no solamente de Arauco hasta Chiloé, sino que también de la provincia de Aysén y Magallanes, tratando de solucionar la constitución de todo el problema de la Propiedad Austral.
Después de la crisis del salitre se instauró una política colonizadora en esta región como una forma de dar trabajos a los desocupados del Norte del país. De este modo, muchos inmigrantes viajaban de un extremo a otro con el sólo fin de poder tener una digna calidad de vida. Ya en la década de 1930, este territorio contaba con un total de 8.700 habitantes. Ese mismo año, el 20 de junio de 1930 se aprobó la ley 4.855 de Colonización de Aysén, para asegurar la situación de sus habitantes, facilitar la repatriación de los individuos que habían emigrado hacia Argentina, dejando en claro las condiciones que el Estado requería para otorgar estas concesiones gratuitas; primero se daría un título provisorio y, si se respetaban las reglas que el Estado imponía, se otorgaría el título definitivo.
En Puerto Aysén se instaló una Oficina de Colonización, la cual empezó a explorar y mensurar algunas regiones que podrían ser aptas para el poblamiento humano. Poco a poco fue llegando cada vez más población a esta zona; no obstante, debido a su lejanía y su carácter poco desarrollado, la colonización nunca se efectuó en torno a grandes lotes migratorios, sino que más bien de forma lenta pero gradual.

[1] Ibáñez Santa María, Adolfo. La incorporación de Aisén a la vida nacional 1902-1936. Instituto de Historia de la Universidad Católica de Chile. Santiago, 1972-1973
[2] Campos Duchase, Francisco. “La Guerra de Chile Chico. en Revista de Historia,  Centro de Alumnos Escuela de Educación, Universidad Viña del Mar.
[3] Ibáñez Santa María, Adolfo. Op. Cit. Pág. 304
[4] Martinic, Mateo. De la trepananda al Aysén, Biblioteca Bicentenario, Pehuén  Pág. 142
[5] Ibáñez Santa María, Adolfo. Op. Cit. Pág. 326
[6] Campos Duchase, Francisco.  Op. Cit.
[7] Ibáñez Santa María, Adolfo. Op. Cit. Pág. 332
[8] Ibíd.  Pág. 276

http://www.estudioshistoricos.cl/blog/la-colonizacion-de-aysen-la-lucha-entre-las-grandes-empresas-y-los-pobladores-espontaneos/









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